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Letras
José Juan Cervera
La invisibilidad es un bien que disloca la armonía de los filtros sensoriales, fija su huella en el aire, y sucumbe en el intento de colmar el vacío de miradas extenuadas.
De pronto, surge un ruido ensordecedor que hace vibrar las paredes, para incrustarse en ellas, hasta culminar en un nudo que lo preserva para el incierto deleite de generaciones venideras.
A lo lejos se agitan manos vacías que palpan lo intangible con ademanes y giros de contornos traslúcidos.
Cunden escalofríos cuanto más recia se precipita una lluvia fantasmal que lacera el paisaje y deposita crispaciones de polvo en el subsuelo.
Sin color ni temperatura, el remordimiento espectral abate la consciencia del escéptico contumaz, nutriendo con su aliento la sombra de las quimeras.
¿Para qué tantos escrúpulos si un soplo de la fortuna remueve el lienzo seco de tus angustias?
Lo que llamas tu esencia es simiente petrificada que circundan afectos de añeja y densa compactación.
Si una flor esplende en la naturaleza, en el plano simbólico retoñan los páramos.
¿Cómo decir que la vida se ausentó de ti si en tu último combate sellaste un lazo que germina en añoranza?
El hábil forjador de cadenas sueña eslabones sobre campos floridos.
