“SEXO VIRTUAL” es hermano gemelo de “NO TENGO TIEMPO DE CAMBIAR MI VIDA”, primer tomo de cuentos, porque ambos los escribí durante un proyecto de narrativa: 40 historias muy breves donde expongo mi estilo literario, pasajes juveniles con una prosa ágil para leerse en la hamaca (por supuesto, maya), pateando la pared al mecerse.
Pero, como cualquier par de hermanos, uno fue el “consentido” y el otro la “oveja negra”. En este escenario, el “consentido” fue “No tengo tiempo de cambiar mi vida”, porque el jurado del Ayuntamiento de Mérida, utilizando un criterio liberal, lo calificó en 2009 de “literatura fresca para las nuevas generaciones”.
Por otro lado, rechazado por “inmoral”, como si hubiera sido “engendrado” por otro padre, el patito feo de los dos hermanos resultó ser “Sexo Virtual”, publicado hasta 2019 mediante el fondeo comunitario: aportaciones individuales de camaradas, conocidos y fans, a cambio de lotes de ejemplares.
edgar rodríguez cimé.
PRESENTACIÓN
Los jóvenes en Mérida ya no escuchan al trovador Guty Cárdenas, al danzonero Juan de Dios Concha, o a los tropicalísimos Aragón. Ellos son chavos “posmodernos” en el sentido dado por Jean Francois Lyotard; o “desmodernos”, como acuñó el pensador Sergio Zermeño, o mejor “desmadernos”, como les llama el sociólogo náhuatl Pablo Gaytán Santiago, o mejor aún “desmadrosos” como digo yo, y se taladran los oídos con las rolas del Padre Judas (Judas Priest) o volatilizan los sentidos con Molotov.
En los agrestes escenarios de fines del siglo XX y principios del Veintiuno de estas ardientes lajas yucatecas, los muchachones y morritas se presentan en diferentes modelos sui generis: poetas, bandosos, estudiantes, sindicalistas, mayas, deportistas, delincuentes, artistas.
De esta manera, estos chavos y chavas, a diferencia de las juventudes de hasta los años sesenta del siglo pasado para atrás, más controladas por los criterios conservadores, se atreven a vivir experiencias de grueso calibre, de diversa naturaleza humana, donde resaltan el fabuloso universo del sexo, lo cual queda retratado en esta obra literaria.
Sexo Virtual consiste en una serie de historias breves que, como dice el poeta José Díaz Cervera, no siguen la estructura clásica del “cuento occidental” –planteamiento, desarrollo evolutivo y desenlace–, sino que recurren a su propio camino atrapando al lector y no soltándolo hasta que concluye la lectura.
La narrativa de esta obra altera la estructura conocida del cuento occidental para integrar, en un verdadero xek (revoltijo) literario: “relato comunitario realista” y “cuento occidental de ficción”, sazonado con “crónica” y “testimonio”, para terminar de rociarlo con el picante de la “autobiografía”.
Concluyendo: los cuentos breves van desde historias reales, como los relatos comunitarios (En la cueva de Alí Babá), pasando por situaciones verdaderas intervenidas literalmente para enriquecer el contenido, hasta auténticos cuentos totalmente de ficción (Migrantes).
Cabe agregar que el secreto de Sexo Virtual, lo mismo que en “No tengo tiempo de cambiar mi vida”, consiste en el lenguaje desarrollado. Intención que, de entrada, excluye las palabras domingueras (rebuscadas), como decía mi padre Romeo Rodríguez Toledano, maestro platero, cambiándolas por términos sencillos y entendibles, por supuesto, sin caer en la vulgaridad, porque también el proceso constructivo del lenguaje conlleva la intención de “educar” lingüísticamente y ampliar el vocabulario del lector.
Su propia narrativa también se basa en desechar oraciones kilométricas y parrafadas aburridas que confunden al lector, trocándolas por frases cortas, así como párrafos menos abultados para facilitar la lectura hoy que el mundo es más veloz.
En este escenario, forman parte de Sexo Virtual una serie de personajes y situaciones reales relacionados con el enfrentamiento entre patrones de las drogas que controlan bandas juveniles, la represión mortal contra un asesor sindical, la bonhomía del inolvidable Pedro Infante, las arraigadas creencias mayas, la precaria moral entre los jóvenes delincuentes, así como un abanico de la corrupción entre diferentes sectores: literatos, estudiantes, deportistas, en esta “ni tan noble ni tan leal” ciudad.
De igual modo, como un muestrario contemporáneo de las relaciones sexuales, también tiene su lugarcito en este texto la competencia en el “ligue”, el erotismo auditivo, las perversiones sexuales, lo comercial de los sexoservicios, la pinchurrienta experiencia de la impotencia por edad, la cachondería de las mujeres del burlesque, la sensualidad propia de las hijas de la diosa maya de la fecundidad, Ixchel, o las relaciones sexuales liberales entre l@s jóvenes de la urbe meridana.
Edgar Rodríguez Cimé
Continuará la próxima semana…