Colonia Yucatán
Otra de las protagonistas que hicieron historia entre las mujeres obreras de la Colonia Yucatán es Socorro Mugarte Barbosa.
«Cuando yo entré a trabajar en la fábrica ya estaba Rosa Ruz. Quince años tenía yo cuando entré a trabajar a la fábrica; el cuerpo ya lo tenía, pero la edad no. El jornal era de doce horas diarias, de seis a seis; yo sí trabajé tercer turno. Nos ponían a trabajar en la secadora, donde eran hojas sencillas de caoba, era la chapa; trabajé hasta en las sierritas. Sí, el ambiente era bueno porque nos sabíamos entender con las otras compañeras. Nunca hubo problemas con nuestros compañeros varones, sólo que nos vigilaban mucho por los jefes. Como parte del trabajo teníamos que hacer limpieza en las secadoras, hasta debajo de las maquinas nos metíamos a limpiar. Tengo una cicatriz aquí, dice señalando el lugar, porque una vez pasé muy cerca de un ventilador, tropecé y, como me pasé a caer, pues me agarré del ventilador. Aún así, me pegué con un tubo de agua caliente,» platica de manera amena la popular y alegre doña Chuza.
«Nos trataban bien, eran parejos los compañeros. Mi último jefe fue don Fernando Torres. Creo que era su manera de ser…!pegadito!… ¡pegadito!… ¡pegadito!… ¡era máááááss moleeessstoosooo!… No sé quién de las obreras lo levantó en vilo un dia y amenazante le dijo, a la vez que lo sentó en la estiba de chapa que salía de la secadora: ‘Si me sacan de aquí, te voy a dar ¡ya sabes cómo!…’ Es que no quería verte parada, era muy fastidioso. ‘¡Trabajar!, ¡trabajar!, ¡trabajar!’ es lo que siempre nos decía. Hacía así sus manos,» dice la mamá de Eva, tratando de imitar los movimientos de su antiguo jefe quien, por cierto, siempre vestía de blanco y repetía a cada rato lo que te decía. Parecía un lorito.
«Mi filiación del Seguro Social es 8463451243,’ dice de memoria la mamá de Hugo. «Yo soy de Mérida, pero mi papá nos trajo acá muy chamacos. Él era terracero, abrir caminos blancos para carretas hacía. Ya tengo más de 50 años acá; primero vivimos en la Sierra. Por cierto, a mí no me festejaron mis xv años porque desde antes de cumplirlos empecé a bailar, y de castigo no me festejaron mis XV años, me dice la hija de Candelaria Barbosa Couoh y Alfonso Mugarte Várguez.
Cuando venimos de la Sierra a vivir a la Colonia ya estaba yo casada. Acá en Colonia me casé en 1965 con Luis Lara Alvarez, el padre Román Kasperzak nos casó. Cuatro hijos tengo: Evangelina María, Luis Humberto, Jorge Iván y Hugo Roldan, son ya varios nietos también: Harly, Cristhian, Karla, Ricardo, Irving, Marielita, Huguito, Rubí y dos bisnietos de Ricardo e Irving, hasta ahora.
«Aunque ya desde el 16 de mayo de 2010 estoy jubilada, todavía ando en bicicleta. Ahora no me molesta que los otros chamacos le digan a mis nietos ‘Tu abuela en bicicleta’. Ah! pero de salud estoy muy bien, presume doña Soco a quien se costumbre ver en la Colonia siempre contenta y bromeando…
¿Por qué le dicen Chuza?
Ni yo lo sé. A mí me gustaba el deporte, jugaba de todo: béisbol, softbol, voleibol con el equipo de la Sierra. Ya casada seguía jugando, hasta que se quebró mi dedo y dejé de jugar. En la explanada del Seguro jugué volibol aún trabajando con el equipo de la Sierra, Clarita Canto era nuestra manager. También jugaba boliche pero nunca hice chuza porque me caía con todo y bola, no sabía, nunca aprendí a jugar boliche; creo que por eso me dicen Chuza,» dice entre sonrisas la suegra de Lechuza (Ricardo Muñoz).
«Aquí donde vivo ahora vivió doña Fela y don Lorenzo Echanove. Solo acá he vivido. Estoy más tranquila aquí, ahora casi no hay trabajo en la Colonia y casi puro viejito vive acá. Están esperando que se mueran para que cierre el IMSS. Pilón (Felipe Leal) creo tiene más de 75 años, Vado Góngora (+) es de la edad de mi viejo, finaliza durante una breve y amena plática en la sala de su casa de la Colonia la abuelita de Mariel Muñoz Lara, una mañana de diciembre de 2016.
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO