Editorial
Nuestro pueblo yucateco, admirado por sus raíces culturales heredadas del Mayab legendario, incrementa año tras año su reconocimiento por la presencia ininterrumpida de sus pobladores originales, atrayendo millones de habitantes de este planeta compartido.
Los dominadores temporales, españoles de origen, fueron vencidos, al igual que algunos otros pretendientes al dominio peninsular. Algunos pocos se han vinculado a nuestro espacio peninsular y riegan semillas de afecto en él.
La mezcla histórica de razas, con la originalmente española en su mayoría, ha ido compartiendo sus espacios culturales con otras visiones de provincias cercanas y lejanas que actualmente pueblan hoy esta península, única en su clase, surgida con frente hacia el norte terrestre.
Como los habitantes de la península arábiga, de la China Continental –vasta y diversa–, del norte y sur del Continente Americano, de la Europa de variadas culturas, los habitantes del Yucatán histórico han sumado esfuerzos por la convivencia y la paz universal.
Así somos, así continuamos: sin perder el orgullo por nuestras raíces, sin perder esa característica histórica heredada de nuestros padres y ancestros.
La Cultura Maya, dura y firme en el tiempo como sus grandes templos y estructuras monumentales, aún espera de más investigaciones, visitas de intelectuales, aprecio por la mentalidad creativa de nuestros ancestros mayas.
Los sabios mayas antiguos, inquisidores de los astros y con mente analítica de la naturaleza ambiente, han logrado que aun ahora sus observaciones, su capacidad intelectual reconocida, sean referencia obligada para los investigadores de hoy, impactados como los de centurias precedentes por esa gran sabiduría de los padres mayas.
Adaptarse al medio en que se vive es práctica continua del género humano. Así sabemos de cuevas, casas de embarro con techos de huano, aprovechamiento de árboles y plantas con fines alimenticios y medicinales, observación del tiempo, el movimiento de las nubes y las variantes en los vientos, conceptos fijos en las mentes de los yucatecos desde hace muchas generaciones.
Vivir en la modestia, cuidar el entorno de los animales, son hábitos heredados en el campo yucateco que continúan en las poblaciones de nuestra entidad.
Sobre todo, los yucatecos no olvidamos que la forma tranquila en que vivimos y convivimos es una costumbre cada vez más firme con el paso del tiempo, de los años, de los siglos.
Vivir y convivir. Compartir y apoyarnos mutuamente ha sido la consigna histórica para continuar nuestro camino firme hacia adelante.