Durante uno de mis viajes de vacaciones, si la memoria no me falla cuando contaba con 13 años, a casa de mis padrinos en Guadalajara –mis “premios” debido a mis notas escolares– mis primos escuchaban música que abarcaba muy diferentes géneros: el mayor, Raúl, era fanático de The Doors; Ricardo, el que le seguía, daba sus huesitos por Deep Purple; Jorge Rigoberto era más fresota, pero era un aventajado estudiante de artes marciales, y mi prima Rubí escuchaba la música disco, que en esos días estaba en su apogeo, siendo los Bee Gees los que iban a la vanguardia en sus preferencias.
Pues bien, había un casete que, cuando llegó la hora de emprender el viaje de retorno a Mérida, rogué a Rigo me permitiera quedarme, para traerlo conmigo. En un lado, Neil Diamond cantaba sus grandes éxitos; en el otro, Bing Crosby me arrullaba para dormir con la canción “Aubrey”.
Para la trivia, Deep Purple grabó una versión de una canción compuesta por Neil Diamond, testimonio a la grandeza de este neoyorquino. Al final la revelaré.
Hace apenas unos días, en medio de su tour de aniversario 50, el grandísimo Neil Diamond anunció que, debido a que el Parkinson no se lo permitía ya más, se retiraba de los escenarios. Hace un año, Neil estuvo en México, lo supe, y no fui, perdiendo así la oportunidad de despedirme de uno de mis artistas favoritos más de cuatro décadas después de que lo escuché por primera vez.
Neil continuará componiendo y trabajando en producir música, ahora desde su estudio. ¿Traerá eso un declive en su estado de ánimo? Solo si él lo permite.
Desde estas breves líneas, quiero agradecerle tantas canciones, tantos recuerdos, tantas melodías, y tanto amor que me ha hecho sentir cada vez que escucho sus composiciones; al mismo tiempo, van mis mejores deseos porque se mantenga activo, regalándonos aún más música por todos los años que Dios le conceda.
¡Gracias por todo, Neil!
S. Alvarado D.
sergio.alvarado.diaz@hotmail.com
La canción: Kentucky Woman.
