Letras
Transcripción de la cuarta y última parte del texto que escribió y leyó Esteban García Brosseau para la presentación del libro de Juan Rafael Coronel Rivera, Ruptura, en el Museo Kaluz de la Ciudad de México, el 15 de Junio de 2024.
Es, sin duda, un total acierto que Juan Rafael Coronel Rivera sitúe indirectamente el inicio de la Ruptura antes de la publicación de La Cortina de Nopal de Cuevas, como quiera que se haya intitulado el texto inicialmente, e inclusive antes que la apertura de la Galería Prisse, por Vlady, Gironella, Enrique Echeverría, Héctor Xavier y Bartolí en 1952.
Que se piense, por ejemplo, en Gunther Gerzso, quien se considera como un antecesor de la pintura abstracta en México, pero cuya carrera como pintor inició entre los surrealistas que se reunían en la casa de Remedios Varo y de Benjamin Péret en la Calle Gabino Barreda, en los años cuarenta.
Cabe decir que Benjamin Péret junto, por supuesto, con André Breton y Octavio Paz, quien para entonces estaba completamente entusiasmado con el fundador del Surrealismo, fueron quienes, en 1950, opusieron el carácter universal, aunque de profundas raíces mexicanas, de la pintura de Tamayo, al carácter propagandístico del realismo socialista, por un lado, como al nacionalismo de izquierda de un Siqueiros, por el otro, de manera un tanto subrepticia y maquiavélica, por cierto.
En este contexto, cuando se piensa en la relación que Tamayo tuvo con Toledo, en particular durante los años de París, resulta pertinente incluir a Toledo dentro de la Ruptura como lo hace Juan, a pesar de la opinión contraria de Luis Cardoza y Aragón quien, siempre según Juan, fue uno de los principales críticos que “sacó” al genio oaxaqueño de tal movimiento.
En todo caso, Juan emite una opinión sobre Toledo que parece hacer eco a la que Paz y Breton tuvieron de Tamayo. En efecto, nos dice Juan: “Su noción de arte universal y su encuentro con las obras maestras originales de todos los rincones del mundo se dieron en Francia. Durante su primera estancia en París, de 1960 a 1965, comprendió esas expresiones a cabalidad. Ahí lo tocó Egipto, Polinesia, las culturas del río Sepik, la cerámica prehistórica del Japón y el arte de la India.”
También se pregunta Juan: “¿Cómo puede un pintor juchiteco beber en Paul Klee el principio del signo y el garabato del modernismo? Pues, -al igual que Klee-lo hace de las pinturas de los indígenas papúes. Ahí está el principio. En la síntesis.”
Esto último abre la cuestión del papel que pudo jugar el primitivismo, un fenómeno esencialmente europeo, en el desarrollo de un pintor que asociamos con una suerte de indigenismo recalcitrante más afín al nacionalismo de Siqueiros y de Rivera que al “universalismo” de la Ruptura, lo cual por supuesto pone en cuestión la visión que se ha venido construyendo con respecto al significado de su obra.
Cabe decir que abordar el mexicanismo de un Toledo o de un Tamayo desde el punto de vista del primitivismo, no impide que se reconozca el valor de lo mexicano y del arte prehispánico en el desarrollo del arte moderno en México, como lo hace, por ejemplo, Juan al describir El Eco de Mathias Goeritz, otro de los artistas que asociamos, como a Gerzso, con la eclosión de la Ruptura:
“El Eco es sobre todo un centro ceremonial, y sus torres son alzado de pirámides. A él la geometría le entra por una vena azteca. A la entrada del Eco, lo recibían a uno unas serpientes, en acero, como las representaciones de Quetzalcóatl que abrían los templos prehispánicos, y la distribución interior de la construcción tiene mucho que ver con la de los palacios civiles precolombinos.”
Llegado a este punto, debo de admitir que me resultará imposible continuar exponiendo aquí la variedad de temas que este libro aborda entorno a la Ruptura y su relación compleja con las ideas de lo nacional, de lo extranjero y de lo originario, pero espero, por lo menos, haber dibujado un panorama del tipo de reflexiones que suscita la lectura del libro de Juan Rafael Coronel Rivera. Sea como fuere, se trata sin duda de una lectura que yo disfruté enormemente por su seriedad y profundidad de análisis. Por supuesto, no puedo más que invitar a los presentes a conocerlo igualmente.
ESTEBAN GARCÍA BROSSEAU