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Perspectiva: El Día de San Valentín, el Día del Amor

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“El Mañana llega, el Mañana trae,

El Mañana trae Amor en cualquier forma.

En cualquier momento, en cualquier lugar,

Si debes crear Amor, hazlo en todo lugar.

Eso es lo que es el Amor …

Funny How Love Is, Queen

Esta festividad se origina del martirio y muerte de un sacerdote romano en el siglo III, que tuvo el valor de ir contra las órdenes del emperador Claudio II –que prohibió los casamientos entre jóvenes debido a que “los solteros sin familia son mejores soldados por no tener ataduras” –, y que continuó celebrándolos en secreto (por eso es el patrono de los enamorados), hecho por lo cual fue encarcelado y posteriormente, por intrigas palaciegas y a pesar de haber devuelto la vista – en nombre de Dios – a la hija ciega del oficial encargado de su cautiverio, fue ejecutado el 14 de febrero del año 270.

Tradicionalmente, este es el día del año en que festejamos al Amor en todas sus manifestaciones, siendo el de pareja el más publicitado, aunque también se le ha llamado “Día de la Amistad”. En mi caso, durante mis años mozos resultaba el día en el que suspiraba más por tener una pareja para, tomados de la mano, soñar juntos. Melcocha pura, pues. Por mis palabras se podrán dar cuenta de que no fue ese mi caso; en realidad, me inicié tarde en esto de las relaciones de pareja.

Tras el paso de los años y habiendo atestiguado – y vivido – historias de amor que se suponían eternas y que acabaron en divorcios, (algunos amables, algunos no tanto) sigo convencido de que la naturaleza humana nos llama a vivir en pareja, que no nacimos para estar solos.

No son las diferencias las que separan a las parejas; antes bien, estoy convencido de que tales diferencias poseen el potencial de enriquecer aún más las relaciones. Mi hipótesis es que la pobre o nula comunicación es la que acaba con ellas, aunada a una incorrecta interpretación de lo que es una relación de pareja. Hablar no es lo mismo que comunicar, y las parejas que piensan que “dos se convierten en uno” al unirse, pronto se dan cuenta de que esto es imposible tan solo porque se trata de una unión de “individuos”. Más bien es, como dice Mario Benedetti, “en la calle codo a codo somos mucho más que dos”.

Reconocer en nuestra pareja a alguien que posee hábitos, manías, gustos, preferencias, maneras de pensar, que no son necesariamente iguales a las nuestras, es el primer paso para conservarla. Aceptar las diferencias y respetarlas es obligado. Ambos venimos de medios diferentes, fuimos crecidos de manera diferente y, por lo tanto, es casi imposible que coincidamos en todo al 100%. Cada uno carga sus propios complejos, sus propios temores, sus propias creencias.

Comunicarnos implica necesariamente dialogar, y un diálogo necesita de dos interlocutores y de un orden: uno escucha y el otro habla, y luego se invierten los roles. Escuchar, lo sabemos, no es lo mismo que oír. Para escuchar hay que poseer la disposición suficiente, y poseer la madurez de evaluar lo que se dice y, de ser necesario, modificar nuestras conductas. No existen temas tabú cuando podemos comunicarnos con nuestra pareja; por el contrario, si hay temas que no podemos platicar debido a que el otro no está dispuesto a escuchar, estaremos sembrando los vientos que mañana se convertirán en tempestades.

Agreguemos a la comunicación un elemento más –el respeto– y entonces estaremos en vías de tener una relación duradera y satisfactoria.

Dicen que las crisis acercan a las parejas y esto es cierto hasta cierto punto: acercará más a aquellas que han aprendido a comunicarse, pero irremediablemente dividirá a aquellas que no lo han logrado.

Desde esta perspectiva, existen ahora tantos diferentes tipos de relaciones entre humanos y no dudo que el Amor se encuentre presente en todas ellas. Lo que me pregunto es cuántas de esas parejas en realidad conocen de antemano lo que se requiere para llevar con éxito su relación.

El Amor no implica sacrificios ni martirio, tampoco pienso que sea un “dulce tormento”.

Más bien pienso y siento que es una decisión que inicia de manera inconsciente y que, en muchas ocasiones, se vuelve consciente y de todos los días, creciendo juntos, buscando lo mejor para ambos, sin perder de vista que antes del nosotros existirá siempre el “tú” y el “yo” que nos unió.

Feliz día del Amor y la Amistad a todos ustedes.

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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