Se puso un cartucho de dinamita y se produjo la explosión. Violentamente, volaron por los aires fragmentos de piedra calcárea que se diseminaron.
El humo se disipaba lentamente y en el ambiente flotaba un penetrante olor a tierra y pólvora.
Esto sucedió hace más de treinta años, mientras se abría una mina de Saskab. Había que retirar una masa regular de piedra, levantarla y hacerla a un lado antes de proseguir el trabajo de excavación.
Un golpe de barreta partió en dos la piedra y de ella saltó una punta de lanza color marrón.
Había dormido ahí desde tiempos inmemorables, como si se tratara de una perla entre las valvas de una ostra y, ahora, la tenía entre las manos.
Ante mí se encontraba una evidencia arqueológica y, con ella, una incógnita.
La enigmática lanza color marrón
¿Es acaso un desafío para el investigador? ¿En dónde radica su importancia arqueológica?
Estos ejemplares no abundan. En el Museo de Antropología e Historia de la ciudad de Mérida he visto las puntas negras de obsidiana, substancias vidriosas a la que se le atribuye origen volcánico y que los Quichés llaman “Chay”, y que muy probablemente los mayas del antiguo imperio ya obtenían desde sus dominios de Verapaz ó Tecolotlán, ahí en tierras de Guatemala.
Los misterios Mayas del Petén Itzá probaban a sus iniciados como lo hacían los Misterios de Egipto: con pruebas duras. Chayin ha, la casa de las navajas en cuyo interior únicamente habían cortantes y afiladas puntas de obsidiana negra, nos prueba además la procedencia de esta piedra volcánica.
Pero, ¿y la importante lanza marrón?
En primera instancia la observé con gran curiosidad y con creciente emoción. Pensé en el momento en que manos extrañas, probablemente de hace milenios – tal vez de un furtivo cazador del Neolítico – deslizaron sus dedos sobre la piedra para constatar el avance del trabajo y el producto de su técnica, inventada por el Australopitecus hace dos millones de años a través de ensayos con rudimentarias lanzas de piedra.
Tímidamente, levanté los ojos hacia la figura histórica del gran arqueólogo Heinrich Schliemann, e imaginé la gran emoción que debió sentir durante el hallazgo del tesoro de Príamo y las Tumbas Reales de Micenas. La asocié a la satisfacción que me produjo el hallazgo de aquella lanza de quince centímetros de eje longitudinal, y seis en su base, y en la gran interrogante que me planteaba.
Éste lo califico como un hallazgo fortuito y afortunado porque, con toda seguridad, esta pieza se remonta a una época que hoy trataré: la prehistoria de Tekax.
La presencia insólita de este raro espécimen técnico dentro del panorama arqueológico de Tekax, y las condiciones que rodearon su hallazgo, hicieron retroceder la cronología de la presencia del hombre en Tekax y, consecuentemente, en la Península, a varios milenios antes de la Era Cristiana.
Con asombro, tuve que admitir que las secuencias cronológicas comparadas en mis investigaciones sobre los primeros habitantes de Tekax, de movimiento étnico y sus consecuentes expresiones culturales, había que modificarlas y aceptar que, antes de que se establecieran los Mayas Itzáes en Tekax, ya se encontraban vestigios del paso del Hombre del Neolítico.
No hay, por supuesto, vestigios arquitectónicos para valorizar, puesto que vivían en cuevas. Sin embargo, dejaron a su paso utensilios que son en sí de un valor cultural e histórico que puede transportar el espíritu a un valor cultural del pasado.
Enigma de la Punta de Lanza
¿Por qué se encontraba envuelta aquella lanza color marrón dentro de un manto de piedra calcárea? ¿Cómo podemos probar a que época se remonta su técnica de elaboración? ¿De qué material es? ¿De dónde procede ese tipo de material? ¿De dónde procedía su propietario? ¿Se trata de una lanza de pedernal?
Con toda probabilidad no es un “zaquitoc”.
El pedernal es cuarzo común de color amarillento, un silicato de magnesio y cal, piedra muy dura que fue empleada en la Pre-Historia para elaborar utensilios.
El sílex, es un compuesto de Óxido de Silicio (SiO2) ó cuarzo cristalizado, y sus variedades naturales son la calcedonia de estructura y el ópalo amorfo.
El silicio es un metaloide que, en estado amorfo, es de color pardo, y en estado cristalizado es gris plomizo.
Descarté entonces la posibilidad de que aquella lanza fuera de alguno de estos materiales.
Aparece el primer eslabón
Henri Jean Schubel, en su tratado de piedras preciosas, califica y describe bajo el nombre genérico de jade a dos variedades criptocristalinas: la JADEITA y la NEFRITA. A esta última pertenece la variedad blancuzca, gris verde, verde oscuro, rosa, malva, y marrón.
Valdiosera refiere, en su ensayo sobre los Olmecas, que la jadeita, la cloromelanita y la nefrita fueron talladas por los hombres de Neolítico y que, si los chinos tallaban magistralmente el jade hace 4,000 años, los hombres del Neolítico la tallaban desde hace 10,000 años.
¿Fueron chinos del Neolítico los que tallaron 4,000 años antes de Cristo el jade marrón? ¿Y los chinos cómo aprendieron a tallar el Jade? ¿Podemos extender el pasado de esta punta de lanza de jade a más de 4,000 años? Y las extrañas circunstancias de su localización, ¿nos permitirán remontarnos a un origen de 10,000 ó más años?
Investigando una clasificación de los jades que se han descubierto hasta este momento en México, encontramos la siguiente:
1.-Blanco | 6.- Verde obscuro |
2.- Jabonoso | 7.- Verde “Imperial” |
3.- Verde blanquecino | 8.- Azul Verde |
4.- Verde lechoso | 9.- Azul traslúcido |
5.- Verde vegetal | 10.- con manchas rojizas y moradas. |
La nefrita color marrón, ¿de dónde fue extraída?
