Teatro Yucateco
LXXV
Luis Rosado Vega
Payambé
ACTO SEGUNDO
Cuadro primero
PERSONAJES MANAB, Bruja de Loltún.
LABRIEGOS, Hombres y mujeres. Emisarios del Rey de Tulúm.
ESCENA I
En una milpa. Al fondo las sierras del Sur. Los labradores bajando las mazorcas, arreglando las trojes, y preparando el balché.
UNA VOZ: Venid, amigos, hermanos,
mirad que hermosos los granos
que de esta planta recojo…
OTRA: Parece que están pintados.
OTRA: Los hay blancos y morados.
y los hay tintos en rojo.
CORO: Feliz de quien los recoge,
alzad, alzad más la troje,
la cosecha está tan buena,
que aunque mucho cosechemos
por más y por más que echemos
parece que no se llena.
EL MÁS ANCIANO: Labriegos, tejed la danza,
en honra de Chac… bailad,
el maizal es la esperanza
de los indios del Mayab.
Los labriegos comienzan el baile campesino, blandiendo tallos de mazorcas, y cantando.
CORO: Tiembla en su tallo el nicté,
la mazorca en el maizal,
en el frondoso yaxché
silba el viento matinal,
cantando está el xkokolché.
llorando la sacpacal,
tiembla en su tallo el nicté,
la mazorca en el maizal.
(El más anciano toma puñados de maíz y los va arrojando solemnemente hacia los cuatro vientos, cantando esta imprecación)
Chac lluvioso y placentero
señor de las aguas, ven,
desciende en el aguacero
donde las milpas estén.
CORO: (Siempre danzando.) Doquiera la vista ve,
la cosecha no va mal,
cantando está el Kokolché,
llorando la nacpacal;
tiembla en su tallo el nicté,
la mazorca en el maizal.
ESCENA II
Contrastando con la dulzura de la escena anterior, e interrumpiéndola entra violentamente, presa de gran agitación, la vieja MANAN, bruja de Loltún. Los LABRIEGOS se agrupan en su derredor al oír las nuevas que trae.
MANAB: ¿Sabéis la infausta nueva, labriegos de esta tierra?…
LABRIEGOS: Dinos, Manab, ¿cuál es?…
MANAB: Tulúm se ha alzado en armas para llevar la guerra al reino de Chichén. EL MÁS ANCIANO: ¡Oh!, el odio de esos pueblos… se odian con tal fiereza que su odio es sin igual.
MANAB: Pero hay algo más grave… Acaníl, la princesa
¡por amor ha roto sus votos de vestal!…
LABRIEGOS: ¿Di, Manab, y a quién ama?…
MANAB: ¡Oh!, qué fatal locura,
¿a quién diréis?… Al príncipe Payambé de Chichén
¡y se han fugado!…
LABRIEGOS: ¡Oh!, dioses… Acaníl es impura…
MANAB: Tulúm por ese crimen se destruirá esta vez
Se destruirá, os lo anunció mi antro de Loltún,
ayer a media noche un gallo negro ví,
lo maté y con ayuda del médico sastún
los augurios terribles en su interior leí….
ESCENA III
Llegan violentos los EMISARIOS de REY de Tulum que andan en busca de los fugitivos.
LOS EMISARIOS: ¡Ey… ey… ey!… aquí todos, aquí. (Dirigiéndose a los LABRIEGOS)
se ha refugiado la princesa Acaníl,
con el hijo del señor de Chichén,
con Payambé, y nos manda Navanché
Rey de Tulum, buscarla… contestad
labriegos, ¿no sabéis en dónde están?…
LABRIEGOS: No lo sabemos, no…
EMISARIOS: Temed, temed
si ocultáis la verdad, a nuestro Rey.
Decid, decid al punto en dónde están.
LABRIEGOS: Lo ignoramos, en vano preguntáis.
UNO DE LOS EMISARIOS: Manab… tú eres Manab… la de Loltún,
¡tú has de saber dónde se ocultan… tú!
A ver, labriegos, idos, idos ya,
queremos estar solos con Manab.
Los LABRIEGOS se marchan cabizbajos y temerosos.
ESCENA IV
UNO DE LOS EMISARIOS: (A MANAB, con violencia.) Vamos, vamos… ¿qué esperas?… di en seguida ¿dónde están?…
MANAB: Yo no sé… yo no sé nada…
EMISARIOS: Sí que debes saberlo… dinos luego
en dónde están los fugitivos… ¡habla!
responde, ¿en dónde están los fugitivos?…
MANAB: Me preguntáis en vano… no sé nada.
EMISARIOS: (Sacudiéndola con fuerza.) Mientes, bruja del diablo, ¡más la lengua habremos de arrancarte, si no hablas!
¿dónde están?…
MANAB: No lo sé…
EMISARIOS: Dilo…
MANAB: Lo ignoro…
EMISARIOS: Bien está… conocemos tu morada,
si no encontramos a los fugitivos,
te buscaremos… y ¡ay, de ti, si callas!…
La maltratan de obra arrojándola al suelo, y se van.
ESCENA V
MANAB: Emisarios malditos… (Alzándose maltrecha.)
