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Terremoto Electoral

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Editorial

Editorial 27 2018_1

Un movimiento sísmico del más alto grado en las escalas de medición política ocurrió el pasado domingo 1° de julio en todo el territorio de la República Mexicana.

De las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde, por cada estado y rincón del país las gentes salieron de sus viviendas, al igual que en los acontecimientos sísmicos eventuales, y lo hicieron por causa distinta: para manifestar su voluntad política en las urnas electorales.

Se informa de setenta y seis millones de votantes, cifra histórica que rebasa en mucho la población original de nuestro país antes y después de la presencia de los españoles extranjeros en nuestra tierra, los hombres blancos que trajeron consigo abusos, explotación extrema y violencia contra los pobladores originarios de este México nuestro, adolorido de siempre en cuerpo y espíritu.

Un pueblo hastiado al máximo, unido en la aflicción y las injusticias acumuladas, dijo “Hasta aquí” a los detentadores del poder público, los partidos políticos, las oligarquías regionales y nacionales, y a todo un sistema hecho hoy pedazos con esta enorme actitud, muestra de dignidad ciudadana, en unidad de propósitos y acciones desde todos los estados del país y el extranjero.

No valieron ahora los machacones mensajes melosos ni las ofertas grandilocuentes. En la privacidad de la casilla electoral, con las cruces en las boletas, se marcaron las tumbas de los opresores de conciencia y exactores de bolsillos.

México, a partir de este 2 de julio, se ve distinto, es otro. El sol de la esperanza brilla en los techos de las humildes casas, en los rostros alegres esperanzados de los ciudadanos que lucen la negrura de su dedo pulgar como símbolo de la fuerza de sus votos.

Partidos que comercializaron sus siglas, sus principios e ideologías, y las vendieron u ofrecieron en alianzas contra natura en lo político, exhibieron su oportunismo y ven ahora la ruptura de sus lazos con los otrora afiliados o seguidores. El pueblo ha dicho: No más dirigentes falsos y sin principios.

En un sistema agotado, asesinada la no reelección, y en estado de coma el sufragio efectivo, se observó en todo el territorio nacional que el reparto de despensas, entrega de apoyos, reparto de tarjetas bancarias para cobros mensuales, los discursos de saliva repetitivos de lugares comunes no lograron sus objetivos de antaño.

En el subconsciente nacional, optar por una regeneración completa, total, es tornar subjetivamente a la mística de adoración religiosa que hace siglos llegó al país supuestamente desde los cielos y descendió del Tepeyac en la imagen religiosa de una virgen morena.

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