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Unidos contra el destructor

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Perspectiva – Desde Canadá

XXXI

A juzgar por el título, muchos podrían pensar que hablaré del presidente en turno de nuestro atribulado México, presidente belicoso que ha resultado buenísimo para desbaratar en vez de componer, y malísimo para sembrar y construir hacia el futuro.

Pero no…

En unas horas Ontario, la provincia en la que vivo, aplicará lo que aquí las autoridades han llamado la “segunda declaración de emergencia provincial”, implementando medidas que restringirán las actividades, labores y horarios de todo mundo, en aras de reducir los contagios de Covid-19.

La primera emergencia, con una duración de cuatro semanas, inició el 26 de diciembre e implicó que ya no se recibieran comensales en restaurantes, que los negocios redujeran al 50% su aforo, dio fechas para el retorno de los estudiantes a la escuela, así como instrucciones para que fuéramos todos más cuidadosos durante los eventos de fin de año. Con ello se pretendía no se diera un repunte en los contagios y, con ello, comprometer la capacidad hospitalaria.

Los nativos de esta nación son seres humanos, y su condición de pertenecer a lo que ha sido definido como el Primer Mundo no los hace diferentes ni mejores. Por lo tanto, cometieron los mismos errores que hemos visto se cometan en todo el planeta: se reunieron alegremente a departir durante la Navidad y el Año Nuevo.

Como consecuencia del descuido, el nivel de contagios en esta provincia, y al menos en otras dos (Quebec y Alberta, además de Ontario, están en el ojo del huracán en estos momentos), incrementó enormemente al comparar contra la información a mediados de diciembre: en la segunda semana del mes pasado había 50 contagios en Cornwall (la ciudad más cercana a Long Sault) y el día de hoy hay 226 casos activos.

En Toronto, el promedio de los últimos cinco días es de 865 casos diarios, y de ayer a hoy se reportaron 769 nuevos casos; en Peel, los casos nuevos reportados ayer fueron poco más de 600.

Quebec, ante el implacable crecimiento de los contagios y el consiguiente decremento de camas disponibles, desde la semana pasada instituyó un toque de queda obligatorio en la provincia: desde las 8:30 de la noche y hasta las 5 de la mañana del día siguiente no se permite el tránsito a menos que sea por motivo de trabajo.

La segunda emergencia, que entra en vigor en Ontario en el primer minuto del jueves 14 de enero y abarcará cuatro semanas, pide, entre otras cosas, que los empleados (con el apoyo de los empleadores) se queden en sus casas y trabajen remotamente, a menos que su trabajo deba hacerse de manera presencial.

También reduce las horas de operación de la mayoría de los negocios, debiendo cerrar no más tarde de las ocho de la noche, y abrir hasta las siete de la mañana; la cantidad máxima de personas reunidas a la vez, con una sana distancia entre ellas, será cinco; todo mundo deberá reducir al mínimo sus salidas de casa, reduciéndolas a aquellas que esté relacionadas con la salud, o con la compra de víveres o medicinas.

Todo lo anterior de manera paralela a las medidas de la primera emergencia. La nueva fecha de retorno a clases para el estudiantado aún está en el incierto futuro.

En pocas palabras, Ontario nos pide a todos que le bajemos a nuestro ritmo y nos concentremos en nuestras casas, a esperar a que amaine el temporal, mientras los esfuerzos de vacunación atacan al destructor, buscando acabar con el nefasto virus (que no es el presidente de México, conste, que a ese lo vamos a acabar en las urnas en unos meses).

A diferencia de la estrategia que eligió nuestro mentado y deslucido presidente, aquí (como en otros países) la decisión fue adquirir deuda y apoyar económicamente a los negocios y a los trabajadores para que unos pudieran cerrar, los otros aislarse, y así evitar lo que vemos le está reventando a la Dra. Sheinbaum en la CDMX.

¿Qué quiere decir esta segunda emergencia para este yucateco avecindado en estos lares?

En mi lugar de trabajo hemos seguido instrucciones de cuidados contra el Covid-19 desde abril del año pasado, por lo que seguiré acudiendo a trabajar como desde ese entonces, siguiendo los lineamientos que nos han permitido evitar contagios en la planta.

Seguiré saliendo únicamente a hacer las compras del super una vez a la semana, y continuaré con el desarrollo de mis habilidades como Master Chafa, corrijo, Chef, valientemente exponiéndome a enfermarme por consumir los resultados de mis menjurjes y cocciones.

Me guardaré la mayor parte del tiempo en la casa, con mayor razón ahora que se ha anunciado que en la última semana de enero y las primeras dos de febrero el vértice polar estará sobre nosotros. El mercurio andará por debajo de los -20 grados Celsius, con máximas alrededor de -10 grados. Mis libros me lo agradecerán, y las salidas serán únicamente para caminar y, si encuentro el valor, para correr un poquito, muy abrigado.

Sobre todo, me daré a la tarea de observar y conocer aún más de lo que me rodea, todo mientras cumplo con las medidas de seguridad.

Ahora que una gran parte del río St. Lawrence se ha congelado, las cabañas portátiles en las cuales los pescadores se refugian a consumir de todo, e incluso a pescar, se han multiplicado sobre la superficie de hielo.

Los niños se divierten deslizándose sobre sus toboganes en cuanta ladera cubierta de nieve encuentran, mientras otros patinan sobre el hielo o juegan hockey, ante mi envidia por la gracilidad de su patinaje, un deporte y habilidad que hasta ahora no he logrado desarrollar.

Por cierto, esta noche inicia oficialmente la temporada de hockey profesional de la National Hockey League (NHL). Me fue imposible no registrar el nivel de excitación que acarrea entre los nativos locales. El equipo local es el de los Senadores de Ottawa, y los odiados rivales son las Hojas de Maple de Toronto, y los Canadiéns de Montreal, además de los equipos de Nueva York.

Así que intentaré también aprender un poco del deporte nacional de Canadá: el hockey sobre hielo. El otro es el curling y, aunque parece fastidioso, es igual de interesante y cautivante.

Esta entrega va acompañada de mis mejores deseos porque recupere la salud un querido amigo mío, una víctima más de este infame virus. Dios está contigo, querido amigo. Haz tu parte.

Desde esta perspectiva, motivos para sobreponernos y conquistar esta incertidumbre, aún más ahora que se vislumbra la esperanza de la vacuna en el horizonte, hay muchos. Nos toca encontrarlos, no darnos por vencidos y, ante todo, cuidarnos.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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