In Memoriam
Querido Tío,
Hoy amaneció como una mañana habitual, hasta que poco antes de salir rumbo al trabajo tomé mi teléfono y vi una notificación de nuestro amigo Ricardo Pat como todos los viernes… Sólo que hoy no es viernes…
Hemos estado pendientes de las noticias acerca de tu salud, así que abrí rápidamente la publicación y todo cambió en un instante, se sintió como un gancho en el estómago…
Nos compartía la noticia de que ya no estás más con nosotros, que te fuiste a la gira más importante: Partiste a compartir tu alegría con los niños en el cielo.
Al igual que Beethoven, todavía traías mucha música por dentro. Así que, donde estás seguirás siendo el Tío, o mejor aún, ahora serás el Ángel de los niños.
Cada día, desde que nos enteramos de tu estado de salud, hicimos nuestras oraciones para que te recuperaras. Desconocía que estabas tan grave; pero, como todo lo que se le pide a Dios en oración y amor se cumple, al menos me consuela saber que te liberó, y que ya no sufrirás físicamente los estragos de una enfermedad tan devastadora. Aun así, no habrá nunca manera de compensar el dolor de tu pérdida y el espacio vacío que nos dejas aquí en la Tierra y, desde luego, el de nuestros corazones.
Nadie como tú, que siempre te ocupaste de sembrar el bien sin mirar a quién en cada acto que realizaste, en cada corazón que tocaste con tus mensajes positivos con todo tu entusiasmo y alegría, en tu apostolado en la iglesia. Tu mejor obra siempre será haber generado tantas ilusiones en los corazones de los niños.
Muchos talentos surgieron de tus programas infantiles como “Día Feliz”, en el Parque del Centenario, y “Felices tardes”. Cientos de niños celebraron su cumpleaños en tu programa “Mi Fiestecita”, donde nos divertíamos los viernes por la tarde cortando pastel y repartiendo muchas pizzas.
En tus programas había concursos de conocimientos y nos diste miles de consejos de valor a niños y adultos. Fuiste siempre portavoz de los Derechos de los Niños, empezando por el de tener una familia que los ame y se preocupe por su bienestar.
Trascendiste mil generaciones. Los tiempos se hicieron cada vez más complicados ante la avasalladora competencia de los medios digitales que, como tú mismo me comentaste en nuestra última plática, abundan en contenidos tontos, inútiles y vacíos que se llevan con ellos la inteligencia y la capacidad de imaginar del cerebro de nuestros niños.
Ahora que ya estás con Dios, cuéntale lo que me dijiste, porque sé que le entregarás tu preocupación por el futuro de los niños: que los papás hoy en día ya tienen completamente fuera de su control los horarios de uso de los celulares, que ya no tienen tiempo para atender a sus hijos, y dejan que sean las nanas de los niños. Por lo tanto, ya no conocen a sus hijos, no juegan, no leen y no pasan tiempo de calidad con ellos.
Me dijiste que cuando ustedes eran chicos, además de estudiar, se les mandaba a aprender una profesión, para aprovechar el tiempo en cosas productivas, no como ahora que vacaciones significa rascarse el tuch todo el día.
Ahora que ya estás con Dios, dile que nos ilumine más a los que somos padres, que ponga en nuestros corazones más amor y más dedicación para que podamos ganar esta batalla que aún no está perdida; que podamos poner a nuestro favor esos mismos medios digitales para crecer, aprender y compartir cosas buenas, positivas, que enriquezcan nuestras vidas, cómo tú lo hacías…
Cuéntale la experiencia que pasaste en tu familia, la historia que me contaste de esos papás prepotentes que quieren que se les cambien las calificaciones a sus hijos, que pasan por encima de maestros e instituciones sin importar qué clase de seres humanos están formando.
También pídele que ilumine a los padres y maestros para que entiendan y acepten más de cerca las habilidades y talentos de los niños, para que aprendan a respetar que cada persona viene al mundo con un plan perfecto.
Tú nos diste el ejemplo de vivir una profesión por pasión, de que lo que uno hace con amor es entregar su ser a la vida, a la paz, sentirse siempre inspirado a mejorar.
Sobre todo, nos mostraste durante tu vida que sí se puede vivir bonito cuando uno se entrega a lo que más lo apasiona, aquello para lo que cada uno de nosotros fue creado único e irrepetible, que sólo así podemos lograr vidas trascendentales como la tuya, querido Tío.
Como nos contaste, tus inicios no fueron fáciles, pero te sostuvo el amor a tu arte y profesión.
Me llevo tus palabras acerca de sentir admiración hacia mí como madre, tu orgullo por mis hijos, que cada uno de ellos ha logrado ser exitoso en lo que se propone. Así como también estás orgulloso de que los niños que trabajaron contigo hoy sean todos personas de bien al mundo.
Tú reconocías muy bien que dependemos de nuestros niños y de lo que les enseñamos para dejar un mundo mejor a cómo lo encontramos. Gracias por tu granito de arena, que trascenderá mil generaciones más.
Te llevas contigo los mejores y más felices recuerdos de mi infancia: siete años de música, risas, de conocer artistas de todos los ámbitos. Lo mejor fue que en esos días muchas veces tus consejos fueron los de un padre. Aprendí que se puede educar desde el amor y la paciencia.
Siempre estaré muy agradecida por haber convivido contigo tanto tiempo. Será el gran privilegio de mi vida haber sido la sobrinita del programa del Tío Salim. Eso nadie me lo puede quitar.
Gracias por nuestra última conversación que queda para siempre en mi memoria: enseñanzas y mensajes de un hombre sabio, bueno y amable.
Gracias por tu cariño hacia mi madre y mis hermanitas.
Gracias por todo lo que me enseñaste y el tiempo que compartiste conmigo.
Gracias por tu vida dedicada a la diversión y sano esparcimiento de los niños, por enseñarnos que quien trabaja para los niños con amor hace el trabajo de Dios.
Descansa en la Paz de Dios, que ya te la ganaste.
Mi cariño por siempre contigo.
Tu sobrinita que te recordará siempre,
Rosy.
ROSY MEDINA PACHECO