Los LABRIEGOS van volviendo sigilosamente, hasta llegar a la vieja.
LABRIEGOS: ¿Qué sucedió, Manab?…
MANAB: Ya veis… me han maltratado,
¡esbirros del mal!…
por no decirles dónde
los prófugos están…
LABRIEGOS: ¿Y en verdad, no lo sabes?….
MANAB: No lo sé, es la verdad…
LABRIEGOS: ¡Oh, qué terribles cosas
van, sin duda, a pasar!
MANAB: Adiós… adiós… me marcho
a mi antro.
LABRIEGOS: Adiós, Manab.
MANAB: ¡Ya veréis qué de cosas
horribles pasarán!…
LABRIEGOS: Que los dioses propicios,
nos protejan, Manab!…
MANAB toma por una vereda, y llegando a una colina desde la cual domina la escena, se vuelve hacia ella y con voz profética pronuncia este vaticinio que oyen consternados los LABRIEGOS:
MANAB: Tulúm, Tulúm, los dioses
coléricos están,
el sacrificio infando
sobre ti pesará,
caerán tus fortalezas
y tus campos serán,
devastados por siempre,
Tulum, Tulum… ¡caerás!…
Cae el telón de cambio mientras queda vibrando el augurio de la adivina.
Cuadro segundo
Personajes: MANAB, La bruja de Loltún.
PAYAMBÉ, Príncipe de Chichén.
ACANÍL, Princesa de Tulúm.
EMISARIOS del Rey de Tulúm.
Las grutas de Loltún. En medio de la cueva, sobre el Kobén de tres piedras un hornillo humeante para los sortilegios. A un lado un ídolo. Frente al espectador, hacia el fondo, la boca de la cueva. Afuera se oye rugir la tempestad iluminándose la escena con la luz siniestra de los relámpagos.
ESCENA VI
Escena muda durante la cual la orquesta ejecutará algo apropiado a los misterios del pasaje.
MANAB, con el sastún en la mano, o sea la piedra mágica, hace signos de sortilegio sobre el hornillo encendido, pronunciando frases cabalísticas. Alzándose luego, toma un ave de plumaje negro, la abre y empapándose las manos en su sangre va a untar con ella el rostro del ídolo, y la rocía a los cuatro vientos pronunciando siempre palabras confusas. La escena estará a media luz. De pronto a la luz cárdena de un relámpago se destacan en la boca de la caverna dos figuras humanas. Son el PRINCIPE PAYAMBÉ vestido con todos sus arreos de guerrero, y la PRINCESA ACANÍL que buscan un refugio en las grutas. MANAR al verlos queda un momento sorprendida hasta que los reconoce.
ESCENA VII
MANAB: ¡Oh!… ¿quiénes sois?… ¿sois un engendro
del relámpago cegador?…
Mas ¡ah! no, ya os reconozco.
PAYAMBÉ Y ACANÍL: ¡Manab!…
MANAB: Ya sé… sé quiénes son;
vosotros sois los fugitivos
que ha unido un desdichado amor,
pero que al mismo tiempo, ¡oh! dioses,
¡también un sacrilegio unió!…
PAYAMBÉ: Manab… Manab… danos asilo,
la tempestad se desató
dificultándonos la ruta,
y porque en cruel persecución
van tras nosotros los sicarios
de Navanché…
MANAB: ¡Bien lo sé yo!…
Pasad, mi asilo será el vuestro,
(Aparte) así me vengaré mejor
de tus infames emisarios,
Rey de Tulúm… no olvido… no…
PAYAMBÉ: Dinos Manab, los vaticinios…
toma estas joyas, dinos hoy.
ACANÍL: (Le da algunas joyas de las cuales se desprende.)
Qué nos espera, dinos, dinos
el porvenir…
MANAB: ¡Es algo atroz!
la guerra, dicen los augurios
será de gran devastación…
PAYAMBÉ: ¡Qué horror!…
ACANÍL: ¡Qué horror!…
LOS TRES: ¡Qué horror, qué horror!…
PAYAMBÉ: ¿Por qué?…
MANAR: ¡Por vuestro sacrilegio!…
ACANÍL: ¡Dioses!… piedad…
PAYAMBÉ: No temas, no,
serán mis brazos tu refugio,
¡te escudará mi corazón!
MANAB: Quedad aquí… vuelvo al instante
a escudriñar afuera voy,
si saben ya los que os persiguen
que en mi caverna os guardo yo… (Vase.)
ESCENA VIII
Dúo de amor que ha de ser el más delicado pasaje de la obra.
PAYAMBI: Acaníl… Acaníl… paloma mía,
la flor de xtabentún,
no es más pura Acaníl, ni más fragante,
ni más bella que tú.
ACANÍL: Payambé, Payambé, príncipe mío,
mi amor y mi sostén,
fiero como el balam de nuestras selvas,
tuya soy, Payambé.
PAYAMBÉ: Acaníl, Acaníl, flor de mis valles,
mi dulce sacpacal,
pura como el rocío de la noche,
dulce como el panal.
