Opinión
Edgar Rodríguez Cimé
“Hacía tanto tiempo que no levantaba la cabeza, que se me olvidó Dios,” dice Juan Pérez Jolote, personaje tzotzil retratado por Ricardo Pozas. Del mismo modo, tanto tiempo anduvimos esclavizados por el amo rico que nos quitó todo –tierras, libertad, espacio para vivir, tiempo para soñar– y, en el colmo, hasta la esperanza de un mañana mejor.
Nos acostumbramos, como pobres, a no abrigar esperanzas, así como a soportar las crisis lo mejor que pudiéramos. Nos habituamos al mantra “De los males, el menor”.
Un universo sin esperanzas por una vida mejor, con el saqueo empresarial rapaz de las riquezas naturales (oro, plata, petróleo), la sobreexplotación del hombre con la antiética de ganar mucho dinero, sin importar vidas humanas y equilibrio ecológico, con la corrupción como aceite para engrasar el desarrollo y el progreso. Los Ricos contra los Pobres.
Ese es el ambiente ético y moral donde nace la candidatura de un personaje-mesías: Obrador y su pretendida 4T (aunque en realidad sería la quinta porque, dicen los historiadores, la cuarta fueron los cambios políticos y constitucionales conseguidos nacionalmente con las protestas civiles masivas en 1968 y 1971).
En este escenario habría que entender el brillo en la mirada de un anciano muy pobre que llega a cualquier banco de Méjico, donde nunca antes había entrado, con su tarjeta de apoyo al adulto mayor y te pide el favor (porque las jóvenes empleadas del banco están ocupadas atendiendo a los cuentahabientes clasemedieros) de “sacar el dinerito de su beca” (“que me manda el presidente”, como dice mi suegra de 80 años). Al recibir su dinero, salen del banco con la esperanza reflejada en el rostro.
Llega Ángel (tan guapo que parece tal), el nieto de mi esposa, del COBAY Ticul, sonriendo con felicidad: “Acabo de cobrar mi beca (es excelente en matemáticas) y me di cuenta que ahora tengo más dinero en mi tarjeta que el valor de mi celular (barato).” Pienso en mi época de estudiante de primaria, secundaria y bachillerato, con calificaciones de 9 y 10: entonces nos conformábamos con tener de premio la envidia o el bullying de los flojos y malosos.
No imaginan ustedes el sentido de dignidad recuperada en la posibilidad de, ahora más, apoyar la economía del matrimonio de mi hija la Monona y mi yerno Javier, con mis dos nietos Alexa y chan Jorgito, por medio de mi pensión como trabajador de la cultura en el gobierno de Yucatán y la beca para adultos mayores, de la cual sale la “bequita” para los chan dzirises (chiquitos).
Eso se llama Esperanza, y es lo que también habíamos perdido los pobres. Eso, escúchenlo bien, dzules (criollos y mestizos) de toda la península de Yucatán, ricos y clasemedieros, eso no lo pueden entender sus sensibilidades acostumbradas a tenerlo todo, o casi. A los de Abajo, los ricos, desde hace 500 años, nos habían quitado todo.
Eso es parte de lo que se está recuperando con Obrador. Un político de centro izquierda que, con todas sus limitaciones, nos está devolviendo -a pesar de la rapiña política de Monreal y Delgado- el sentido de la esperanza a quienes la dábamos por perdida: los de Abajo.
edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx