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XXI
VESPERTINA
LA tarde era gris… Moría
sin pompa bajo un silencio
de abismo, con los encantos
sugestivos del misterio…
Pensé en ti por quien perdí
con mi dicha mi sosiego…
Pensé en las cosas aladas
que bullen en mi cerebro
y me obsesionan y aturden
por cada vez que en ti pienso:
cantos que nunca escribí,
hondo y pertinaz anhelo
de estar cerca de ti siempre;
pena de estar de ti lejos…
Pensé en la trova de amor
que por ti arranqué del plectro:
trova que nació de un ansia,
ansia que brotó de un beso,
de un beso ardiente en tus ojos
zarcos, brillantes y pérfidos…
En las tenaces vigilias
en que mis ojos abiertos
perseguían en la sombra
las quimeras de un ensueño…
En lo que no ha de volver,
en lo que por ti se ha muerto:
tu primer beso de amor,
de amor tu llanto primero,
la caricia de tus manos,
el perfume de tu cuerpo,
tu ramillete de flores,
mi ramillete de versos…
* * *
La tarde era gris… Moría
anegada en el silencio
sin un rumor en las frondas,
sin un rumor en el viento…
Yo, a cuestas, llevaba el fardo
de mis propios pensamientos
como aquella tarde, grises,
como el horizonte, tétricos,
con lobregueces de abismo,
y con frialdades de témpano…
Acosado, como avispas
en tropel, por los recuerdos
de lo que no ha de volver,
de lo que por ti se ha muerto
inconsciente seguí el rumbo
del sombrío cementerio…
* * *
¡Oh, tarde gris, melancólica,
tarde de dulce misterio!
¡Cómo en la amable mansión
del amoroso silencio,
diste voz a lo que yace
hecho polvo bajo el suelo,
y a las cruces despintadas,
y a los rojos cirios trémulos,
y a las guirnaldas marchitas,
y a los sauces somnolientos!
“Si por amores estás
vida y alma consumiendo,
convierte aquí la mirada,
fija aquí tu pensamiento;
ven, que aquí se acabarán,
tus penas de amor, viajero…”
Al conjuro de esa voz
se tornó mi pensamiento
remozado y vigoroso
y alegre como un renuevo!
* * *
¡Perfidia! ¡No verás más
quemar mis ojos el fuego
de mis lágrimas rebeldes!
¡Ya no más irán mis versos,
en que vertí toda mi alma
y en que vibraron mis nervios,
al pedirte de rodillas
y suplicantes y trémulos,
la ardiente miel de tus labios,
la dulce miel de tus besos!
José Inés Novelo
Continuará la próxima semana…