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Una lógica de la Belleza (II)

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Francisco Castro Leñero

Nos dice Mondrian: “Inconscientemente, todo artista verdadero ha sido siempre conmovido por la belleza de la línea, del color y por sus relaciones intrínsecas, y no por lo que puedan representar. Siempre ha tratado de expresar toda energía vital por estos medios.”

Estas frases por las cuales el artista holandés trata de definir lo que es el “arte plástico puro”, sin duda parecen aplicarse a la pintura de Francisco Castro Leñero, y explicar, a la vez, el título que le dio Sylvia Navarrete a la actual exposición Francisco Castro Leñero. Una lógica de la Belleza.

Uno de los aspectos de la obra de Castro Leñero es que nos revela el valor de la vertical y de la horizontal, aunque también de la diagonal, a través de formas geométricas sencillas como cuadrángulos y triángulos pero, sobre todo, de aquella “cuadrícula franciscana” implícita -ni más ni menos que el plano cartesiano- a la que se han referido de diferentes maneras Sylvia Navarrete, Rodrigo Flores Herrasti, Patricia Soriano y Rodrigo Imaz en la plática curatorial que tuvo lugar hace unas semanas en Bellas Artes.

En ese sentido, su obra pareciera estar en acuerdo con Mondrian cuando nos dice que “las dos oposiciones (vertical y horizontal) están en equivalencia, es decir tienen el mismo valor: una necesidad primordial de equilibrio. Por medio de la abstracción, el arte ha interiorizado la forma y el color y ha llevado la línea curva a su máxima tensión, la línea recta.” Sin embargo, en la pintura de Castro Leñero aparecen quiebres: trazos libres, formas que se desfasan, que son tan importantes como la búsqueda de equilibrio que las sustenta.

Entre estos quiebres sorprenden, una y otra vez, en cada cuadro donde aparecen, las curvas con las que el pintor sugiere redes vibratorias que parecen situarse en el momento mismo en que apareció la vida. Sorprenden no porque uno no se las esperara, sino de la misma manera en que resulta fascinante constatar que, en la naturaleza, elementos tan aparentemente libres como las olas del mar, los reflejos de la luz en el agua, el viento y el sonido mismo a través del cual es posible la música y la poesía, responden en realidad a un patrón y a un orden subyacente.

Uno entiende porque, entre otros párrafos, Castro Leñero puso éste de relieve en su antología de ensayos de Juan García Ponce sobre arte y pintura: “¿Qué organiza el arte cuando se convierte en forma? Lo mismo que la vida, que tampoco se muestra más que como forma” (García Ponce). Quizás sea por este amor por la vida misma que Castro Leñero haya decidido consagrarse a la abstracción, a pesar de su consabido talento por la figuración.

Nos dice Mondrian, de nueva cuenta: “En la naturaleza, el aspecto de las formas es tan expresivo, tan viviente, que se tiende sólo a sentir la armonía e ignorar el ritmo. Si el arte ha de darnos la sensación de realidad, no puede seguir el aspecto de ella. El arte ha de acentuar el ritmo, pero de tal modo que este se funda con la unidad,” palabras que parecen adaptarse particularmente bien a la pintura abstracta de Castro Leñero.

En efecto, los quiebres y oposiciones que en ella constatamos entre formas ortogonales y curvas, particularmente evidentes en el mural de Akaso, pero también entre regularidad del pattern y la alegría espontánea del color o del trazo libre, nos ponen frente a la posibilidad de lo individual con respecto al todo, afirmando así la realidad misma de la libertad y, por tanto, de la vida misma.

La pintura abstracta, cuando es sincera, siempre es, en el fondo, la manifestación de una actitud contemplativa cuyo propósito primordial es llevarnos a maravillarnos frente al misterio de la configuración de lo existente. Es precisamente en la capacidad de expresar este thaumazein que el pintor es capaz de revelar la Belleza en sí.

En todo caso, frente a la obra de Castro Leñero uno entiende por qué quiso resaltar en su antología sobre la pintura, estas otras palabras de García Ponce: “La pintura no tiene profundidad, es una mera superficie, pero el que viaja por esa superficie, puede tocar el fondo.

ESTEBAN GARCÍA BROSSEAU

garciabrosseaue@gmail.com

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