III
LAS CRÓNICAS MAYAS
Buluc Ahau u he’ katún Ichcanzihoob
El katún 11 Ahau se asienta en Ichcanzihoó*
–Chilam Balam de Chumayel
Las crónicas mayas de la época colonial ofrecen dificultades muy particulares de traducción, pues algunos pasajes fueron escritos en lenguaje codificado, sacerdotal, de élites, inaccesible muchas veces incluso para el maya común de la época; emplea metáforas y préstamos de otras lenguas vecinas e incluso del español y el latín. Además los significados y connotaciones culturales de los vocablos pueden ser totalmente diferentes de los occidentales –como hemos visto en cuanto al significado cultural de can: serpiente–, y si a esto agregamos el deseo frecuente del cronista de escribir en un lenguaje figurado que no pudiera ser entendido cabalmente por los conquistadores, podemos imaginamos la dificultad que encierran, y la profundidad de conocimientos filológicos, históricos y culturales que implica una traducción adecuada de estos textos. Dice el Chilam Balam de Chumayel:
Mac to ah bovat ¿Quién será El Profeta?
Mac to ah kin ¿Quién será El Sacerdote?
bin taholcantic Que interpretará acertadamente
u than uooh lae Que leerá estos caracteres ocultos*
Aunque los expertos todavía tienen mucho camino por recorrer para desentrañar la historia encerrada en esas redes de la lengua maya colonial, encontramos por lo menos dos asuntos básicos en relación al tema que nos ocupa que las crónicas ya nos pueden ayudar a desentrañar primero, el origen de Ichcanzihó y sus pobladores, y segundo, los límites políticos y geográficos de su comarca.
Las referencias históricas acerca de T’Hó en los libros del Chilam Balam de Chumayel y de Tizimín son abundantes y reiteradas, consecuencia, muy posiblemente, de la concepción cíclica del tiempo de esta cultura, y se remontan a épocas muy tempranas del desarrollo de los mayas de Yucatán. Otra vez, en el «Katún 11 Ahau» se nos habla de la fundación de Ichcanzhó, de uno de sus Ah Kinoob –sacerdotes del culto solar–, llamado Ah Kin Chablé, y de Holtun Balam, del linaje de los Yaxum o Raxum–quichés guatemaltecos–, gran señor e hijo del padre primigenio. El origen histórico de la ciudad que sugieren estas crónicas es apoyado por algunas de las características de la arquitectura de los sitios satélites de T’Hó que se han podido conocer, pues estas tienen ciertos paralelos –esquinas arremetidas, plataformas exentas, etcétera–, con aquellas primeras etapas constructivas de centros como Uaxactún, en el Petén de Guatemala, y sabemos que los movimientos de población son una de las constantes en el desarrollo histórico de los mayas antiguos.
La importancia de T’Hó en el panorama prehispánico queda también registrada en diversas partes del Chilam Balam de Tizimín.
Bin pecnac peten i
Pecnom bal cah i
Pecnom chumuc cab
T u pol peten
Ich Can Si Ho
Este texto fue traducido por Edmonson (1982) de la siguiente manera (obsérvese la última línea, donde se traduce Ichcanzihó como «Mérida nacida del cielo»):
The country will be made aware,
The world informed.
The center of the land informed
At the head of the country
In Heaven Born Merida…
La traducción que proponemos, basados en el Calepino de Motul (Arzápalo, 1995) y en las consideraciones señaladas anteriormente sería:
Se escuchará en toda la comarca,
se oirá en el territorio,
se oirá en el centro de la tierra,
a la cabeza del país,
Los de rancio abolengo.
En el Códice de Calkiní (1579), uno de los documentos más antiguos de la Colonia, encontramos un pasaje referente a T’Hó, como centro de una provincia, la de Chakán1, que colindaba por el sur con la de los canules de Calkiní del Camino Real, zona con una gran riqueza literaria.
“Manaan nak chakan ti ho tu lakin ucu: u manel ca u ch’ab u chi u kaknabil” (Códice de Calkini).2
Este fue el recorrido de los canules al caminar hacia Petén Itzá, la región de los itzáes.
