RODOLFO DE LA FUENTE ESCALONA
Lo único real, fiel, constante y siempre ahí, son las nubes. Esas mismas que han venido desde la infancia hasta hoy, mirando con tierna indiferencia.
A esa idea llegué una tarde de 2004 como en una triste iluminación, mientras veía el paso presuroso de cirros y cúmulos-nimbos hacia el oeste de La Habana y del mundo, y todo se me hundía por dentro. Unas más veloces, otras más lentas, flotando sobre el espacio rojizo del ocaso.
Eran como mujeres en fuga, como una mujer d…