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Ronie J Rodríguez conquista escenarios con su talento

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Música – Desde Nicaragua

Rafael Quintana

Ronie J Rodríguez nació en la ciudad de Rivas, Nicaragua, el 21 de octubre del 2000. Estudiante activo de la Universidad Internacional Antonio de Valdivieso, cursando el último año de la carrera de Ingeniería Agronómica.

Es Músico-compositor, poeta y escritor, amante de la cultura en todos sus aspectos. Su instrumento es la guitarra clásica española. Los géneros en los que se engloba su música son el Son Nicaraguano (Son Nica), como mayor referencia Camilo Zapata, además de ser influenciado por la música folclórica mexica, cubana y sudamericana, como la milonga.

Ha recibido reconocimientos por participar en festivales de poesía y por aporte a la cultura de su ciudad Rivas. Ha participado como protagonista en recitales. Sus relatos y poemas han sido publicados en revistas culturas como Coloquio espectral en “Tinaja Intercultural” (2023); Poema vestido de azul y otros poemas “Revista cultural: Alma de Poeta” (2023) y Tres relatos de Ronie J. Rodríguez en “Revista Literaria GAB Chontales” (2023) y El viaje aún no termina en “Revista Literaria GAB Chontales” (2024). También ha sido publicado en “Diario Alicante” (2023) y “Diario Siglo XXI” (2023) en España. De igual manera, sus obras han sido difundidas en varias plataformas de internet. No ha publicado aún libro y está en proceso de grabar sus canciones.

A continuación, lo tenemos en exclusiva esta entrevista para el Diario del Sureste de México.

“En 2020 fui voluntario de la Cruz Roja durante los huracanes Eta e Iota. Estando en Waspám, RACCN, la fuerza de las experiencias vividas me inspiró a escribir ‘Mairin Painkira’, un homenaje a la mujer misquita, y ‘Una Muestra de Amor’, una canción que cuenta la desesperación de un niño que grita al ver cómo se acerca otro huracán. La letra refleja la pérdida total, pero también transmite un mensaje de resiliencia, que a pesar de haberlo perdido todo, la esperanza se mantiene”.

Más tarde, mi voluntad de ayudar me llevó a Alamikamba, un pueblo de Prinzapolka, donde compuse una canción que es un retrato de la vida cotidiana del Caribe. En ‘Alamikamba’, hablo del pan de coco en el desayuno, de los remedios caseros, del wabul, y de José, quien sale en su cayuco en busca de la buena pesca, mientras un niño misquito juega con carros hechos de botellas.

La música, especialmente con mi guitarra, me ha llevado a hacer amigos en muchos lugares, y también a escribir sobre rincones de Nicaragua que nunca imaginé visitar.

¿Cómo te involucraste en la música?

Desde niño, siempre estuve profundamente conectado con la música. Hay una fotografía significativa de mi infancia donde aparezco tocando un tambor, una imagen que simboliza mi sueño de ser músico desde pequeño. Mis padres siempre me apoyaron, tolerando con cariño cuando dramatizaba canciones en la sala de la casa, imitando a grandes artistas.

Comencé aprendiendo canciones que mis padres escuchaban en una vieja radio grabadora que teníamos en casa, pero fue mi interés en la guitarra lo que despertó mi verdadera pasión musical. Aunque mi padre tenía una guitarra, nunca la tocó, pero colgaba en uno de los cuartos de la casa. Con el tiempo, insistí en aprender a tocar. Mi padre contactó a Francisco Quintanilla, conocido como “Panchito”, quien se convirtió en mi primer maestro de guitarra.

Después de diez meses de clases, continué mi aprendizaje de manera autodidacta y decidí comprar mi propia guitarra. Para lograrlo, trabajé con mi padre en la carpintería durante varios meses; con el dinero que ahorré, compré mi primera guitarra, que ha sido mi fiel compañera en todos mis viajes culturales.

Mi primera presentación fue en un acto del Día de las Madres en el Instituto Pre Universitario El Mesías, lo que marcó el inicio de mi camino como cantautor. Además de ser músico, también soy compositor y poeta. Durante la secundaria, escribí mis primeras canciones, reflejando mis emociones sobre la amistad, el amor y el desamor.

Más adelante, ingresé a la Academia de Guitarra Nicarao, donde conocí a mi nuevo maestro, Tupac Estrada, quien me enseñó los fundamentos del Son Nica, el género que más interpreto en la actualidad. Gracias a él, perfeccioné mi técnica y desarrollé un profundo aprecio por la música tradicional nicaragüense.

¿Cuáles son tus influencias musicales?

Mis influencias musicales varían según las etapas de mi vida y mi estado de ánimo, lo que refleja mis gustos diversos. Me encanta la música clásica, pero también me han influenciado profundamente artistas como Juan Gabriel, Vicente Fernández, Pedro Infante, Ricardo Arjona, los Hermanos Mejía Godoy, Joaquín Sabina, Atahualpa Yupanqui, Facundo Cabral, Víctor Jara, Camilo Zapata, Fito Páez, Enrique Bunbury, Leo Dan y José Luis Perales. Durante mi aprendizaje de guitarra, una canción que me marcó fue «La Bamba», un son jarocho que se convirtió en un himno personal. En mi adolescencia, Ricardo Arjona fue mi artista favorito, pero en la actualidad mi maestro y guía es Facundo Cabral, cuyas letras contienen un profundo contenido reflexivo. Camilo Zapata es una influencia importante en cuanto a la música nicaragüense. Además, admiro la cultura mexicana y sus tradiciones, valorando el esfuerzo y la historia detrás de sus grandes artistas. Aspiro a ser tan grande como ellos algún día.

