(Cadáver exquisito a tres manos)
V
Destellos en la oscuridad. ¿Una navaja, un asesinato? Una familia sin padre, con dos hijas y una sobrina con apetito sexual recién despertado. Testimonios de sexualidad, ¿como protagonista o como voyeur? ¿En qué elementos se habrá basado para construir esta compleja serie de interrelaciones? Una voz que susurra en su mente, una muñeca en la cual se vierten los afectos ante la ausencia de la madre.
El doctor Pat cerró su iMac después de grabar sus notas sobre aquella paciente que le habían asignado. Como cabeza del departamento de Psiquiatría había visto, y personalmente tratado exitosamente, casos tan peculiares como el del taxista “reptiliano” que vivió en su mente una invasión con elementos nazis y extraterrestres, y que ahora era chofer de Uber y hasta lo había vuelto su compadre.
Otro de sus casos de éxito, famoso por su complejidad, fue el de aquel adorador de Baco que, cuando se pasaba de cucharadas, se convertía en trompo y golpeaba a todos con movimientos de cadera, como si estuviera bailando el “bump” de los años 70. Ese paciente finalmente encontró paz cuando decidió convertirse en bailarín de ballet clásico, participando en la presentación de “Espartaco”, una producción muy sonada en su época.
El doctor Pat se dirigió al archivero, sacó su botella de Buchanan’s y se tomó un trago a pico de botella, devolviéndola al fondo del último cajón.
Mientras paladeaba el sabor de la mezcla de maltas, ponderaba los elementos de aquella nueva aventura mental, porque él así consideraba todos los expedientes: como aventuras donde la imaginación de los pacientes era el único límite, y él resultaba el faro que los devolvía al mundo de todos los días…
El doctor tenía sus propios demonios/aventuras, pero esa botella ayudaba a mantenerlos alejados cuando se sentía amenazado, o al menos eso era lo que se decía, porque lo cierto era que había desarrollado una afición por ese líquido ambarino.
Embuchó el licor, hizo gárgaras, y lo depositó en su estómago.
La siguiente parte de su ritual de análisis era colocarse los audífonos, seleccionar su playlist de Led Zeppelin en su teléfono, y salir a caminar por los amplios jardines del centro de tratamiento.
Ensimismado, comenzó a darle vueltas al asunto mientras en su cabeza sonaba Whole Lotta Love.
El jardín, arbolado y con pasillos sinuosos que acercaban al viandante a las diferentes flores de ornato para que admirara su belleza, cumplió su cometido y logró que el doctor Pat se enfocara, mientras lo recorría.
No era raro que los pacientes combinaran sus propias psicosis con elementos fantásticos. En su experiencia, fiel discípulo de Freud y de Jung, casi todo lo que aquejaba a sus clientes estaba relacionado con problemas de sexualidad originados desde la infancia.
Lo más probable es que este nuevo caso también tuviera su raíz en alguna experiencia traumática de esa enigmática mujer. La muñeca, la oscuridad, resultaban anclas y temores comunes en niños que habían sufrido de abandono.
Buena parte del éxito del doctor Pat se debía a que consideraba todas las avenidas posibles al tratar a un paciente, tradicionales o no.
Cabía entre las posibilidades que la paciente pensara que estaba viviendo en un universo paralelo. La mente posee suficiente vericuetos y caminos que fácilmente se convertían en escondrijos ante situaciones de estrés, evitando así el dolor del mundo real.
Hizo una nota mental para preguntarle a la paciente durante su siguiente entrevista cuál era su recuerdo más antiguo. Ese sería un buen punto de inicio…
El frío aire del otoño que fenecía lo devolvió a la realidad al obligarlo a retirar su cabello, su máximo orgullo, de sus ojos. El rugido que provino de su estómago terminó de traerlo al presente, al recordarle que debía cuidar de su salud, que era necesario alimentarse para poder continuar sus labores.
Kashmir se desgranaba en sus oídos.
Sonrió.
Le encantaba su trabajo y este nuevo acertijo femenino había logrado ponerlo de buen humor…
S. Alvarado D.