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“Ruptura”, de Juan Rafael Coronel Rivera

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Tercera parte del texto de Esteban García Brosseau para la presentación del libro de Juan Rafael Coronel Rivera, Ruptura, en el Museo Kaluz de la Ciudad de México, el 15 de Junio 2024.

Paradójicamente, si se piensa en esta apertura hacia el extranjero, otro de los problemas que aborda Juan Rafael Coronel Rivera en varios de su textos es el problema del desconocimiento de la Ruptura allende nuestras fronteras, a pesar de los valiosísimos esfuerzos de Gamboa en ese sentido.

Esta cuestión de la falta de reconocimiento de los artistas mexicanos en el extranjero nos pone de lleno en el problema de lo aleatorio y circunstancial que puede ser el éxito de un artista en general, un problema universal, por supuesto.

Indiferente a las modas y a las narrativas oficiales, Juan en muchos de sus textos otorga un amplio lugar a pintores que, debido a razones múltiples, no encontraron el lugar que les hubiese correspondido en la “gesta” del movimiento de la Ruptura, como fue el caso particular de Enrique Echeverría debido a su muerte prematura en 1972.

Además, se acerca generosamente a pintores que de una manera u otra ocuparon posiciones un tanto marginales con respecto al mainstream de la época. Pienso, por ejemplo, en Beatriz Zamora, Rodolfo Zanabría o Mario Reyes, cuyo trabajo como grabador no fue lo suficientemente reconocido en el ámbito público, a pesar del prestigio del que gozaba entre artistas de la importancia de Toledo, Rojo o Felguérez.

Cabe decir que Juan no siempre es tierno con los artistas de los que se ocupa, aun si algunas de estas críticas son en realidad meramente circunstanciales. Así, por ejemplo, le dedica, en 1982 un artículo al mes de Cuevas, un evento celebrado ese mismo año en el que se expusieron las obras del excelso dibujante en diversas galerías y museos importantes como la Pecanins, la Sloana Racotta o el Museo de arte moderno. Frente a la cantidad de panegíricos dedicados al artista que juan juzga, por supuesto excesiva, éste termina por estallar:

“Omnicuevas, Sexycuevas, posecuevas, pandacuevas, santocuevas, cuevastrícolos, cuevas foclore, cuevasestattus, ¡Iaaah! Ya. El mes de Cuevas es como quedarse atrapado en un embotellamiento en ayuno,” lo cual por supuesto no pone en cuestión el respeto que Juan le tiene en términos absolutos a la trayectoria del artista. Muy al contrario, creo yo.

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Puesto que de Cuevas se trata, cabe decir que en muchos de los textos de Juan, en particular en aquellos dedicados a Toledo, a Pedro Coronel, a Corzas, o en la misma entrevista a Tomás Parra a la que ya me referí repetidas veces, el lector verá aflorar aquella famosa discusión sobre el supuesto papel que tuvo la CIA en el auge del expresionismo abstracto americano, así como la OEA y José Gómez Sicre en el de la Ruptura.

Injerencia de la CIA o no, no podría estar más de acuerdo con Juan cuando afirma en su texto sobre la retrospectiva de Wolfgang Paalen de 1994 en el Museo Carrillo Gil del que nos dice: “El arribo de los artistas europeos a México es lo que realmente motiva la escisión entre la Escuela Mexicana de Pintura y las nuevas generaciones de las décadas de 1940 y 1950.” Me parece evidente, en efecto, que la presencia en México de quienes compartieron la aventura de los Surrealistas en Europa es fundamental para la eclosión de la Ruptura. Entre estos, sin duda destaca la figura de Paalen, quien tan importante fuera para el desarrollo del Expresionismo abstracto en Estados Unidos, antes, por supuesto, del inicio de la Guerra fría.

Así, uno de los aspectos notables de esta recopilación realizada por Virginia Ruano, y que se extiende del principio de los ochenta al 2017, si no hay error de mi parte, es que en ella se incluya pintoras como Leonora Carrington o Remedios Varo, que asociamos naturalmente con el Surrealismo, como es debido, pero no así con la Ruptura, cuando en realidad tuvieron mucho más que ver con ésta de lo que quisiéramos admitir. Tomás Parra, por ejemplo, no duda en hablar en su entrevista de la importancia que tuvieron estas dos pintoras, así como Alice Rahon, sobre su generación. Como se sabe, esta última llegó a México junto con Paalen y Eva Sulzer después de su viaje a Canadá y Alaska en 1939, persiguiendo los tótems y máscaras rituales de las culturas ancestrales de la costa oeste de Norte América.

ESTEBAN GARCÍA BROSSEAU

garciabrosseaue@gmail.com

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