“A veces yo me pregunto, cuando no hay pan en la mesa,
quién fue el que le dio sombrero al que no tiene cabeza…”
A veces yo me pregunto, Facundo Cabral
La última semana del año, el 27 de diciembre, tuvimos el placer de cubrir el evento organizado por el Colectivo Metalmorfosis con el cual pretende reavivar el fuego que el rock trajo a nuestras vidas hace varios lustros. Además de fotos y videos, en esta edición abrimos una ventana al pasado del rock, revisitamos aquellas buenas sensaciones que sembró en nosotros y nos hizo contemplar un momento en el cual se requiere de nuestro apoyo para evitar que este movimiento duerma en la inconsciencia.
Algo fue evidente, y va sobre las mismas líneas que he vertido en editoriales pasados, nuestros músicos y nuestra música, nuestros artistas, necesitan apoyo de nuestras autoridades para poder subsistir. Los más recientes ejemplos de artistas yucatecos que han logrado sobresalir lo han hecho en el extranjero y ahí es donde pueden vivir de su arte. ¿Qué se requiere para que nuestras autoridades culturales volteen los ojos hacia aquellos que fueron los forjadores de estos valores y los ayuden? ¿Por qué tantos músicos deben tener una actividad adicional para lograr subsistir, en vez de vivir de su arte?
Me dio mucha pena observar los amplificadores que usaron muchos de los artistas en esta velada musical en el Teatro Armando Manzanero: adquiridos con sus propios medios hace más de veinte años como mínimo, han dado lo mejor que tenían y ahora atrasaron el espectáculo cuando ya no pudieron más. ¿Acaso las autoridades municipales y estatales no pueden utilizar algo de esos impuestos y recursos que reciben de nosotros para ayudarles a mejorar su equipo y herramientas de trabajo (el piso del escenario estaba lleno de cables, cuando desde hace muchos años existe tecnología inalámbrica), en aras de impulsar esta bella arte?
Muchas preguntas quedan en el aire cuando asistimos a estos eventos sobre lo que se pudiera lograr con mayores recursos. Muchas más se generan cuando nos enteramos de que el apoyo es mínimo y que los organizadores dan su sangre, sudor y lágrimas, motivados por su orgullo profesional y un alto sentido de la ética. Aún más dudas se generan cuando nos enteramos de que ellos ponen dinero de sus bolsillos, esperando que sus gastos les sean reembolsados prontamente.
Mención aparte es el hecho de que el evento fue completamente gratuito para los que asistimos. Resalta mucho cuando lo comparamos con otros eventos que reciben mucha más ayuda presupuestal, y en los cuales además se cobra por la admisión.
Salvo un funcionario de SEDECULTA, activo y servicial en todo momento lo cual debe reconocérsele, no asistió ninguna otra autoridad cultural de ningún nivel. ¿Eso es lo que se merecen estos pioneros del rock en nuestro estado, este desdén y esta marginación? ¿Así tiene que ser? ¿Acaso es difícil para nuestro gobernador y para nuestro alcalde asistir a eventos de este tipo, y constatar por ellos mismos lo que aquí se expresa?
Yo deseo que parte de mis impuestos sean utilizados en eventos como éste, en artistas que se han desarrollado en nuestro estado, en promotores y Colectivos que no nos den gato por liebre.
Desde esta perspectiva, una vez más aparece otra oportunidad para nuestros gobernantes de demostrar interés en la cultura y de apoyar a quienes merecen recibir apoyo, artistas y promotores.
El Rock es Cultura.
Gerardo Saviola