¿Cuál ha sido tu mayor desafío como artista?

Uno de mis mayores desafíos ha sido grabar mis canciones, ya que implica un costo que no siempre es fácil de cubrir. Hasta ahora, he logrado escribir varias canciones en géneros que van desde la balada rock, el Son Nica, la trova, la milonga y ritmos caribeños.

Otro reto ha sido dar a conocer mi música. La mayoría de las personas que me conocen lo hacen porque me han escuchado cantar en persona, ya sea en festivales, canales nacionales, tertulias poéticas o en presentaciones en autobuses. A lo largo de este proceso, he tenido la fortuna de hacer amigos que valoran y disfrutan de mis canciones.

¿Cómo describirías tu estilo musical?

Mi estilo musical se caracteriza por una profunda conexión con las raíces y tradiciones de la música folk y la trova. Me enfoco en la narrativa y la poesía, buscando transmitir emociones y reflexiones a través de mis letras. Con una guitarra como compañera constante, interpreto canciones que fusionan la esencia del folklore con un toque introspectivo y evocador. En mis canciones pretendo contar historias, basado en experiencias vividas por mí o relatos compartidos por otros que han marcado sus vidas. Mi música refleja una mezcla de autenticidad y sensibilidad que busca conectarse con el oyente a nivel personal y emotivo, llevando consigo historias y sentimientos que resuenan profundamente. La influencia de la tradición musical y el enfoque lírico se entrelazan para crear un sonido.

¿Cómo es tu proceso creativo?

Mi proceso creativo está profundamente arraigado en mis experiencias y sentimientos personales. No puedo escribir sobre algo que no haya vivido o sentido, y esto se refleja en la empatía que pongo en las historias que me han contado. A menudo, comienzo escribiendo la letra, y esta se adapta a la melodía que resuena en mi mente. La música que escucho en una etapa particular de mi vida también influye en lo que compongo; por ejemplo, si en ese momento estoy inmerso en la música folclórica nicaragüense, es probable que las canciones que escriban reflejen el estilo del son nica y las vivencias con el estilo que caracteriza a este género.

¿Has dedicado la letra de alguna canción a alguien?

Mis canciones no están dedicadas a una persona específica, sino a todo aquel que las escuche y se identifique con ellas. Están pensadas para evocar sentimientos como la nostalgia, la melancolía y la reflexión. He escrito sobre el amor, sobre aquellos que ya no están y sobre diferentes perspectivas de la vida.

Como decía Facundo Cabral: “El secreto de la felicidad no está en hacer lo que uno quiere, sino en querer lo que uno hace.” Intento capturar esa esencia en cada canción, conectando con la humanidad que nos une a todos.

¿Qué admiras de la cultura musical de México?

Admiro profundamente la cultura mexicana por su rica herencia y tradiciones vibrantes. La música y el folklore son elementos fundamentales de esta cultura. Artistas como José Alfredo Jiménez, Vicente Fernández, Pedro Infante y Juan Gabriel han dejado una huella imborrable en mi vida. En particular, me encanta la tradición de la música ranchera y las historias que estos grandes artistas han compartido con el público.

Recuerdo que durante mis primeros años aprendiendo a tocar la guitarra, «La Bamba» fue una canción que realmente me marcó. Este son jarocho, conocido a nivel mundial, se convirtió en un himno personal para mí. La energía y el ritmo contagioso de la canción, junto con su importancia cultural, reflejando el espíritu festivo.

Además, admiro la historia y el esfuerzo detrás de los grandes artistas mexicanos. Su capacidad para conectarse con las personas a través de su música y su dedicación a su arte son verdaderamente inspiradores. Aspiro a alcanzar un nivel de grandeza similar en mi carrera musical, llevando consigo el mismo espíritu y pasión que estos íconos.

Pienso que la música mexicana nos acompañará siempre en todas las etapas de nuestras vidas, principalmente en nuestros desamores y en los momentos que toca volver a proyectarnos la vida.

¿Qué proyectos tienes a futuro como artista?

Uno de mis principales proyectos artísticos es ir grabando mis canciones de manera gradual, agrupándolas según sus estilos en álbumes que reflejen mi evolución musical. Paralelamente, estoy trabajando en la publicación de mi primer libro, una recopilación de relatos y poemas que he escrito en los últimos años, a medida que mi interés por la literatura ha crecido. En cuanto a mis composiciones, quiero que capturen la esencia de la cultura, la idiosincrasia y la vida cotidiana del pueblo nicaragüense, tal como lo hizo Camilo Zapata quien, con su música, logró inmortalizar las historias y el sentir de nuestra gente.

Tu mensaje a todo el público lector…

Como dijo Víctor Jara: ‘Basta de la música que no nos deja vivir, que no nos dice nada, que nos entretiene un ratito y luego nos deja igual de huecos que como estábamos.’ En un mundo que a menudo busca el entretenimiento superficial, es fundamental recordar el verdadero significado y el poder de la música. No se trata solo de distraernos, sino de reflexionar y conectar con nuestras raíces culturales.

Les invito a seguir el ejemplo de nuestros antecesores, que nos dejaron un legado de canciones y relatos que nos han inspirado profundamente. Así como nosotros hemos sido enriquecidos por la generación anterior, ahora es nuestra responsabilidad inspirar a las nuevas generaciones. Debemos transmitirles la importancia de la música como una herramienta de conciencia y reflexión, como un puente entre el pasado y el futuro.

Hagamos que nuestra pasión por la música sea un legado vivo, que impulse a las nuevas generaciones a valorar y preservar nuestra cultura, tal como nosotros fuimos inspirados por quienes vinieron antes que nosotros.

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