I. DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA Y LITERARIA
Las referencias a T’Hó han sido constantes a lo largo de la historia de Yucatán. A partir del siglo XVI, los mayas registraron su pasado usando el alfabeto latino, y en su relación probablemente hicieron transcripciones de los códices jeroglíficos. En 1969 el maestro Alfredo Barrera Vásquez observaba que “poseedores de la escritura alfabética, los mayas yucatecos se esforzaron en conservar sus más caras tradiciones con este medio”
Por su parte, los evangelizadores y conquistadores españoles se impusieron la ardua tarea de reportar por escrito a los reyes hispanos las características de las nuevas tierras y de sus gentes, así como de relatar los acontecimientos más importantes del inicio de la Colonia.
Más adelante, viajeros y curiosos escribieron, asombrados, acerca de los vestigios que iban quedando de aquel antiguo mundo maya, vivo todavía en la memoria de los más ancianos. La observación de los logros de esta civilización mesoamericana, hecha por aquellos primeros estudiosos se reflejaría en el siglo XIX. cuando revistas y periódicos regionales, como el «Museo Yucateco” y el «Registro Yucateco», comenzaron a difundir las maravillas mayas de Yucatán.
Una nueva disciplina social, la arqueología, tendría en el mundo maya uno de los campos más fecundos para su desarrollo. Su materia se nutre no sólo del trabajo del campo sino también de valiosa información proveniente de ésta y otras disciplinas, disponible –aunque a veces perdida u olvidada– en archivos y bibliotecas. En el presente capitulo ofreceremos al lector el resultado de algunas indagaciones por esos lugares.
1. El Topónimo: Ichcanzihó, Tihó y T’Hó
Los nombres mayas de los sitios aportan un alto contenido de información, tanto de las características físicas y geográficas como de las razones culturales de su propia denominación. En los textos del Chilam Balam el topónimo original de Mérida aparece siempre como Ichcanzihó, en el mapa de Yucatán es Tihó, lo mismo que en el Códice de Calkiní. Por lo general, los cronistas españoles la llaman T’Hó. Continuas y variadas han sido las traducciones e interpretaciones de estos términos mayas, algunas de ellas analizadas con herramientas científicas y otras más sacadas de la simple especulación. A continuación presentaremos una síntesis de las que diversos autores han realizado.
En 1926, la efímera revista «El Nuevo Yucatán” publicó un artículo llamado «Noticias sobre la lengua maya. Origen de los nombres de Algunas Ciudades de Yucatán» en donde se recoge la opinión acerca de Mérida, de don Manuel Rejón García, prestigiado etimologista maya:
Mucho se ha dicho sobre el origen del nombre de la capital yucateca; fundóla el Adelantado Montejo en una antigua población aborígene llamada Hó que tenía ruinas en cinco cerros o altozanos artificiales. Este número y equivaler hó a cinco, inclina a la creencia de que acaso fuera en su origen homul a cinco cerros. Cogolludo y otros historiadores escriben Tihó; el conquistador citado por Molina Solís, Ziho o Zihó; todos han traducido hó cinco, zihó nacieron. Ya que no es admisible la hipótesis de hó mul, porque el nombre y la acción fueron sin duda anteriores a formación de esos cerros artificiales, quédanos como que la hipótesis más probable la de que se derivó este nombre del de una planta que existe en el país llamada ho pó–colché o acaso la conocida por hokab; que este fue el motivo que tuvo H’Chaancaan, su fundador, para llamarla así, habiendo quedado en uso la primera silaba Hó como Num, Xiol, Taab, etc., etc., contracciones de Numtzutzuy, Xolte xnuc y Xtaabcanil. Según la primitiva división de los aborígenes, la actual capital de Yucatán, Mérida, perteneció al Cacicazgo de Chakan y gozó de la preeminencia de no ser encomendada en tiempo del gobierno colonial.
Eligio Ancona (1878) dice que «T’Hó traducida literalmente, quiere decir: «lugar de cinco”. William Brito Sansores (1981), eminente cronista de Tizimín, anota al respecto: «Algunos estudiosos consideran que el nombre se refiere a los cinco cerros principales que se dice existían en los cuatro puntos cardinales, y en el centro de ellos, en la población mencionada».
Mediz Bolio (1930), siguiendo a Cogolludo y a Molina Solís, señaló que la etimología del vocablo Ichcaanzihoob era de «ich,ichil, dentro; caan, cielo; zihil,zihoob, nacieron. Lugar de los nacidos dentro del cielo».
Por su parte el maestro Alfredo Barrera Vázquez interpreta Ichcansihó, sustituyendo la z por la s, de la siguiente manera: «ich, entre o dentro, caan cielo o alto y sihom1 nombre de un árbol. Por lo consiguiente el toponímico significa entre los altos sihoes”
El especialista ruso en lenguas antiguas Yuri Knorosov interpreta Tihó también en relación al número cinco, a partir de su observación del mapa que aparece en el Chilam Balam de Chumayel, que muestra el territorio dividido en cuatro partes y a Tihó en medio, punto número cinco en el cruce de las líneas. Por extensión bajo este concepto el cinco representaría también «el centro”. (ver Mapa)
William Brito Sansores (1981) nos sugiere otra probable etimología de Ichcansihó, en este caso modificará la propuesta de Barrera Vázquez traduciendo «can» como «cuatro y obteniendo como resultado «algo que está rodeado de cuatro cosas” “variante que concuerda en cierto modo con el significado que se aplica a T’Hó (forma con ellas cinco elementos)», coincidente también con la interpretación de Knorosov.
Munro S. Edmonson (1982) traduce Ichcaanzihoo, en su edición del Chilam Balam de Tizimín, como «Heaven Born Mérida –Mérida nacida del cielo–.”
Novedosa resulta la traducción del Dr. Ramón Arzápalo Marín, eminente filólogo maya, cuando, alternando la palabra «caan» (cielo) con la de «can» (serpiente) el topónimo queda como Ichcanzihoo, y entonces nos propone: «Los nacidos de la Serpiente”, como significado literal. La serpiente para la cultura maya tiene un significado de poder, de realeza y, por lo tanto, «los nacidos de la Serpiente» serían «Los de gran nobleza» o, más precisamente. «Los de Rancio Abolengo». En apoyo de su interpretación Arzápalo Marín señala que el término «Obispo” fue traducido por los evangelizadores del siglo XVI como «Ahau Can» (Gran Serpiente), la figura más adecuada para comunicar a los nativos ese rango de autoridad dentro de la jerarquía eclesiástica (1996, comunicación personal).
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1 «Siho»: n.bot. Sapindus Saponaria.
Continuará la próxima semana…