ACANÍL: Payambé, tus palabras a mí llegan
cual la brisa de abril;
junto a ti, Payambé, Payambé mío,
¡cuán hermoso es vivir!…
PAYAMBÉ: Pero escucha, los dioses no nos quieren,
ACANÍL: Bien que lo sé, ¡ay!, de mí,
más no me importa, no, porque la vida
no la quiero sin ti.
PAYAMBÉ: Dime, Acaníl, ¿afrontarás el sino?
ACANÍL: Contigo estoy, ya ves.
PAYAMBÉ: ¿Unidos para siempre?….
ACANÍL: ¡Eternamente unidos!
PAYAMBÉ: ¡Acaníl!…
ACANÍL: ¡Payambé!…
ESCENA IX
Vuelve la bruja MANAB, que entra muy agitada previniendo a los fugitivos que están cerca sus perseguidores.
MANAB: Ya vienen… preparaos,
será fuerza luchar:
PAYAMBÉ: No importa, soy el hijo
del gran Rey Itzacán,
¡y ni temo a los hombres,
ni al tigre ni al jaguar!
ACANÍL: Payambé… desfallezco…
PAYAMBÉ: No temas… ya verás,
¡Oh!, mi Acaníl, ¡recuerda
también tu estirpe real!…
MANAB va a la boca de la gruta a espiar y vuelve presto a anunciar que ya llegan los emisarios que los persiguen.
MANAB: Son ellos… sí, son ellos…
ACANÍL: Payambé, ¡qué ansiedad!…
PAYAMBÉ: Ten valor… ten aliento,
toma tú mi puñal, (Se lo da)
y sé la mujer fuerte,
lucha también…
ACANÍL: ¡Si tal!… (Como tomando resolución heroica)
También hay en mis venas
¡sangre de estirpe real!….
MANAR: No os importe la lucha
no cejéis, no temáis,
¡si fuese necesario
mi ciencia os salvará!
PAYAMBÉ Y ACANIL: ¿Cómo?…
MANAB: Yo sé un conjuro
tremendo, con el cual
a cualquiera un momento
puedo inmovilizar…
PAYAMBÉ: ¡Lucharé!…
ACANÍL: ¡Lucharemos!…
MANAB: ¡No temáis… no temáis!…
ESCENA X
Armados de arcos y flechas unos, y otros de lanzas, se presentan los cuatro emisarios del Rey de Tulúm que buscan a los fugitivos. PAYAMBÉ requiere al punto el arco y la flecha, ACANÍL esgrime el puñal y lo alza como dispuesta a defenderse. MANAB observa la escena desde un rincón, con las manos extendidas como en actitud de lanzar el sortilegio a la hora oportuna.
Los EMISARIOS: Al fin, al fin, al fin os encontramos….
PAYAMBÉ: No avancéis… no avancéis… atrás… atrás…
mirad… soy Payambé… yo soy el Príncipe
de Chichén… ¡Soy el hijo de Itzacán!…
ACANÍL: Mensajeros, yo soy vuestra Princesa,
¡no intentéis, mensajeros, avanzar!
EMISARIOS: Lo ordena vuestro Rey que es vuestro padre…
nuestros cautivos sois…
PAYAMBÉ: ¡Atrás… atrás!…
EMISARIOS: Y tú vieja hechicera, con la vida
porque los ocultaste, ¡pagarás!…
MANAB: Ya veremos… já… já… ya lo veremos…
EMISARIOS: De una vez acabemos… ¡basta ya!…
sois cautivos… tenemos que llevaros
ante el Rey de Tulúm…
PAYAMBÉ: ¡Jamás!… ¡jamás!…
Se traba la lucha. PAYAMBÉ dispara el arco contestándole alguno de los emisarios, que avanzan hasta llegar a las manos. ACANÍL trata también de defenderse. MANAB se yergue y extendiendo las manos hacia los emisarios les lanza el sortilegio que ha de inmovilizarlos por un momento el cual aprovechan PAYAMBÉ, ACANÍL y la misma MANAB para huir:
MANAB: ¡Hunhau… Hunhau! príncipe del infierno,
señor de las tinieblas, satanás,
paraliza los pies de estos malvados…
¡Hunhau! ¡Hunhau!… ¡Hunhau…!
Los EMISARIOS quedan como aterrados al oír estas frases, soltando involuntariamente las armas, permaneciendo inmóviles, con los ojos desmesuradamente abiertos, hasta el momento en que la escena lo indique.
MANAB: ¡Acaníl… Payambé… pues que a los dioses
queréis desafiar,
vamos… y que se cumplan los destinos!…
PAYAMBÉ Y ACANÍL: ¡Vámonos, si!…
LOS TRES: ¡Lo que ha de ser será!…
(Al abandonar la gruta.)
Salen.
En este instante retumba fragorosamente un trueno que hace vibrar la gruta, cayendo con estrépito algunas peñas en el momento en que salen de su estupor los emisarios, que alcanzados por los peñascos que caen prorrumpen en un grito lastimero a tiempo que cae el telón.
Fin del acto segundo
Compilación de Fernando Muñoz Castillo
Continuará la próxima semana…