Autor de “El Color de la Lucha”
Debo iniciar confesando que me encantó “El Color de la Lucha”, el cual devoré en dos días, pese a tener una agenda sumamente apretada. Saqué el tiempo necesario para disfrutarlo, al ser una obra llena de analogías, de referencias y, sobre todo, como bien describe el título, de mucho color, aunque la paleta incluye tonos pasteles y otros más oscuros.
Óscar Fernández es un autor que desde su primer trabajo, “Inframundo”, se ha caracterizado por destacar el trasfondo social, sacando a la luz esa parte marginal que nadie parece querer enfrentar jamás. En esta especie de compromiso de plasmar la realidad surgió “Portavoz de la miseria”, que fue la brutal obra con la que le conocimos en México, o al menos con la que lo conocí yo, abordando la trata de blancas, la prostitución y la separación de las familias.
Al enterarme que había escrito “El Color de la Lucha”, mi curiosidad fue inmensa y quedó plenamente satisfecha: sin duda es un libro que cumple con las expectativas que despierta desde la portada, con una efectiva ilustración del artista René Zubieta.
Saludo a Óscar, recién llegado a Mérida para participar en la Feria Internacional de la Lectura Yucatán 2023, la tan esperada fiesta que los amantes de los libros extrañábamos tras suspender actividades a causa de la pandemia.
El escritor español, que ha divido su estancia en su país natal y también en México, presentará “El Color de la Lucha” este sábado 11 de marzo, en punto de las 11:30 horas, en el Salón Ek Balam, del Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI, contando con la compañía del periodista Luis Boffil y el luchador Ray Richard.
El ibérico-mexicano de entrada afirma que quiso escribir sobre los gladiadores de verdad, esos que se juegan el físico en las arenas, los que se dedican a la Lucha en serio. Señaló que su conexión con la Lucha Libre se dio siendo un niño, cuando su padre (migrante español en nuestro país), lo llevó a verla, lo que le causó un gran impacto.
“Presencié una cartelera brutal en la que participaron Aníbal, Satánico, el Pirata Morgan, Lizmark, entre otros grandes maestros reunidos en la Arena México. Primero me dio miedo por los gritos ensordecedores, pero al ver a Aníbal caminando entre cuerdas, me fue poseyendo el espíritu catártico, así que pronto le estaba aplaudiendo al Perro Aguayo, a Mano Negra, algo increíble.”
¿Cómo surgió la idea para “El Color de la Lucha”?
Surgió de una nostalgia muy fuerte con ese México profundo. Un luchador fue el que me inspiró: estaba escribiendo en una revista de Chiapas en la que colaboraba por afición. Así que fui al gimnasio y uno de los gladiadores me trató muy mal; creo que le dio sentimiento, pues me fue a buscar a las escaleras, se quitó la máscara y me ofreció una disculpa. Le regalé un ejemplar de “El Portador de la Miseria” e intercambiamos números, me ofreció una entrevista y, como le gustó el libro, me llamó para ofrecerme escribir un libro sobre él. Ofreció llevarme a La Merced, hacerme vivir la lucha como tal, tomar unos pulques, introducirme en su historia personal, la cual me envolvió, pues transmitía los sentimientos reales de un luchador.
Un gran acierto tu novela es la adecuada fusión entre personajes ficticios con reales, ¿cuál fue tu metodología para hacer esto?
Fue precisamente mi relación con este luchador, una relación que tuvo una parte bonita y otra triste, pues pude convivir con él; pero, cuando ya tenía el borrador terminado, la hija se enojó, dijo que no podía poner su historia pues su padre quedaba muy vulnerable, pues incluía sus fracasos, su abuso del alcohol.
Debido a que no quería revelar esas cosas reales, rompimos una amistad, lo que me dolió mucho.
Pese a que se quedaron con el borrador, nunca sacaron nada y decidí hacerlo por mi lado. La abogada de derechos de autor se enojó conmigo, por los riesgos que implicaba mencionar a luchadores reales, pero la verdad es que, por ejemplo, los hijos de Lizmark y Aníbal se portaron increíbles; otros no tanto, como Fuerza Guerrera o El Dandy, pero tuve mucha gente que sí quiso participar.
Sobresale la descripción de los entornos, pues el protagonista recorre la Ciudad de México, Oaxaca, Acapulco, Chihuahua… ¿has estado en estos lugares o fue oficio puro?
He tenido la fortuna de conocer México de Tapachula a Tijuana; he vivido en varios lugares como Chiapas, San Luis Potosí, Tabasco y la CDMX, mas siempre trato que la descripción no sea como la vería yo, sino mi luchador, que esa personalidad fluya por completo a la par de sus sentimientos. Hay que tener humildad y respeto por los datos históricos, ya que el libro finalmente plantea que la realidad no es tan mala como la creemos.
La tormentosa relación con las mujeres es otro factor recurrente, lo que aporta ese factor humano al protagonista que se la pasa anhelando el amor sin conseguirlo
Hay veces que tenemos éxito, pero estamos vacíos en otros aspectos. Siempre terminas no teniendo todo. Buscamos una marca ocultando nuestra identidad, nuestros anhelos. Fue un sello que quise imprimir a nuestro protagonista.
Me gustó mucho todo el episodio del clan de los payasos, un postre de fantasía dentro del contexto de la historia
Esa parte fue como ficticia. Me inspiré en un par de capítulos, “El circo de la familia Pilo”, un libro de terror, sobre payasos asesinos que cometían crímenes atroces que tratan de convertir a la gente al lado oscuro; también hay influencias de Stephen King y el payaso Eso, para crear esta fraternidad de asesinos delincuentes con tinte de buenas personas.
¿Cuál sería el porcentaje de ficción y realidad en esta novela?
El libro es en un 85 por cierto verídico sobre la vida de ese luchador, un sujeto tácito cuyo nombre no se menciona para guardar la identidad de la Lucha Libre, tratando de sacar el lado bueno, el conflicto con ese luchador.
¿Qué lugar ocupa “El Color de la Lucha” en tu clasificación personal?
Francamente, tengo en gran estima a mi primer libro, pues fue el que me hizo tomar este camino. Pero “El Color de la Lucha” es el que ocupa el presente, en este momento ocupa todo. La realidad es que todos tenemos hijos diferentes, cada uno aporta una vivencia que no te aporta el otro hijo, por muy prolíficos que sean.
Todos mis libros son distintos, pero este fue como una reversión a una época entrañable de mi escritura. Fue regresar a mi primera época, más lineal, más sensible de a pie, con menos complejidad de lectura. Siento que es un hijo que no estaba capacitado para tener, pero al que el destino me arrastró, otorgándome muchas alegrías.
Te agradezco la oportunidad de compartir con tus lectores esta oportunidad de inaugurar la FILEY con una novela diferente, con una temática diferente, de poder presentar a la Lucha Libre en una posición entre gente que quiere la lectura.
Después de todo, no podemos visualizar México sin unos tlacoyos, sin Frida Khalo, sin máscara. La Lucha es deporte, es creatividad, es colorido, y siempre habrá una máscara presente.
RICARDO PAT