Colonia Yucatán
“Éramos una gran familia todos los de la Colonia Yucatán; yo digo que fue una comunidad adelantada a su época» – Wita
A mediados de los años 70’s del siglo pasado, un grupo de entusiastas jóvenes se dio a la aventura de continuar sus estudios en la capital del Estado, principalmente porque en la Colonia Yucatán solamente había educación secundaria, no había bachillerato ni Cobay, ni otra escuela de nivel medio superior.
Venciendo un sin fin de obstáculos, superando serias carencias, pero manteniendo un férreo sentido de solidaridad y disciplina, lograron la hazaña de ver cumplidos sus sueños. Todos lograron su objetivo: ser profesionistas. En palabras de un protagonista conoceremos parte de la historia.
Wilberth Ubaldo López Duarte, apodado Wita, médico familiar desde 1987, comparte con Diario del Sureste sus recuerdos.
“Cuando no teníamos lana juntábamos nuestros útiles y los empeñábamos en la tienda ‘La Caridad del Cobre’. En ese entonces vivíamos en casa de los Mazún en la colonia Máximo Ancona, que está detrás de la prepa uno. Éramos como veinte los que vivíamos ahí, aun así subsistíamos contentos. Allá nació una gran hermandad. Yo digo que no son mis amigos, son mis hermanos todos, como hasta ahora. Hay algunos que han ocupado varios puestos importantes, otros que tienen buenos puestos, pero no han olvidado sus raíces, no lo desconocen. Por eso nos hablamos con apodos, porque ya nos conocemos, allá comíamos lo que había, todos vivimos y convivimos.«
Así, de manera sencilla, sincero, recuerda sus difíciles épocas de estudiante, en ocasiones en soledad, con muchas carencias y sacrificios, pero también con solidaridad, esfuerzos y logros.
«En el ‘74 o 75, vinimos a estudiar la prepa acá Nego (Rafael Serrato Rubio), Juan Góngora, Mickey (Miguel Pérez Lugo), Carlos Pinto Acevedo; Miguel Oy Cordero estaba acá, igual que Mayito (Mario Díaz Tuz) y Arturo Jasso Buenfil. Chuy (Jesús Díaz Tuz) estudió en el Tecnológico junto con Pechi (Pedro Mena Díaz, actualmente Obispo Auxiliar de Yucatán). Los que vinimos de la Colonia, más los que ya estaban acá, nos juntamos en casa de Juan Góngora, una casa de madera. Recuerdo que estaban además Mundo Echánove, Manlio Sauri, Patulin (Carlos Rivero), el Tigre (Carlos Chalé), Pachul (Luis Polanco) el químico. Aallá nos iba a visitar el Vidita (Ramón Vidal), Calín Rodríguez (el capita), Pancho Contreras, Willy Ávila.»
«Éramos un montón, como veinte; casi todos vivíamos en casa de doña Satur, la mamá de Juan. Yo no sabía qué era la prepa, nada más porque llegaban a la Colonia el hermano de Nego y Jasso que estudiaban acá la prepa lo supe. Le dije a mi papá que yo quería estudiar la prepa. ‘¿Qué es eso?’ me preguntó.»
«Prestábamos libros, no había dinero para libros, íbamos a la biblioteca o los prestábamos pero no nos importaba.
«En una wawa –así se les decía entonces a los camiones de pasaje- que decía Colonia Yucatán y anexas, que pasaba por Sucopó y por todos los ranchos y comisarías, nos fuimos de la Colonia para venir a estudiar acá la prepa. Eran como cuatro horas para llegar a Tizimín. Para no viajar entre gallinas, sacos de maíz y verduras, nos subimos al techo del camión de madera que tenía una especie de reja y así viajamos… Éramos unos chamacos.»
«Recuerdo que llegué acá cargando mis dos “maletas” que en los costados decían Fab Roma (eran cajas de cartón). Me bajé del camión frente a la iglesia de Lourdes y me senté a llorar. Me sentía solito. Era como las cuatro o cinco de la tarde. Traía la dirección de la Tía Carmita, no era ni mi pariente, era amiga de mi mamá; por respeto le decíamos tía. Ella vivía por los venados. Yo no conocía la ciudad, ya me quería regresar a la Colonia; pero, como nunca había salido de allá, pues no sabía cómo volver. Las veces que vine con mi papá estaba yo chico y no recordaba casi nada,» recuerda el hijo de doña Rosy Duarte y Ubaldo López (+).
«En ese entonces no había la carretera de Buctzotz, por Valladolid, veníamos. Lloraba de impotencia de… no sé. No conocía a nadie. Me sentía peor que un perro, solito. Allá me quedé un buen rato, hasta que recogí mis maletas y me encaminé a casa de la tía Carmita.»
«‘Pasa, Nino,’ así me dijo. Me presentó a su hijo, el Baby le decían. Tenía una moto, era bohemio y cantaba bonito, como Javier Solís. Me vio triste y me sacó a pasear esa misma noche. Fuimos al cine a ver “Tacos al carbón”, con Vicente Fernández. De allá me llevó a pasear a Montejo, a cenar, luego fuimos a llevar serenata.»
Continuará…
L.C.C. VICENTE ARIEL LÓPEZ TEJERO
Esas eran épocas de gente luchadora, que buscaba sus oportunidades y valoraban lo que se tenía, me quedé «picada» con la historia