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¿Qué hacer con el quehacer cultural?

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Laberíntica

Jorge Pacheco Zavala*

Todo desarrollo cultural es producto de la transferencia de conocimientos, sea de manera formal o bien de manera rústica, a través de los usos y costumbres.

El reconocido antropólogo londinense Edward Tylor, en 1871 redefinió de manera muy acertada el concepto y la comprensión del vocablo “cultura”.  Y en su muy personal percepción dijo: “Es aquel complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, leyes, moral, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad.”

De esta valiosa concepción podemos desprender dos principios universales en torno al quehacer cultural.

Uno – Toda comprensión cultural le es al hombre improntada en el intercambio de la dinámica social.  Es decir, que el ser humano, en su vida cotidiana, a partir de un acto de la voluntad o no, aprende y aprehende a cultivar sus facultades en el ámbito en que se desarrolle su vida.  El término “cultura” proveniente del latín cultus, significa “cultivar”, y hace referencia al desarrollo de las capacidades o facultades intelectuales.

Dos – Es en, y no al margen de, la sociedad donde se adquiere, desarrolla y ejerce este potencial intelectual.  El fin es práctico: que la vida de las personas y los pueblos tenga una solvencia moral, ética y espiritual.

La eterna búsqueda de la homeostasis ha estado siempre al alcance del ser humano, si tan solo pudiera conectarse con todo aquello que representa y está representado por la cultura.  Todo equilibrio interior provee equilibrios externos, nadie está capacitado para expresar ante los demás lo que no se ha expresado para sí en su interior.

Lamentablemente, hemos tenido como modelos y representantes casi siempre (para no generalizar) a líderes incongruentes y corruptos, políticos que de cultura política nada saben, directores de cultura que lo que menos hacen es cultura, porque no se le puede llamar cultura al ejercicio del mercantilismo disfrazado de intelectualidad.

Ante tal escenario, es inevitable pensar por un momento en la obra de Freud “El malestar en la cultura”, donde el mayor de los postulados apunta en la dirección de la búsqueda de la felicidad como un beneficio de toda sociedad, al mismo tiempo que dos fuerzas contrarias se oponen: la cultura y los instintos egoístas del hombre. Me parece que la víctima cautiva aquí es la cultura, que sucumbe ante los intereses del hombre, y queda entonces condenada a vivir como la cenicienta del avance de una nación.

Liberar la cultura, y el quehacer cultural, tiene la seria implicación de dominar los instintos egoístas del hombre animal a fin de que, sometida la bestia, el cauce natural del hombre pueda fluir como el río que llena los valles…

(*) JORGE PACHECO realizó estudios de psicología social por la UAM-I. Es fundador y director del Centro de Formación Literaria Voz de Tinta. Es autor de cuento y poesía, además de ser el editor principal de la editorial Voz de Tinta. Imparte actualmente talleres de creación literaria, cuento y poesía.  Es colaborador activo de este diario desde el 2018 con un espacio denominado MICROFICCIÓN. Con el espacio LABERÍNTICA abre una nueva etapa de su participación en el Diario del Sureste.

 

2 COMENTARIOS

  1. Excelente artículo, desde la óptica de quién ha trascendido en la práctica del quehacer cultural.
    ! Enhorabuena al escritor Jorge Pacheco Zavala!

  2. Excelente y muy acertada la crítica, cabe agregar que es tiempo de que la sociedad por si misma busque y atesore la cultura, para hacerla parte de su acontecer diario sin estar a expensas del subsidio de instituciones públicas, las cuales normalmente tienen sus propios intereses, no necesariamente por amor a la cultura en sí.

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