Acuse de Recibo
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Mi agradecimiento al escritor Roldán Peniche Barrera por su comentario “Al Lector”, que tomaré como Prólogo para el libro dedicado a la poeta Alfonsina Storni que contiene el poema “En la Mar”, una biografía anecdótica, “Diálogo entre Poetas” y una sección de fotos de Archivo AHGA, Alfonsina en La Argentina y otras provincias.
Roldán Peniche, compañero de letras, café e incursiones en la Cultura y las Artes, gracias.
En la Mar…
“Diálogo entre Poetas”
ALFONSINA STORNI
e HIRAM GARCÍA
AL LECTOR
ROLDÁN PENICHE BARRERA
Consistiría un desmesurado error ignorar la pasión que Hiram García evidencia sobre la vida y obra de Alfonsina Storni.
No puede ser de otra manera: Hiram (que lo mismo diserta con amenidad acerca de la canción yucateca que compone una melodía cubana, nacida del trópico de su corazón) es hombre de infinitas aristas: versificador tanto de métrica como de poesía libre; ingeniero civil de profesión, ensayista, pintor, músico, deportista, conferencista…
De ahí que en estas páginas rescate a Alfonsina del olvido y la redima de aquellos hombres que la miraban por encima del hombro.
Obsérvese, en leyendo su trabajo, que Hiram ha estudiado Ad Padem Litererae la obra de Storni, que ha determinado limpiarla de las infamias de las que fue objeto en los tiempos de su creación.
Para ello ha dispuesto un “Diálogo entre Poetas”, que es largo y sensible, y que el lector podrá hacer suyo a partir de este libro que retrata la tragedia de una poeta que vivió en el momento equivocado, cuando la mujer era una cosa y en lo intelectual se le tenía en poco por los altivos y soberbios dictadores moralistas en La Argentina, en el primer tercio del pasado siglo.
En su “Diálogo entre Poetas” el autor busca equilibrar sus propios versos con los de Alfonsina. Por ejemplo:
H. G.- Sobre tu piel se apagan
las criaturas de calor de mi aliento
abren tu rosa íntima
mis ojos y mis labios desolados.
Así sueño, poetisa…
te quiero con este amor
que ha de borrar el día
que puebla la noche
de bestias y hermosura
que a tu pasión domina.
A. S.- Acompáñame poeta.
¿No quieres ir al bosque con un libro,
un libro suave de belleza lleno?…
leer podremos algún trozo ameno.
Pondré en la voz la religión de tu alma,
religión de piedad y de armonía
que hermana todo con la cuita mía.
Y así poeta…
Te pediré me cuentes tus amores
y alguna historia que por ser añeja,
nos de el perfume de una rosa vieja.
Los pobres conversan, se confiesan entre sí, se sinceran y se elevan en fraternal misterio, el misterio de la poesía, que los ha unido en una sola alma, en un solo espíritu,
En otra parte se dirán:
H. G.- Estoy pensando en ti.
Como una flor
he cortado este poema.
Está en mí ser reunido
palabra por palabra
en tu oído. Llamándote.
Toma en mi mano aquel hilo dorado
de la vida.
A. S.- Me gustas…
Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes
y los cielos puros nos vieran pasar.
Para tí, poeta…
Quisiera ser alta, soberbia, perfecta,
quisiera como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen al mar.
Los pensamientos de los dos poetas se entrelazan y nos comunican con emotivos tonos el mensaje metafórico concentrado en la mágica infinitud del mar, que será el que se adueñe de Alfonsina para poner fin a la tragedia de su vida.
Alfonsina: Musa de Hiram, lírica evocación de su espiritual ideal que ya ha tomado su lugar en el Parnaso.
He aquí como la despide el Poeta:
H. G: Te vas Alfonsina…
Gobernando el timón
está la Muerte…
Su beso, no,
la trágica amargura
de su último mirar en mí perdura
cada vez más tenaz
y más adentro.
Aquellos ojos de paloma herida
sellaron la suprema despedida
¡Por si no hay otro viaje,
ni otro encuentro!…
Aquellos ojos de paloma herida
sellaron la suprema despedida
¡Por si no hay otro viaje,
ni otro encuentro!…
Aquellos ojos de paloma herida
sellaron la suprema despedida
¡Por si no hay otro viaje,
ni otro encuentro!…
Dejamos al lector la última palabra sobre este nuevo libro de Hiram García, firme en su fecunda ochentanía. R. P. B.