Literatura
Zonas Húmedas, de Charlotte Roche
Es difícil asignar una etiqueta de estilo literario a Zonas Húmedas, el libro escrito por Charlotte Roche cuando contaba con 30 años de edad, y con el que marcó su debut como escritora en el 2008. No es fácil porque las barreras generacionales lo calificarían de diferentes maneras. Por ejemplo, para mi xtup – que está en los albores de sus años veinte – es un libro erótico que debiera leerse en la intimidad, dado lo escandaloso de los temas que expone; yo, después de haber leído mucha – mucha – literatura erótica no lo puedo calificar como tal, sino más bien como un intento de escandalizar con palabras y descripciones a menudo asquerosas al lector.
Charlotte Roche nació en Gran Bretaña, brevemente vivió en Holanda, pero apenas en su primer año de vida se mudó con su familia a vivir a Berlín. Nacida en el seno de una familia con ideas “liberales” – su padre es ingeniero, y su madre es artista y activista política –, abandonó su hogar a los 17 años, emprendiendo la aventura, junto con sus otras tres integrantes-amigas, de formar un conjunto de garage rock al cual bautizaron como The Dubinskis. Al parecer, el susodicho grupo ni grabó un disco, ni compuso canciones, y ni siquiera se presentó en lugar alguno. Después de experimentar con drogas y con diversas maneras de escandalizar – entre las que usó la automutilación, raparse, pintar con su propia sangre, y otras – finalmente buscó y encontró trabajo como videojockey en el canal Viva de la televisión alemana, en donde conoció al padre de su hija Polly, nacida en el 2002. Queda claro, después de conocer un poco de su vida personal, que Zonas Húmedas resulta autobiográfico en un alto porcentaje.
Regresando al tema del libro, Zonas Húmedas relata las experiencias de Helen, una jovencita de 18 años que va a dar a un hospital por presentar una fisura anal que se casa ella misma al intentar afeitarse la zona y que, como consecuencia, requiere que la operen. Durante tres días nos narra su vida, sus experiencias sexuales, sus manías, sus experiencias con las drogas y con el alcohol, su afán de reintegrar a sus divorciados padres, y también un episodio traumático en su pasado, al cual achaca su comportamiento, todo lo anterior sin contenerse, solazándose en los resultados de su anárquica conducta.
Decía al inicio que mi xtup considera como “erótico” y pecaminoso este texto, cuando yo únicamente lo veo como una serie de malcriadeces de la joven protagonista, como una serie de intentos de llamar la atención. Escrito cuando la autora ya contaba con treinta años de edad, y cuando su hija ya tenía 6 años, el tono amargado y los razonamientos con los cuales Helen justifica sus acciones denotan ciertamente que la protagonista aún no posee la suficiente madurez, pero Roche sí la tuvo para pensar que un libro de este tenor pudiera venderse; la siguiente pregunta que me vino a la mente es si acaso Roche intencionalmente buscó este efecto de escribir como si tuviera 18 años o, peor aún, si acaso aún piensa así, si su inmadurez aún la acompaña y la traslada al accionar de su protagonista: buscando ser una terrorista emocional, una terapista con un muy peculiar sentido de la higiene que gusta de imponer terapias de choque a aquellos que se cruzan con ella por donde vaya.
Como ejemplo de lo indefinido de sus emociones y de su proceder, téngase en cuenta el motivo por el cual ingresa Helen al hospital, y compárese con el sentido de la higiene con respecto al manejo de sus líquidos corporales que detalla ampliamente a lo largo de las páginas. El contraste es inmenso. La conducta de Helen es en ciertos momentos totalmente aberrante, si se compara contra los cánones, y también presenta motivaciones y conductas autodestructivas.
Aún más allá: si lo que aparece en este libro – que resultó un éxito de ventas en Alemania – es el reflejo de la manera de pensar de la juventud de ese país, a mi juicio estamos ante la presencia de un fenómeno que no traerá nada bueno a Europa. Vaya, ¡se filmó una película basada en el libro!
Ahora que si la intención de la autora era generar emociones durante la lectura de su texto – insisto en que no resultan eróticas por mucho, sino simplemente controvertidas – definitivamente lo logra con creces. Me resultó un martirio llegar al final para encontrarme en las últimas dos páginas con el leitmotiv, con las razones de su proceder, y entonces todo me quedó muy claro: la protagonista se siente muy sola y, como en los tratados clásicos de psicología, busca obtener caricias, aunque fueran negativas.
Como todo esfuerzo literario, nunca debe menospreciarse el trabajo y las ideas vertidas en el texto de cualquier autor. Tan solo debo registrar que Zonas Húmedas me resultó un ejercicio fútil de escritura puesto que, salvo las preguntas que me generó sobre qué pensaba Roche mientras lo escribía, no logró cumplir su cometido de dejarme un mensaje, o de dejarme un conocimiento nuevo, u orientarme en algo que desconociera hasta antes de leerlo.
Gerardo Saviola