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In Memoriam
Vangelis
(1943 – 2022)
En 1982 estaba por finalizar la prepa y entre las distracciones de fin de semana, junto con mis cuates, el cine ocupaba un lugar preponderante. Sin saber nada del filme, asistí con ellos a ver Carros de Fuego.
No solamente me enamoré de la película –la historia, las actuaciones, la época, los poderosos mensajes– sino también salí gratamente impresionado por la banda sonora y, en particular, por la melodía con la que los corredores ingleses eran saludados cada vez que emprendían una carrera: mágica, subyugante, misteriosa. El compositor: un músico griego, desconocido para mí, llamado Evangelos Odysseas Papathanassiou, cuyo nombre artístico era Vangelis.
En ningún momento me pareció un anacronismo porque, después de todo, no resultaba común que música evidentemente electrónica acompañara una historia que se desarrolla en la tercera década del Siglo XX (los Juegos Olímpicos de 1924 son la figura alrededor de la cual se desarrolla la trama).
Poco tiempo después, nuevamente en la intimidad de las salas de cine, disfruté de su música en la banda sonora de la genial adaptación de la historia de Phillip K. Dick que se convirtió en Blade Runner, del gran director Ridley Scott.
No era la primera vez que escuchaba y me hipnotizaba la música electrónica: mucho antes, en 1977, Jean Michel-Jarre me tatuó en el alma Oxygène, una bellísima obra maestra llena de sintetizadores; unos cuantos años antes Walter Carlos, que luego se convirtió en Wendy Carlos, había grabado en mi mente a fuego y para siempre su versión electrónica de la 9ª Sinfonía de Beethoven en la banda sonora de “Naranja Mecánica”, de Stanley Kubrick.
Pasó más de una década después de Carros de Fuego cuando, visitando a un muy estimado amigo con quien inicié la Maestría, puso como música de fondo un CD que me revivió el entusiasmo por la música de Vangelis: se trataba de The Best of Jon and Vangelis.
En primer lugar, hasta ese momento me enteré de la sociedad de Vangelis con Jon Anderson, cantante de Yes, exitoso ajonjolí de muchas agrupaciones musicales, solista con angelical voz y compositor de letras a la vez enigmáticas como llenas de sentimiento.
Conseguí que Eduardo me prestara ese disco, junto con el de Wilson Phillips que también escuché por vez primera esa ocasión, y gocé la colaboración de ambos artistas, y de las hermanas Wilson.
De ahí nació mi amor por los trabajos de Jon y Vangelis, cuya colección armé y goza de un lugar muy especial en mis recuerdos y discos. Si bien Vangelis continuó componiendo bandas sonoras que le dieron aún más renombre, todas ellas verdaderas joyas musicales, para mí son esos etéreos compases con su compadre Anderson los que me llenan de sentimiento.
Esa era la magia y genialidad del recientemente fallecido músico griego Vangelis: su música trasciende la temporalidad, transportando a quien la escucha a un remanso de paz y tranquilidad, sin que el medio ambiente interfiera.
Vangelis era un genio, sin duda, creando y transportándonos a paisajes musicales en los cuales podemos refugiarnos siempre que lo deseemos.
De esta manera, a través de la música, su legado es inmortal, como lo es ahora él.
Gracias, querido Vangelis, por tanta música y tantos recuerdos.
Descansa en paz…
S. Alvarado D.