José Cruz Camargo Zurita nació en la CDMX un 2 de noviembre de 1955. Es poeta, escritor, compositor, cantante y músico autodidacta. Desde muy joven se especializó en la ejecución de la armónica, llegando al virtuosismo. A finales de los 70 viajó a Austin, Texas, donde acompañó con la armónica al bluesista Mr. ‘O’, lo que marcó su camino y reforzó su convicción de componer y tocar blues. Se inició como solista tocando en las peñas, empeñado en crear blues cantado en español, abriéndolo de esa manera como un género universal. Es el líder y fundador del sensacional grupo Real de Catorce.
Siendo un fenomenal letrista, los amantes de la buena lectura celebramos cuando llegó a nuestra manos esta antología de textos realizados por su autor en los últimos 10 años, un libro sumamente interesante porque trae prácticamente toda su obra, incluyendo los textos del alcohol. Además incluye ensayo, cuento, política, crónica, crítica, prosa poética, canciones, relatos, un trabajo muy completo como para satisfacer a plenitud a sus más leales seguidores y todos aquellos que aman a quienes nacen con la virtud de escribir de manera tan hermosa como lo hace José.
Después del prólogo escrito por Paco Ignacio Taibo II, el autor nos comparte un emotivo escrito: “Estos textos los escribí en dos humores, dos tiempos, dos arritmias de mi vida, de ‘Los Textos del alcohol 80-90’ y ‘Yo creador me confieso, antología de textos de 2006 al 2014’. Desde niño la música ha sido mi éxtasis, la escritura mi agonía. A partir del diagnóstico de la incurable enfermedad que este cuerpo padece, la desesperación me arrojó a escribir bajo la tormenta sin paraguas. Sentí que la vida se me escurría entre mis dedos. No conocía la esperanza. Morí en muchos sentidos. Aún condenado por este sino, decidí crear para vivir lo que me queda de tiempo.”
La mejor manera de recomendar esta obra es compartiendo unas muestras de su contenido, así que disfruten de este cuento.
El changarro
Un día corrí a despertar a mi abuela con un gorrión muerto entre mis manos. Con lágrimas en los ojos le supliqué que lo reviviera. Ella sacó varios trapos limpios de su mueble, tomó al animalito y lo envolvió con ternura; le cogió delicadamente el pico y lo acercó a sus labios: el gorrión volvió a la vida de un suspiro. Quedé maravillado ente ese milagro y lleno de dicha salí a la calle a esparcir a gritos la buena nueva: “¡Con su aliento, mi abuela le devolvió la vida a ‘mi gorrión’ con su propia boca!”.
Pronto, la noticia llegó a oídos de mis amigos y sus mamás; de repente, una larga fila de niños y madres con animales en sus manos o en cajas pequeñas, circundó la manzana en toda su redondez.
La noticia del milagro no sólo llegó a los vecinos: altos funcionarios de la ciudad arribaron a casa de mi abuela en ambulancias y limosinas y otros en carrozas fúnebres.
El asunto se complicó cuando empezó a llegar la gente con lujosos relojes desahuciados; con televisores muertos y radios fallecidos por el uso; e inclusive, con autos antiguos de colección.
Mi abuela no pudo más: había revivido a centenares con su aliento, pero devolverle su función a objetos materiales inanimados no era lo suyo, así que, ante las airadas protestas, cerró para siempre su changarro.
Puedes adquirir el libro ‘Yo creador me confieso, antología de José Cruz’ contactando directamente en la página de Facebook de Real de Catorce, donde también podrás comprar diversos materiales oficiales de la banda. https://www.facebook.com/Real.de.Catorce.Oficial
Juramento
Radio Coyote
Plantémosle un beso a la noche
que se duela de sus fríos y sus péndulos,
de espaldas nos habla su vergüenza
como exhumando mapas antiguos;
besemos la axila estelada
su luna de medias caídas.
Yo, armado de besos,
agrego una a una las tercas estrellas
pero quiero besar primero tu noche
tus páginas
Sonríe para buscarte en los balcones de este amor naciente
cierra los ojos, despacio, entra en la sangre
¿Sentirás latir la muerte?
Mi niña, ella teme que te sofoques de sueños
que tu cita a escondidas sea con la vida
Juro a besos para cumplir abrazos
el niño que habita en tu boca
duerme si besas sus labios.
Calles
Conozco las calles del mundo, todas; dónde empieza una y dónde termina la otra.
He pisado la humedad de las calles; su nieve, su sequía; su oscuridad.
De día las calles no cambian. Una fauna distinta las recorre, las transita, pero no hay flora alguna: sucumben las rosas.
He convivido con santos y con demonios, con ángeles y con vampiros.
En Venecia, las calles se ahogan, naufragan; en Egipto, le alargan y comen a uno la sombra antes de calcinarle los pies. Las calles de México lloran de pobreza, gritan las putas, desamor y tristeza. Las calles céntricas de la capital, sangran de noche, secuestran.
Las calles de los guetos de NY y Brooklyn, llevan sus negros a cuestas, su blues sin cadenas: su rap, su jazz.
Amarillos, blancos, marrones, morenos llevan; las calles bulliciosas platican de vida, de muerte hablan, ¿qué dicen, que una calle silente?
RICARDO PAT