XXII
Siempre en el inmenso mar
El mar,
siempre el inmenso mar,
repitiendo su larga melodía
de caracol profundo.
Acarician sus dedos
el abierto recodo de la playa
poblada de gaviotas
y las partes abiertas de mi alma.
Siempre el mar
que me mira y me reclama.
Y que me lanza al rostro
su lenguaje de edades indelebles.
En la mañana sola,
y en la tarde amarilla
que se desvanece,
converso en silencio con el mar.
Y en la noche cuajada
de alisios refrescantes,
su espumosa amplitud
me llena de paisajes remotos.
Vivo a solas, por siempre,
con el mar.
Juan Duch Gary
Continuará la próxima semana…