“¿Debemos perdernos por una razón?
¿Debemos arder por una respuesta?
¿Hemos encontrado el lugar que buscábamos?”
-Shoot High Aim Low, Yes
La semana pasada, el editorial del Diario del Sureste nos platicaba del inicio “oficial” de las campañas políticas y, efectivamente, el domingo 5 de abril nuestra ciudad amaneció tapiada de sonrientes caras de desconocidos, propuestos por los diferentes grupos políticos, en busca del voto que les permita a éstos continuar succionando dinero de la ubre presupuestal que nosotros pagamos, y a aquellos vivir sin muchos esfuerzos, gozando de prerrogativas que ellos mismos propondrán y aprobarán.
En los últimos días hemos comprobado que a los grupos políticos les valemos un soberano cacahuate: así hemos sabido del mal uso de costosos helicópteros por partidos de izquierda – sí, de izquierda – cuyos costos no pagan ellos sino que se van a cargar a los “gastos de campaña”; hemos atestiguado penosos ejemplos de abusos del poder a manos de un funcionario federal que hoy mismo renunció – no sin antes tratar de conservar el hueso, mintiendo descaradamente sobre el uso que le dio a otro helicóptero y, posteriormente, ofreciendo disculpas porque lo cacharon en el engaño –; también hemos sabido de las risibles exigencias del partido del mesías tabasqueño – ingresando en día inhábil una solicitud de investigación de antecedentes penales y no penales de sus candidatos, que son más de 3 mil, y exigiendo que se les diera una respuesta ¡en 24 horas! Cuando debieran ser ellos quien tomaran la batuta y con instrumentos tan sencillos como cartas de antecedentes no penales – y, para finalizar, nos hemos enterado del último viaje de compras de la familia presidencial, y del monto de algunas de sus adquisiciones, en momentos en que la discreción – de todo tipo – debiera ser la regla eminente para ellos.
Al analizar todo lo anterior, ¿no sienten ustedes el mismo sentimiento de hastío, encaboronamiento (Catón dixit), desesperación, incredulidad y, también, pena ante el comportamiento a todas luces valemadrista de todos ellos, sentimiento que aumenta cuando nos damos cuenta de que esas caras sonrientes no tienen la menor idea de cómo transformar para mejorar nuestro futuro?
Si no deseamos perder la cabeza, y crearnos una úlcera de paso (o algo peor), necesario es hacer una pausa en esta atribulada y desmadrada etapa de nuestras vidas, voltear hacia otras cosas que en verdad alimenten aquello que puede darle la vuelta a lo que vivimos, prestar atención a la cultura y la educación.
A mayor educación, más difícil será que personajes de todos los colores nos vean la cara y nos engañen; si hay mayor educación, seremos mucho más críticos de lo que hacen aquellos que están en puestos en los que deben servirnos – por eso son “servidores públicos”, recordémoslo – y no toleraremos sus vivezas.
Leía un artículo en el que la tesis era que aquellos que han leído muchos libros son mucho más empáticos que aquellos que no lo han hecho, porque han vivido y se han puesto en el lugar de personas de otras épocas, de otros géneros, sometidos a diversos factores que les permiten comprender con mucha mayor facilidad a lo que se enfrentan los demás. Estoy convencido de que esto es verdad.
Con mucha envidia registré aquí que en el D.F. se efectuaría una edición más del “Remate de Libros” y, ¿saben qué? Nuevamente fue un éxito, registrando una asistencia promedio diaria de más de 18 mil personas, y los editores estaban de plácemes, logrando colocar volúmenes que de otra manera hubieran acabado tal vez en un incinerador. Ojalá y tuviéramos la oportunidad de hacernos de más libros, más económicos. Bien dicen por ahí que “por cada libro que leo, se agregan otros diez a mi lista de los que deseo leer”.
Así pues, la manera de acabar con esta banda de ladrones, de abolir sus prácticas y hacerlos pagar por sus fechorías y desvergüenzas, es adquiriendo mayor educación y cultura, y el inicio del cambio proviene de nosotros.
Leamos más, pues, culturicémonos más.
Depende de nosotros modificar lo que vivimos.
Aspiremos a más.
Desde esta perspectiva, como cantaban los Beatles, “el movimiento que necesitas está en tus hombros”.
Gerardo Saviola
gerardo.saviola@gmail.com