Exitosa presentación
Todo un éxito resultó la presentación oficial del libro “Una vida de esplendor, Testimonios de Colonia Yucatán”, del autor Ariel López Tejero, que tuvo verificativo el pasado viernes 3 de mayo en el auditorio Silvio Zavala Vallado del Centro Cultural del Olimpo.
En este importante recinto, ubicado en la calle 62 entre 61 y 63 del Centro Histórico de la ciudad de Mérida, se reunió una nutrida concurrencia que puntualmente fue ingresando al auditorio para ocupar su lugar y seguir con atención las intervenciones
de Gustavo Muñoz Pallas y Aurora Vidal Rivero, encargados de realizar los comentarios relacionados con esta obra autofinanciada por el autor y su esposa Rita.
A continuación, compartimos el emotivo discurso que el autor, Ariel López Tejero, pronunció en esta exitosa presentación.
“Agradezco a Diario del Sureste digital, a su director Luis Alvarado Alonzo, darme la confianza y abrirme las puertas, pues durante dos años publicó las entregas semanales de esta historia inédita, como la llamó el doctor Manuel Martín Castillo, autor del prólogo de este libro; a Ricardo Pat Pech, Premio Estatal de Periodismo Cultural 2023 Oswaldo Baqueiro López, por su invaluable apoyo y las porras para editar este libro en el que las ilustraciones son de su autoría; por supuesto, a la maestra Susy Vidal Rivero, por sus buenas hechuras; también a mi amigo Gustavo Muñoz Payas, con quien tuve la fortuna de trabajar cuando le quedaban 2 meses como director del Canal 13, hoy Tele Yucatán, mi sitio de trabajo hace varios años. Y no podría olvidar y dejar de agradecer al estimado y recordado maestro Jorge Humberto Álvarez Rendón sus valiosas sugerencias y consejos, él iba a acompañarnos este día, pero Dios tenía otros planes para él. También quiero agradecer a mi estimada maestra Magda Beatriz Haller Anduze.”
“Dice don Armando Fuentes Aguirre “Catón” que la nostalgia es una bella forma de la melancolía. Creo que todos coincidimos con él. Así lo comprueba el hecho de estar aquí presentes muchos de los que vivimos, crecimos o nacimos en Colonia Yucatán, comunidad hecha hermandad, como dice Arturo Jasso. Mucho se ha dicho de lo orgullosos que nos sentimos cuando nos presentamos o nos preguntan de dónde somos. “Soy de Colonia Yucatán”, decimos con énfasis, con orgullo y satisfacción, nunca decimos, ni siquiera con tildes, “Soy del pueblo de Colonia Yucatán”, al menos a mí me incomoda decirlo. Creo que estarán de acuerdo conmigo los diversos testimonios en estas páginas que presentamos. Hace muchos ayeres, estaba estudiando el primer año de secundaria en la Colonia. En ese entonces no había Cobay y terminando la educación media, si querías seguir estudiando, tenías que venir a esta ciudad capital, a la que había yo venido unas cuantas veces con mis papás. Solamente conocía Tizimín, donde nos llevaban cada año para la fiesta de reyes. Una tarde, sentado en la lonchería de doña Marbella Masa, escuché a una persona que previamente había estacionado su camioneta que a los costados tenía rotulado Mueblería Percar, de Pérez Cardos. “Hasta que conocí Colonia Yucatán”, mencionó el visitante, muchacho al fin. Como que no comprendí del todo el significado de esas palabras, ni la emoción del visitante, visiblemente satisfecho cuando lo dijo.
“Tiempo después, cuando vine a Mérida a terminar mi prepa, terminé mi bachillerato en la Escuela Estatal Nocturna Agustín Franco Villanueva que está detrás del Centro de Salud. Estudié la prepa ya grande, ya casado. Al pasar la lista, preguntó la maestra mi origen y se asombró de la respuesta: “Soy de Colonia Yucatán”. “Aaaah, ese lugar fue un modelo de comunidad,” me contestó la profesora de Economía, con una sonrisa de satisfacción. “Allá tenían de todo y vivían bien,” me afirmó la maestra Mirna Alvarado Manjarrez, quien seguramente conocía nuestra historia o tenía algún conocido de ahí.
“Al transcurrir de los años, fui descubriendo y valorando aún más la importancia de nuestra comunidad, de nuestra férrea identidad, de algo que nos distingue de los demás al ser una comunidad con un arraigado y sólido sentido de pertenencia, de identidad, una comunidad solidaria, trabajadora, respetuosa, amigable. Esos valores los aprecié en todas las visitas que hice a los anfitriones de este libro. A lo largo de las largas pláticas que sostuvimos en la comodidad de sus casas, parecía que el tiempo se detuvo como dicen por allá; para mí se detuvo por un buen rato en las amenas conversaciones.
“Nostalgia, orgullo, alegría, agradecimiento, melancolía y satisfacción fue lo que pude apreciar en los emocionados y orgullosos colyucatecos durante las apasionantes charlas, hombres y mujeres que nos dejaron un ejemplo de orgullo bien vivido, de trabajo, constancia, orgullo y responsabilidad.
“Hoy, quiero agradecer a Dios primeramente, a mi familia, a mi esposa Rita, a mi hija Andrea Isabel, a Ariel Eduardo que no pudo llegar (pues radica en Canadá), a mis papás, don Ariel (+), doña Dorita Tejero Meneses aquí presente, a mis hermanos Álvaro Eduardo, Paulino de Jesús, Ignacia del Socorro, Graciella Irene, Thelma Rosalía y a mis otros hermanos de Colonia Yucatán estar aquí para afianzar aún más ese ruido de identidad y pertenencia, pero sobre todo agradecer al fundador de esta comunidad, al ingeniero Alfredo Medina Vidiella, la visión que tuvo de formar y forjar esta comunidad. Sin conocerlo, conocí su historia por las lecturas que he hecho y por las breves charlas con sus hijos Alfredo y Ricardo.
“Aquí retomo las palabras de don Aurelio Berzunza “El maquech”, para agradecerle a este loco visionario su entereza para fundar la Colonia Yucatán, la empresa Medval y dar empleo a cientos de familias. Agradezco igualmente la confianza y disponibilidad de quienes me brindaron su apoyo y su tiempo para que este libro viera la luz. Hoy, mi señor padre, don Ariel López Domínguez, y el presbítero Andrés Lizama Ruiz, dos pilares de mi formación, seguro están discretamente sentados en algún lugar de esta sala, escuchando prudentemente y gozando este logro, estoy seguro, asintiendo orgullosos y agradecidos, igual que un servidor de presentar estas páginas para recordar y honrar el lugar de que nos dio todo, la Colonia Yucatán.
“Muchas gracias y buenas noches.”
Cualquier interesado en adquirir un ejemplar de “Una vida de esplendor, Testimonios de Colonia Yucatán”, puede comunicarse con el autor al teléfono celular 9992715295.
RICARDO PAT