Se cree que cada Cultura Pre-Hispánica en México tuvo preferencia por el tallado de una determinada variedad de jade, y que esto pudo obedecer a la existencia de yacimientos de una variedad específica en el área en la que se desenvolvía la Cultura. Por ejemplo, los mayas tallaron el jade azul y el tan codiciado “imperial” que tallaban también los chinos.
¿De dónde obtenían las nefritas que tallaron los Totonacos? ¿Prueba esta nefrita marrón la presencia de Totonacos en el área Maya de Tekax?
Descartemos esta posibilidad por las circunstancias del hallazgo, que es un hecho que obliga a cambiar de dirección.
Podemos considerar al respecto que, si los Totonacos tallaban las nefritas, hombres del Neolítico en dirección errática hacia la Península de Yucatán obtuvieron este material de la región Totonaca del mismo sitio, o sitios, en que milenios después lo encontrarían los Totonacos.
¿quién enseñó a tallar el jade a los totonacos?
Cuando los Quichés viajaban hasta Tulán Zuiva Vucub – Pec, o Vocub Ziván – que significa La Cueva de Tulán, Siete Cuevas o Siete Barrancos respectivamente en lengua Quiché y que según la Dra. Eulalia Guzmán, eminente investigadora, identifica a la Gran Tula ó TEOTIHUACAN, en la parte Norte del Valle de México – al regresar decían: “nos separamos allá en Tulán, en Zuivá; de allá salimos juntos y allí fue creada nuestra raza cuando vivimos”.
Otro pasaje refiere:
-“¡Ay, de nosotros! En Tulán nos perdimos, nos separamos y allá quedaron nuestros hermanos mayores y menores”
En un comentario de Adrián Recinos sobre el Popol Vuh, nos platica que una tribu de origen Tolteca, Yaqui Tepeu, emigra hasta Tolán Zuiva junto con los Quiché, partiendo de Quauhtlemallan. También los acompañan en el viaje los de Oloman que son los Olmecas (Olmecas Xicalancas), que vivían al Sur de Veracruz y que estaban así mismo íntimamente unidos a los Quichés.
Podemos inferir del anterior comentario que los Olmecas pudieron ser Quichés y que, en su ascendencia histórica, estuvieron en Teotihuacán, así como entre los primeros Totonacos y entre los Mayas Quichés. Por lo tanto, si a estos enigmáticos Olmecas se les relaciona con la civilización asiática y se les considera maestros en el tallado de jade, consecuentemente es posible que su influencia abarcara las culturas del área Centroamericana, y aquellas que trabaron contacto con este bloque cultural de la Cultura Olmeca.
Si los Olmecas se retrataron en el jade azul “Imperial”, se ha cuestionado la procedencia de ese jade azul idéntico al chino.
Todavía quiero agregar una opción a la naturaleza de este material cuya presencia, no obstante de lo que hubiera sido fabricado con él, me lleva a pensar en los alcances que significa su enigmática existencia.
La superficie labrada, un detalle que antes no consideré importante, presenta marcas onduladas parecidas a la impresión de la huella de un pulgar sobre cera.
Estas muestras están bordeadas por filos y, como los cristales, no presentan en su corte exfoliación perceptible sobre la superficie cortada por lo que la manufactura nos remite al mundo del CUARZO.
Su lustre céreo y su coloración también nos conducen a la CALCEDONIA. Y, dentro del mundo de la CALCEDONIA, la CORNERINA una muy posible candidata.
Si así quedamos ubicados con toda seguridad, tendríamos que admitir con toda probabilidad la extracción de este material de venas y cavidades de profundas cavernas, lo cual ya nos habla del por qué fue extraído de esos yacimientos.
De una manera u otra, fuera acrinolita de los turbulentos o apacibles ríos, o calcedonia de profundas e impresionantes cavernas, en esa punta grande se encuentra la presencia del hombre del Neolítico. Nada difícil fuera decir que se trata de un proyectil del Mesolítico y, por qué no, hasta de las postrimerías del Paleolítico.
Lo trascendental es la extraña circunstancia que rodea su hallazgo.
Unas palabras más para terminar…
Después de las investigaciones realizadas hasta el momento, que la clara circunstancia de haber encontrado esta variedad rara de punta de lanza color marrón envuelta en forma compacta por una piedra calcárea localizada en el subsuelo, puedo inferir:
- que pudiera tratarse de una nefrita cuyo material pudo haber sido extraído lo mismo del fondo del Papaloapan, Grijalva, Usumacinta, o de algún río de China
- que se trata de una calcedonia arrancada de las entrañas de una milenaria caverna,
- que la punta de lanza es milenaria
Tanto en México como en China, los jades funerarios hallados en tumbas estaban pintados con cinabrio, que es un sulfuro de mercurio natural.
El bermellón es un cinabrio en polvo de color rojo.
Esta punta de lanza, entonces, no proviene de ninguna tumba.
Esta punta de lanza luce tan admirablemente interesante, como que su presencia ayuda a reconstruir un pasado históricamente importante para nosotros los tekaxeños por lo que, culturalmente hablando, la considero un aporte valiosísimo.
Existe todavía la cueva ó sascabera de la cual provino la lanza de color marrón que esta historia he considerado el hallazgo fortuito e insólito más espectacular acaecido en Tekax en estos últimos tiempos, perteneciente al terreno de la investigación histórica inusitada.
Es una huella viva del paso del hombre de la Edad de Piedra por Tekax, Yucatán.
Jorge Alberto Machain Cervantes
Tomado del libro “Insólitos Hallazgos en la Región Maya Puuc”