Poesía
Rocío Prieto Valdivia
Para Itzel de Carmen
Un día te fuiste sin avisar.
Te amé tanto,
como nunca a nadie pensé amar.
Tus ojitos
solecitos eran para mí;
tus pequeñas manos
acariciaron mi rostro…
Hoy no lo hacen más.
Vocecita,
hoy no te escucho sonreír;
angelito,
ruiseñor eres para mí.
Imaginaba una larga vida
junto a ti.
Hoy ya no será así.
Te fuiste una tarde de abril,
ese día dejé de existir,
me arranqué la vida y morí.
Eras lo más amado,
pequeñita mía,
hoy estás en el Cielo,
riendo como lo hacías aquí.