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Tatuaje

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Letras

XXVII

Me tatué tu nombre en el brazo para ver si así me creías que eras la única mujer de mi vida.

Es una lástima que no hayas podido verlo, saliste temprano y no regresaste.

Busqué en todos los rincones de mi ser y no estabas.

Recordé el tatuaje, las primeras letras de tu nombre se habían borrado.

Ahora no estoy segura de cómo te llamas. Solo quedó ANA, pero estoy segura de que falta algo, porque no conozco a ninguna Ana.

No debiste haberte ido. Olvidar tu nombre fue fácil.

Empecé un anagrama que no me lleva a ningún lado.

Si fueras Mariana lo sabría, recordaría tu rostro de virgen.

Si fueras Ariana lo sabría, recordaría tu juventud.

Si fueras Roxana lo sabría, recordaría la suavidad de tu piel.

Si fueras Giovana lo sabría, recordaría tu sonrisa, tu acento, tu voz.

Si fueras sólo Ana, y las letras borradas fueran mi propio nombre ligado al tuyo…

Pero no es así.

Creo que le he puesto una trampa al corazón, porque no eres más que un nombre irrecordable, un rostro inexistente, un amor que vive del olvido de una vida no vivida.

Patricia Gorostieta

Continuará la próxima semana…

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