A partir del estudio de las crónicas, el historiador Ralph Roys (1957) observó que Caucel poseía ricas salinas en la costa, y al oeste había un estado llamado Ucú cuyas tierras llegaban hasta el mar. Al Este tenía a Chuburná –con costa– e Itzamná; que tenían bataboob –representantes– controlados desde Mutul por el Halach Uinic de la provincia vecina llamada Cehpech.
En su obra «The Political Geography of the Yucatan Maya» escribe Roys:
Unlike the better–organized provinces. Chakan seems to have consisted of a collection of independent towns whose relations with one another remain a matter of conjecture…Tiho was the usual name of the village where Mérida was founded, but in the Maya prophecies it is always called Ichcansiho…Although we have early descriptions of the handsome ruins at Tiho, we know little about the actual town, except that it consisted of pole–and–thatch structures… Although Tiho was in Chakan, it was very close to the border of Cehpech. Indeed, the town of Itzimná, now a suburb of Mérida, was in the latter province.3
Por su parte, Peter Gerhard (1990), en La frontera sur de la Nueva España nos dice que
«…en el momento del contacto la mayor parte de esta región –la de Mérida– pertenece a la provincia de Chakán, que incluía las comunidades de Cauquel (Caucel) y Tikanalsin (Kanasín)».
Según opinión de la historiadora Piedad Peniche (1993), basada en las crónicas y en el trabajo de Roys, la economía de la provincia de Chakán estaba muy relacionada con el comercio y la exportación de sal a otras regiones del área maya. Era una provincia confederada, o sea con una estructura sociopolítica de compromisos recíprocos entre diferentes linajes o grupos de parentesco. Esta variedad social estaba muy probablemente asociada con su economía, estrechamente vinculada a la naturaleza, y con una concepción religiosa del universo reflejada en su lengua, el maya yucateco colonial, y en su calendario, con su cuenta de katunes –periodos de aproximadamente 20 años–. Los restos arqueológicos de la ciudad podrían confirmar esas y otras situaciones planteadas desde un análisis histórico de la literatura maya colonial.
Un ejemplo.
En 1867 Lord Stephen Salisbury escribió en su Historia de los Mayas, traducida en 1955 por don Armando Bolio Ávila:
La divinidad más adorada en T’Hó fue Bac–Lun–Chan, priapus de los mayas, y el gran templo levantado como un santuario a este dios fue poco inferior al templo de Izamal, y llevaba el título de Yajam–Cumú, el más bello templo.
En el Bocabulario Maya Than de Viena, diccionario del siglo XVI, se dice que Uac Lom Chaan es el “Ydolo que tenían los antiguos de Mérida. Ydolo, otro de los indios de Mérida, y por él llamose ansi el ku o cerro grande que está detrás de San Francisco, al oriente».
También en el Calepino Maya de Motul, escrito entre 1551 v 1617, se señala a Ah Chun Can como “el cerro grande que está tras Sant Francisco de Mérida» y como el “ydolo de los indios antiguos de Mérida”.
Entre arqueólogos e historiadores hay una tendencia a pensar que el gran cerro de Bac Lum Chan debía de estar en la Plaza Grande, en el centro de Mérida, y supuestamente es el representado en el célebre croquis que Landa realiza de la magnífica construcción que existió en ese lugar. Esa creencia se ve reforzada por algunas fuentes como Cogolludo (1688) y otras más recientes, como por ejemplo Olegario Molina (1905) quien en un artículo publicado en el “Yucatán Ilustrado», dice: «En el centro de la ciudad, donde antes estuvo la gran pirámide maya de Xbak-luum-chaan y que fue destruida en los primeros días de la conquista, es ahora la plaza de la Independencia con frondosos árboles que sombrean sus hermosas avenidas…”
Sin embargo, el estudio de las fuentes más antiguas, como el Bocabulario Maya Than y el Calepino de Motul, arriba citados, nos permite pensar que el ku rebautizado como Cerro de San Antón y luego «del Imposible», que estaba ubicado justamente al oriente del convento, era aquel «ku o cerro grande” donde los «antiguos indios de Mérida» tenían a su «ydolo» Ah Chun Can.
