Colonia Yucatán
Doña Belem María Socorro Álvarez y Pech es otra de las primeras muchachas que trabajó como obrera en la fábrica de la Colonia Yucatán. Ahora bisabuela, a la edad de seis años vino con su papá y su madrastra de la Ciudad de los Cerros a establecerse en la Colonia Yucatán. “Venimos entre los rolos a vivir acá, el año no recuerdo, tenía yo seis años. El viaje hasta acá tardó más de seis horas desde Tizimín, puchis*, solo estrellas vimos, amaneciendo llegamos,” recordó.
“Vi que inauguren la escuela (en 1956 creo). Fui de las primeras que entró a trabajar en la fábrica, junto con la sobrina de Bertha Hernández, Margarita, Coqui y Elsy Marín, Elena Aban. Trabajábamos en la secadora en el primer turno, yo me salí de la fábrica en el ’56, cuando me casé. En la escuela que se tumbó estudié hasta cuarto grado,” menciona con tristeza, refiriéndose a la vetusta escuela de Madera “Manuel Alcalá Martín”, única en su tipo.
“También trabajé en casa del ingeniero Rodríguez como dos años, salí y entré a la fábrica. 16 años tenía cuando me casé con Francisco Ortiz Mezquita, oriundo de Cenotillo. Tengo nueve hijos de trece, tres murieron chicos,” comenta doña Belem María Socorro con el índice levantado, para enfatizar sus palabras.
Esta amable y sonriente señora nació en Izamal, hija de Paulino Álvarez Brito (a) Don Diablo, y María Remigia Uc. “Mi madrastra fue doña Eduviges Manzanero, doña Edú, con la que crecí; soy la única hija de don Paulino Álvarez que no es hija de doña Edú.”
“¿Accidentes? Nada, hasta mis hermanitas Rosy y Teresa trabajaron en la fábrica: Rosita 10 años hizo. Mis jefes fueron don Fernando Torres y el papá de Alicia, don Juan Rodríguez. Turno normal tenía; ganaba yo $ 66.99 semanal, le daba $50.00 a mi mamá y me quedaba con el resto, a veces le daba más,” recuerda con suma facilidad la hermana de Mechita (+).
“Mi uniforme era overol con una blusa “cualquiera”. De repente empezaron a llevar gorra algunas compañeras, pero yo no. En ese entonces ibas a pedir trabajo y te avisaban dos días antes de la fecha de inicio; buscabas tu overol, ya sea que lo prestes o lo compres.”
“A las cinco de la mañana entrábamos, no trabajamos tercer turno. Don Fernando Torres era el jefe, era muy exigente el viejito, quería que pusiéramos la chapa pegadito, pegadito. A cada rato pasaba a ver si lo estás haciendo bien. ‘¡Pegadito, pegadito!’ te decía a cada rato. Eso molestó mucho a mi hermana Tere: un día lo levantó en vilo de los brazos y lo sentó en la estiba de la Chapa. ‘¡Teresita, Teresita, eh, eh, eh!’ le decía asustado y sorprendido…
Durante el turno había relajo, pero era tranquilo. A veces nos ponían a trabajar con un varón, los ayudábamos; un año trabajé con Satanás (Ausencio González) de compañero.”
“¿Cuándo volverán esos tiempos?” se pregunta como si estuviera hablando sola, concentrada en sus recuerdos y en la plática la mamá de Popeye (Felipe), Amílcar (Pipo), Carlos (la pava), Fernelly (Churi), Tony, Chacho, Remigia (Remi) y Coralia (Cori).
¿Cómo se portaban los varones con ustedes?
Siempre nos respetaron, había mucho orden, aunque solamente un año trabajé en la fábrica. Era yo alta, por eso me dieron chamba. mi papá dijo que tenía yo 16 años de edad. ‘Vas a entrar a trabajar, pero no quiero que andes de loca como las otras por allá,’ me aconsejó. ‘No, papi, no, nunca.’ ¿Qué iba yo a salir los domingos? Nooo… Había mucha obediencia a los papás.
(*) Yucatequismo que denota desacuerdo, fastidio, sorpresa.
Continuará…
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO