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Teporingo, el “conejo de los volcanes”

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El conejo de los volcanes, también conocido como teporingo, zacatuche, ​ tepolito, tepol o burrito, ​ es una especie de mamífero lagomorfo de la familia Leporidae, la única del género monotípico Romerolagus. Su nombre científico es​ Romerolagus diazi. Es endémica de las montañas del centro de México. Vive en bosques y zacatonales por arriba de los 2800 m. Es el conejo más pequeño de México. Vive muy cerca de la Zona Metropolitana, en las faldas de los volcanes. .

El zacatuche, como también se le llama, mide algo así como 30 centímetros, pesa alrededor de medio kilo en su fase adulta; su pelaje es corto, denso, y negro o marrón, lo que los ayuda a camuflarse con los suelos rocosos y volcánicos de su hábitat; su cola es tan diminuta que no se alcanza a ver; tiene patas cortas y orejas redondas, rosas, con poco pelo. Sus ojos suelen ser más redondos que los de un conejo común. Su promedio de vida es de 7 a 9 años.

Los conejos suelen estar más activos durante el día, sobre todo cuando se acerca el crepúsculo, en horas de la mañana y al final de la tarde, son los momentos en los que se puede observar una mayor cantidad de dichos roedores fuera de sus madrigueras. No suelen ser animales solitarios, siempre se agrupan y socializan entre ellos, buscando alimentos o sencillamente explorando. Pasan sus periodos de inactividad en sus madrigueras bajo tierra, donde viven en pequeños grupos de tres o cuatro.

El zacatuche vive en zacatonales de zonas volcánicas, rodeados de ocotes y oyameles; en las faldas del Iztaccihuatl, Popocatépetl o Tláloc (entre Iztapaluca y Texcoco), pero suelen bajar a la zona urbana en busca de comida.

Se alimentan de un tipo particular de pasto denominado zacatón, el cual crece en las matas espesas de las pendientes alpinas donde viven. El zacatón es el principal componente de la alimentación de los teporingos, aunque obtienen nutrición adicional de una gran variedad de follaje, por ejemplo, de plantas y cortezas de árboles. El zacatón, alto y denso, ayuda a los conejos a esconderse de los depredadores. A parte de este tipo de hierbas y pastos, los diminutos conejos se comen las hojas frescas que encuentran en el suelo.

Cuando sienten peligro hacen sonidos agudísimos para alertar a los demás miembros de la madriguera. Entre sus principales depredadores  están la comadreja, las musarañas, el lince, el coyote, el zorro gris, la víbora de cascabel, el cacomixtle, así como perros y gatos domésticos, además de los humanos.

Se reproducen, principalmente, durante los meses cálidos y lluviosos. Nacen despues de los 39 a 40 días de gestación, y la hembra cuenta con un útero que, sorprendentemente, es doble. Siendo así, la media de nacimiento para esta especie es de dos crías —rara vez son tres—, y estas llegan al mundo con pelo y una increíble destreza similar a la de un teporingo adulto.

Aun así al teporingo se le ve cada vez menos, esto tiene mucho que ver con el crecimiento de la mancha urbana, tanto de la Ciudad de México como de Toluca y Puebla. Igual que el de otras especies endémicas, su hábitat se ha fragmentado por esto y por el aumento de las prácticas irresponsables agrícolas, ganaderas y de tala. La agricultura reduce lo que queda de pastizales. El ganado bovino y ovino pasta de más en el zacatón, y los agricultores queman el pasto para promover mejores pastizales y lo cortan para paja.

El cambio climático también es una amenaza. Un estudio determina que las temperaturas en aumento harán que en el próximo siglo los teporingos se instalen más alto en las montañas, tal vez a 700 metros, disminuyendo aún más su rango.

En México, es ilegal cazar a los pocos teporingos que quedan, pero las leyes no se aplican con firmeza. Recién ahora, algunas personas de comunidades indígenas que viven cerca del hábitat del conejo del volcán están comenzando algunas acciones de protección. Una comunidad indígena, Milpa Alta, ha reunido a una brigada de protección que ayuda a supervisar a los conejos, aunque el grupo lucha contra la falta de financiamiento y recursos.

Estos mamíferos de reducido tamaño son considerados como dispersores de semillas, esenciales para la regeneración de algunas plantas en el bosque, por eso es tan importante su preservación.

Para conservar al teporingo se debe preservar su hábitat mediante las siguientes acciones: a) Identificar las principales áreas para la alimentación, descanso y reproducción, b) Crear una red de conservación entre los habitantes de la región para que no corten árboles en dichas áreas, c) Mantener los pastizales.

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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