En el Calepino de Motul se dan otras dos acepciones de «ah chun can» que aportan información interesante acerca de aquel cerro. Dice el diccionario que son “los principales que primero hablan en los negocios» y «el patriarca o prelado mayor”. Traduciendo de Ah «el que es o los que son de» Chun: «origen, causa o principio”, «raíz de árbol» o «achaque, u ocasión [como pretexto]» y Can «serpiente», con lo cual diríamos «Los que son de origen serpiente». Lo cual está muy relacionado con el significado de Ichcanziho(ob) –nombre de la Mérida ancestral– que el doctor Arzápalo Marín ha traducido como «Los nacidos de la Serpiente» o «Los de Rancio Abolengo».
El significado del nombre del sitio, del ídolo principal y del gran cerro, nos insinúa también una de las posibles razones por las cuales Montejo el Adelantado escogió –entre otras importantes ciudades mayas de la Península–, precisamente a T’Ho para la fundación de Mérida. El sitio debió tener una preminencia política que hacía que las relaciones de los recién llegados con los principales linajes del lugar tuvieran una repercusión importante para el proceso de la conquista en el territorio peninsular.
Sergio Quesada (1993) considera que:
la provincia de Chakán y la de Chikinchel fueron, por decirlo de algún modo, si no invenciones sí convencionalismos que los españoles emplearon para agrupar territorialmente a los «bataboob”4 independientes que encontraron en estas regiones cuando Invadieron Yucatán.
No obstante, aún en los documentos mayas de la Guerra de Castas, en el siglo pasado, se hace referencia a «noh cah5 Tii Hoo», «el gran pueblo de Tii Hoo», connotando con esos prefijos la importancia de esa población. Asimismo, se habla de personajes históricos con importantes cargos políticos: como el «batab» Ix Na Kuk Pech, y un «balam» sin nombre conocido. También hay referencias al «ydolo de Mérida»: Ah Chun Can.
Basado en 200 documentos notariales en lengua indígena, del siglo XVIII, sobre los barrios–cah de Tihó, el historiador Mathew Restall (1997), de la Universidad de Stanford, señala la posibilidad de que los cinco barrios de Mérida: Santana, Mejorada, San Cristóbal, San Sebastián y Santiago, fueran cada uno un cah prehispánico, más o menos equidistante de la plaza central de T’Hó, y relaciona estos cinco puntos con el posible significado de «cinco” en el topónimo de Tihó.
En 1882, D.G. Brinton publica en Filadelfia The Maya Chronicles. En los principales pasajes de estas crónicas indígenas se hace referencia a la antigua T’Hó, y su valor histórico es considerable. La búsqueda de datos en estas fuentes, en las citadas por Restall y en otros documentos mayas sobrevivientes relacionados con T’Ho, arrojará Importante luz sobre la historia maya de Mérida.
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*Traducción del Dr. Ramón Arzápalo Marín, comunicación personal.
1 «Chakan»: sabana, dehesa, vega, campo llano o herbaje para pasto. (Calepino Maya de Motul, Edición de Ramón Arzápalo, 1995)
2 «Pasaron por el extremo de la sabana de Tiho, por el oriente de Ucú, y continuaron hasta alcanzar la orilla del mar (traducción de Okoshi, 1992).
3 «A diferencia de las provincias mejor organizadas, Chakán parece haber consistido en una serie de pueblos independientes, cuyas relaciones de unos con otros es materia de conjeturas…Tihó fue el nombre común del pueblo en donde se fundó Mérida, pero en las profecías mayas siempre se le llamó Ichcansihó. Aunque tenemos tempranas descripciones de las hermosas ruinas de Tiho, conocemos poco acerca de esa ciudad, excepto que estaba constituido por estructuras de bajareque…Aunque Tiho estaba en Chakán, estaba muy cerca de la frontera con Cehpech. De hecho, el pueblo de Itzimná, ahora un suburbio de Mérida, estaba en la otra provincia» (Trad. del autor).
4 Los «bataboob» o «batabiles independientes, eran grupos que, ubicados en un área con una característica natural, no constituían territorios políticos centralizados, y tampoco tenían un aparato administrativo unificado ni estaban subordinados a ninguna capital (Quesada, 1993).
5 «El Cah era una entidad geográfica, dentro de límites específicos, que contenían los solares de la comunidad y también incluían tierra que podía estar a muchos kilómetros de los solares habitacionales del Cah. El área del Cah que podría llamarse residencial era un núcleo bien definido y separado en el sentido geográfico de lo que era entonces el territorio del can» (Restall, 1997. Trad. del autor)
Josep Ligorred Perramon
Continuará la próxima semana…