Pibil adopta a Chanchac
El ‘Defensor de los Angustiados’ decide darle una oportunidad a un perrito abandonado en las calles.
Conocí a mi amigo un viernes 13, cuando sus gemidos me permitieron ubicarlo, tirado dentro de un terreno baldío. Había sido atropellado y, con las patas traseras fracturadas, se arrastró hasta ahí orillado por el hambre, devorando las sobras que encontró en una bolsa de basura.
Lo llevé con mi amigo, el MVZ Enrique Marín Pech, quien de inmediato lo atendió, encontrando además de sus lesiones que tenía anemia, erliquia, tvt, etcétera. Fue operado con éxito, iniciando de inmediato los tratamientos necesarios para recuperarse, aunque para pagarlos debí costurar el doble en la sastrería.
Lo llevé a la casa pensando en que, ya recuperado, me sería más sencillo encontrarle una casa, incluso le comenté a mi amigo rescatista Carlos Vivas Robertos. Mi padrino y mi novia Doris, con quienes vivo, me ayudaron a atenderlo y poco a poco fue mejorando.
Meses después, nuestro amigo estaba en perfecto estado: había crecido y su dinámica nos cautivó a todos, por lo que decidimos adoptarlo. Consideramos que aquel hermoso ser ya había sufrido lo necesario, mereciendo una mejor oportunidad, que todos (incluyendo nuestros gatos y el loro), deseábamos otorgarle.
El doctor Marín me dijo que la mejor medicina para el perrito era el amor que le dábamos, el que le prodigábamos todos los miembros de la familia.
Ha pasado un año y desde entonces Chanchac (que así fue bautizado), pasó de ser mi mejor amigo a un querido hermano.
Eso son los animales: nuestros hermanos, nuestros amigos, parte de nuestra familia.
Son con quienes compartimos la vida en este planeta.
Así que, si la oportunidad se presenta, tú también adopta alguno.
RICARDO PAT
