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Una larga espera

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Editorial

Imagen: Mtro. Manuel Lizama. (1970)

La pandemia en la que estamos inmersos, a quererlo o no, nos marca y afecta en lo individual y lo colectivo, como personas, y como sociedad.

Asoman, a quererlo o no, nuestras fallas en la organización social, en los formatos de lo que es el servicio público, como también en los servicios que todos compartimos como son los vehículos públicos de transporte, mercados, templos, centros de reunión, escuelas, etc. Hasta el deambular por las calles, como otrora, es hoy un motivo de reflexión previa antes de dar el primer paso en la vía pública.

Estamos hechos a esquemas de vida y convivencia, no a reclusión y uso de adminículos como los cubrebocas, que son una de las medidas efectivas para autoprotegernos en las vías públicas, transporte, comercios, etc.

El ser humano es un animal gregario. Ha aprendido a serlo después de muchos milenios en los que las costumbres han variado, es cierto, pero no en forma mundial ni tan drástica como en los siglos precedentes.

El posible contagio, con sus consecuencias últimas, está a corta distancia de cada uno de nosotros.

En un mundo superpoblado como el que compartimos, los avances obtenidos en muchas centurias pueden no ser suficientes para garantizar la prevalencia de la humanidad en todos sus espacios, límites territoriales. No como se estimaba que pudiera lograrse.

Los límites territoriales, las creencias y religiones, las poblaciones que hablan cientos de idiomas o dialectos, han sido rebasadas por un virus letal, el más mortal que han enfrentado todos los países en sus pasados remotos o presentes. Los espacios diseñados para eventos con miles de personas están inoperantes.

Aún falta por analizar si la misma reproducción humana habrá de verse afectada en el corto plazo, por la obligada tensión que está actuando sobre los genes masculinos y femeninos, en las comunidades y en los que aún estamos lejos de medir las posibles repercusiones y/o influencias.

Si la forma actual de vivir bajo tensión diaria y constante está afectando las capacidades genéticas, es un tema poco o nada tratado en los círculos cercanos de investigadores, laboratorios, analistas calificados, etc.

Nuestra generación habrá de ver, eso sí, los resultados finales de esta pandemia.

Un nuevo mañana espera a las sociedades humanas actuales.

Esperemos que el sol de la esperanza se mantenga alumbrando nuestra fe.

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