Poesía
Félix Martínez
La sombra es mi huella cuando no puedo ir,
es mi emisaria obediente que va adelante,
a veces me sigue detrás, siempre silente,
siempre cercana.
Es en el reflejo de mis huesos, de mis ojos,
de lo que pienso, donde se proyecta.
Yo sonrío, ella callada solo asiente,
me lleva a lugares desconocidos,
y en las noches, cuando regreso solo,
ella descansa.
Busco las sombras de mis espíritus buenos,
que marcharon conmigo por años,
que se volvieron oscuridad,
con las que extraje
el sabor,
atrapando luz, para que me acompañen
a mirar el crepúsculo de mis soles.
Las oscuras, furtivas;
las que de noche salen
a indagar secretos,
y sueltan víboras en los sueños.
Su castigo es volverse luz,
desaparecer
en eclipses y cometas.
Lentamente el sol se va al sarcófago.
Mi sombra quién sabe
si mañana se ausente
para siempre.