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Letras
Juan José Caamal Canul
Irrumpes repentinamente y te desvaneces como un sueño. Tu sonrisa y tu mirada. El reflejo de la vida en tu mirada y la intensidad de tus ojos en tu sonrisa. Tu piel roja, oscura, kancab sensible; tu piel con olor a tierra humedecida por las lluvias. Tus cabellos huelen a techumbre de palmas. Tus cabellos quemados por el sol. Orzuelas de oro templadas a la intemperie. Olores silvestres. Tu piel profundamente oscura que brilla en la piel de la noche más profunda. Tus cabellos maltratados por los elementos de la naturaleza de los que penden flores y hojas minúsculas y silvestres, las hebras y filamentos que se parten por la mitad. Esperas en la vieja estación. Esperas. Antes, las crines del instrumento musical encabritado, gimiendo en las tardes en la trastienda de la vieja panadería. Luego silencio. Los dedos sobre tu piel húmeda, piel ajena deslizándose sobre la textura casi transparente de tu vestimenta. Prendas que cubren tu piel hasta comunicar esa humedad. Las sienes palpitando hasta nulificar los sentidos. Aliento, hilos de voz que escapan y se desvanecen sin dejar rastro, sombras y señuelos de palabras desarticuladas. Tus suspiros que escapan por la ventana, mientras tú permaneces. Busco un color y tono de tu piel. Tus formas, Tu piel. Busco tus espasmos, tu respiración. Busco tu tez y tu aroma. Una piel mínima que se asemeje a la tuya. Segmentos de piel plegada. Voy por un espacio de piel más intensa, más oscura, piel que reine sobre la memoria de tu piel, sobre la tersa piel. Poros y vellos que crecen en una piel alimentada y nutrida. Tierra quemada. Quiero, anhelo, el brillo de tu piel en la noche sin estrellas, sin la luz de plata. Piel húmeda, piel fructífera, piel nutritiva piel. Voy tras un aroma que ocupe la huella que has dejado. Piel, cabellos, estela de humores de niña, de mujer. Anhelo otra piel pensando en la tuya. Piel fructífera, piel constante.
