Inicio Cultura Un Príncipe más

Un Príncipe más

3
0

VozdeTinta_1 PRIMERAS LETRAS*

Principe_1

AURORA CASTILLO

Nunca antes lo vio. El destino había querido que tomara el autobús una hora antes. Desde entonces no fallaba: siempre, a la misma hora.

La primera vez que cruzaron miradas surgió la atracción; ella sabía que era recíproca.

Era la imagen del príncipe que soñó desde su infancia: delgado, sonrisa perfecta, cuello fino y estatura sobresaliente; el dulce color de sus ojos le recordaba al mar en calma, y la llenaba de una plenitud tal, que su corazón henchido vibraba como si experimentara en su piel la caricia de sus manos.

Sentados siempre en el mismo orden: ella a la izquierda, él una fila adelante; él sentado a propósito de lado para verla mejor, con una dulzura inusual, posaba la vista en ella; sus tupidas pestañas bajaban y subían con rapidez, coronando con una sonrisa tímida el ritual tan característico del pavorreal cortejando a su pareja.

Ella fantaseaba cada día asignándole un nuevo nombre, cada vez más gallardo, más hermoso, más digno de un hombre perfecto; imaginaba largos paseos tomados de la mano. ¡Ah! pero lo que más anhelaba era bailar con él; imaginaba sus cuerpos ágiles danzando en coreografías perfectas. Cuando bajaba del autobús, flotaba entre sueños.

Un día, no bajó en su parada habitual, el autobús se fue vaciando poco a poco y, sin darse cuenta, comenzaron a hablar.

Si los dioses tenían voz, seguramente envidiaban la suya; le preguntó por su vida, sus gustos y sueños; ella, con la alegría de un colibrí, llenaba de pinceladas el ambiente del ordinario lugar.

Cuando el autobús llegó al final de la ruta, ella se levantó de un salto; él se incorporó de a poco, tomó unas viejas muletas que apoyadas en el respaldo y las colocó bajó sus brazos.

Hasta entonces reparó en sus manos deformadas…

Una aguja congelada atravesó su espina dorsal al ver que solo una de sus piernas tocaba el piso; la flexión en la cadera denotaba el impacto de la asimetría en su esqueleto.

Al elevar su rostro hacia el de ella, la encontró pálida y horrorizada.  Asombrado, la vio escapar de prisa, mientras gritaba al aire frases sin sentido.

Lamentaba haber perdido al príncipe de sus sueños.


*Espacio dedicado por Diario del Sureste a la publicación y promoción de textos de los Talleres de formación literaria de “Voz de Tinta”

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.