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Seis sonetos de Carlos Moreno Medina

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Poesía

 

Teoría y sueño del vuelo

 

A LAIKA

¿Es acaso que en tus éxodos astrales

juegas con tus perritos siderales?

 

 

I

Con sus remos el ala esculpe el vuelo

y en sueño de conquistas no miradas,

en sendas altitudes no logradas,

el ansia cosmonauta cruza el cielo.

 

Nadie quiere quedar clavado al suelo

con alas en la tierra encadenadas,

mientras del padre sol las llamaradas

incendian nuestra sangre para el vuelo.

 

Hoy nadie quiere andar por los caminos

que el pie del hombre ya dejó trillados

desde la cueva en que inició su cuna.

 

Ecuaciones de brujos Aladinos,

en cerebros que están desmelenados,

por ese sueño de pisar la luna.

 

 

II

Cuando el vuelo al volar se fue volando

con alas que hasta al rayo no envidiaban

y al sueño de la flecha despertaban

las praderas del cielo perfumando.

 

Cuando el cielo a la tierra va acercando

el hombre a cuyo paso encadenaban

las nubes que a este mundo lo aferraban,

al toro sideral está quebrando.

 

Cuando el insomnio, la inquietud y el vuelo

despiertan a las alas voladoras,

la realidad del sueño conmocionan.

 

Nadie puede dormir por el desvelo

de esas alas que en vuelo zumbadoras

las columnas del cielo desmoronan.

 

 

III

Porque el vuelo es espíritu del ala,

estatua por las ansias esculpida;

la inquietud, por el vuelo perseguida,

en la estatua del vuelo que es el ala.

 

El sueño que a los astros se resbala

mueve del ala la inquietud dormida,

y se levanta en llama inextinguida

que al pensamiento enciende y acorrala.

 

Y al mirar que su sueño va alcanzando

se crece en el empeño y la porfía

para seguir su sueño alimentando.

 

Ya sólo al cielo su mirada guía

y el interés por la tierra se desvía

hacia ese cielo que ya va alcanzando.

 

 

IV

Proyecta la palmera enristradora

con dedo vertical tocar la nube,

pues cuando el ala hacia los cielos sube

olvida la garganta tembladora.

 

Olvida su paraguas la palmera

por cazar a la estrella fugitiva.

El bisturí del ave corta el cielo.

 

Abanica su sueño la palmera

y hacia arriba proyecta su desvelo;

quiere hacer de la estrella una pulsera.

 

 

V

Pero Laika que ajena de estas cosas

en sus juegos caninos se alegraba,

pensando que en sus saltos despertaba

su instinto cazador de mariposas.

 

Nunca pensó del hombre dolorosas

faenas que a su sueño atormentaba,

hasta el grado de soñar que la enviaba

a sondear las estrellas sudorosas.

 

Nunca pensó que nadie por su anhelo

y sus ansias de espacio detuviera

a su juego canino en este suelo.

 

Nunca pensó que nadie en su desvelo,

fiel amiga del hombre y compañera,

la enviara pionera a hurgar el cielo.

 

 

VI

Y dando vueltas por el cielo sola,

en desvelo la flor de su inocencia,

primera mártir, inmoló la ciencia,

el alegre retozo de su cola.

 

Sólo se mira del cielo como ola

y no siente de los astros la influencia;

de su vida la atmósfera presencia

el holocausto de mirarse sola.

 

Esperamos, ¡oh Laika! que no entierra

el hombre un sacrificio ineficaz,

si en sus pasos de siempre no se encierra.

 

No obstante su sueño pertinaz,

que en el mundo se olvide de la guerra

y encuentre los caminos de la paz.

 

Mérida, Yuc., 1963.

 

Diario del Sureste. Suplemento cultural. Mérida, 24 de agosto de 1963, año XVI, núm. 814, p. 1.

 

[Laika (en ruso “ladradora”) fue una  perrita callejera enviada en noviembre de 1957 a bordo de la nave Sputnik 2, de la entonces Unión Soviética; por este hecho se convirtió en el primer ser vivo en recorrer la órbita terrestre].

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