Editorial
La pandemia y su ingrata presencia han venido a sacudir conciencias, como también a propiciar cambios de paradigmas y actitudes.
La reflexión ha despertado perspectivas y visiones otrora ocultas, obligando a ponderar el pasado, presente y posible futuro. Si en algo podemos afirmarnos es en la idea de que estos momentos están influyendo, a quererlo o no, en una evolución en las formas de pensar.
Ya era tiempo. El statu quo se actualizará, y con él llegarán los cambios que no por esperados dejarán de ser sorprendentes. Son tiempos de cambio.
Las personas están aprendiendo nuevas lecciones históricas impuestas por las circunstancias; y así, también, las instituciones y contexto político variarán.
Nuestras formas de vivir y convivir, la prevalencia de nuestras antiguas formas de participar en cuestiones políticas, van cambiando. La visión individual, en una nueva dimensión, afectará también a las instituciones. Por ello están pasando los partidos políticos nacionales de variopinta tendencia, sus declaraciones de principios, programas de acción y sus actividades.
En estos momentos, las siglas partidistas navegan en el vacío, en un olvido temporal que deberá ocuparse en los tiempos relacionados con las elecciones importantes en el año 2021.
¿Alguno de ellos podría blasonar de ser ahora mayoritario? No lo creemos.
No queda a los agrupamientos partidistas mucho tiempo para reorganizarse, si es que desean prevalecer.
Eso ocurre en virtud de las angustias presentes, de las vivencias dolorosas de todos los sectores de nuestra población, de la fractura interna de las estructuras partidistas, de los grupos políticos tradicionales de la localidad en los cuales no surge un liderazgo que pueda encabezar el reordenamiento de los agrupamientos políticos aún vigentes, adormecidos por el desaliento y la carencia de alternativas viables inmediatas.
Los tiempos por venir son, pues, trascendentes, siempre y cuando dejemos prevalecer la sensatez, la reflexión juiciosa. No hay sitio para las improvisaciones.
Se percibe nulo movimiento para encabezar movimientos de rescate social en las estructuras partidistas.
Los grupos políticos están agazapados, esperando el paso de la que quizá en su visión será una presa fácil de lograr. No habrá captura fácil de prosélitos para recomponer el borreguismo político tradicional.
Y si alguien piensa lo contrario habrá de recibir una severa lección política ocasionada por las circunstancias de la pandemia.
Solo el tiempo y tales circunstancias nos señalarán los nuevos caminos.