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Sexo Virtual – XI

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XI

EL GOBIERNO Y LOS RICOS NOS HICIEROS DE CHIVO LOS TAMALES

“Tamales de a peso

de chivo travieso…”

Los Kassino (Grupo Mejicano de música tropical)

Chicavita, Nacho, Lápiz, Javis y demás adolescentes del equipo Industrial, estaban locos de contentos. Y no era para menos: se encontraban en la cancha de Villa Palmira, al sur de la ciudad de Mérida, para disputar la final del Torneo de Futbol Juvenil del Instituto de la Juventud (INJUVE), del Gobierno de Yucatán, a los “niños bien” del Centro Universitario Montejo.

Javis recordaba que no les resultó nada fácil llegar hasta allí. Después de colaborar entre todos para comprar camisetas nuevas, pues competían equipos de riquillos que iban “de lujo”, la máquina roja del Industrial pasó sobre los equipos Colonia Yucatán, Club Deportivo Alemán y el Club Escuela Modelo.

¡Increíble pero cierto! Luego de pasar como aplanadoras por encima de la Colonia Yucatán, la hicieron en grande al ganarle a equipos de dos de los colegios particulares más prestigiados en la racista Mérida: Alemán y Modelo.

En la final contra la Modelo, se disputó férreamente el balón, al grado de llegarse a las expulsiones: después de una artera falta seguida de un recordatorio familiar de un burgués gentil chavo, a Lápiz le ganó la adrenalina y le escupió un gargajo en la jeta al junior.

El conocido árbitro Baba, después de marcar la falta, expulsó a los dos. De cualquier modo, el Industrial había conseguido llegar a la final para tratar de lograr su sueño dorado: representar a Yucatán en la fase nacional de fútbol juvenil.

Ahora, en la Gran Final del Torneo del INJUVE, se enfrentaba a una de las cumbres máximas del balompié estatal: el Centro Universitario Montejo que, junto con la Modelo, representaban lo mejor del fútbol amateur en Yucatán.

Era el día de la verdad, el de la gran final, y contaban con el apoyo de padres y parientes en las gradas de Villa Palmira. Habían entrenado recio, sobre todo porque Leo, el director técnico del equipo, les dijo: “Solamente ganan los mejores y eso requiere esfuerzo”.

En la cancha, antes de comenzar, los del Industrial intercambiaban comentarios. “Ya estamos aquí, si queremos ir a México debemos darle jaque mate al CUM,” propuso Misho. “Les vamos a meter el chile,” comentó Nacho. “¿Cómo va a quedar el partido, Lápiz?” preguntó Javis mientras dominaba el balón; “3 a 1,” respondió enfáticamente.

Empezó el partido en medio de la tensión y las faltas. Los venados del CUM cerraron filas en la zaga y lograban detener las paredes, triangulaciones y pases a gol realizados hábilmente por el cuadro ofensivo de la Industrial. Las llegadas del Javis, Mono o Bufeo eran nulificadas por la hermética defensiva cumista.

En el segundo tiempo, la ofensiva del Industrial amenazaba con romper el cerco. Después de una pared entre Chino y Lápiz, éste cedió a Mono quien desde el área grande la mandó “donde las arañas hacen su nido” para el 1-0, ante el gozo indescriptible de la rabiosa porra del Club Industrial.

Así hasta un minuto antes del final cuando con un pase larguísimo el Bufeo se coló hasta el área grande, donde se la puso al Javis, quien de media bolea ametralló a Farah, arquero del CUM.

Como el resultado al parecer no era el esperado, el árbitro compensó casi… ¡diez minutos! Aun así, el increíble Club Industrial venció a la “invencible” escuadra marista.

El festejo fue apoteótico: la locura popular. Los aguerridos chavos del Industrial se ganaron el derecho de representar a Yucatán en la etapa nacional en la ciudad de Méjico.

“Fue muy descarado el larguísimo tiempo de compensación; se ve que los organizadores no esperaban ese resultado,” comentó Javis al entrenador Leo finalizando el partido.

A un mes del soberano triunfo de un equipo popular sobre una de las cumbres burguesas del futbol meridano, andaban haciendo sus maletas los de la escuadra Industrial cuando comprobaron que, en efecto, los burócratas del gobierno del INJUVE y los directivos adinerados del CUM no se esperaban ese resultado, pues se enteraron entonces que éstos se habían puesto de acuerdo con aquellos para que fueran los adolescentes cumistas los representantes yucatecos, aun cuando ellos perdieron, por ser un equipo avalado por “una institución educativa seria, como el Centro Universitario Montejo”.

Los “niños bien” maristas ya se encontraban jugando la fase nacional en canchas defeñas. A pesar del prestigio de estudiar en una institución educativa seria, pasaron sin pena ni gloria.

Ante la alquimia deportiva de burócratas del gobierno y las escuelas de niños ricos, los aguerridos “Huguitos Sánchez” del Industrial asimilaban la amarga experiencia a pesar de haber vencido a la escuela del Centro Universitario Montejo: “¡¡¡El gobierno y los riquillos nos hicieron de chivo los tamales!!!”

Edgar Rodríguez Cimé

Continuará la próxima semana…

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