Enclavado en el corazón de la ciudad Capital, Mérida, en el cruce de las calles 60 y 57 se levanta el edificio Central de la Universidad de Yucatán como un símbolo de las inquietudes de un pueblo tradicionalmente reconocido por su amor a la cultura. Su historia se remonta hasta el año de 1711 cuando, con fondos de la herencia de D. Diego Rodríguez del Olmo, administrados por el Br. y Pbro. D. Gaspar Güemes, en su calidad de albacea, se fundó el colegio de San Pedro, adscrito a la Universidad de San Javier. A partir de entonces, este noble y secular edificio ha sabido cumplir con honor su destino de albergue del quehacer educacional en toda la Península Yucateca.
A propósito del mural de Manuel Lizama, el Br. Arturo Menéndez Paz, en su trabajo publicado en “Universitario”, Órgano de Información de la Federación Estudiantil Universitaria, correspondiente al mes de diciembre del año de 1961 (Revista que ha dejado de publicarse), bajo el título de “Mural de la Universidad de Yucatán”, dice en su parte final:
“Pensamos que no podría expresarse con igual acierto por otro medio que no fuese mural, la dimensión de la Universidad en sus aspectos histórico y social.”
Elogio de la Universidad, su mural viene a sustituir dibujos que, destruidos por la humedad y de escaso valor artístico, no representaban la idea de la Universidad. Opuestamente, las figuras descoloridas en paredes de estado ruinoso procuraban a la sala una condición de humedad, nada seria ni saludable.
Ante el estado físico de tales paredes, fue necesario remozarlas, especialmente la del costado sur que se destinó al mural, sobre cuya superficie de 13.5 metros se aplicó un tratamiento de barniz sellador, previo a los trabajos del boceto y la pintura que se realizó al temple.
En el mural aparecen, por orden de mención y en imágenes de alta calidad expresiva, el Gral. Manuel Cepeda Peraza y Felipe Carrillo Puerto.
Cepeda Peraza y Carrillo Puerto son el liberalismo y la revolución en Yucatán, afirmando en la educación superior los frutos y experiencias de aquellos movimientos de reivindicación societaria.
Cepeda Peraza, junto del Instituto Literario, enseña el Decreto de fecha 18 de julio de 1867 que lo creó.
Carrillo Puerto, impulsor de la Educación Superior, advierte de sus alcances en la juventud estudiosa que la Universidad desea sensible a sus inquietudes.
Junto a ellos, con ellos, ejerciendo el alto magisterio de la enseñanza y la renovación de las ideas, de los ilustres maestros don Justo Sierra O’Reilly, los Directores del Instituto Literario, don Olegario Molina Solís, don Agustín Vadillo Cicero, don Adolfo Cisneros Cámara y don Manuel Sales Cepeda y el Rector fundador de la Universidad de Yucatán, Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez. Todos en armónica unidad de forma e idea.
Manuel Lizama, el autor, ha volcado su sensibilidad en el mural que dice con elocuencia de su progreso; el dominio de la síntesis. Nada más. Nada menos. Riqueza cromática, movimiento y expresividad, son los elementos que en modo especial integran la composición ambicionada, en cuyo logro está el mérito valioso de Lizama.
CAPÍTULO I
ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN EL ESTADO
En Yucatán, cuna de próceres, la Educación ha ocupado siempre un lugar de privilegio. Fundada la ciudad de Mérida, capital de la Península, por don Francisco de Montejo, hijo, en el año de 1542, la llegada de los frailes Franciscanos fue bien acogida, no solo por la innata bondad de estos hombres, sino porque cada uno de ellos era un educador. Fueron los encargados de enseñar a los nativos, al mismo tiempo que la idea de un Dios nuevo, el conocimiento de las primeras letras.
PRIMER CENTRO DE ENSEÑANZA SUPERIOR:
COLEGIO DE SAN FRANCISCO JAVIER
Desde el Siglo XVI y principios del XVII se pensó en la Educación Superior como una necesidad, y se comenzaron las gestiones para realizar la fundación de un Colegio de Enseñanza Superior, gestiones que tuvo a su cargo el Cap. D. Martin del Palomar. Al efecto, se dirigió a la Compañía de Jesús, cuyos miembros se distinguían por su vasta cultura, sus admirables métodos de enseñanza, su laboriosidad y su competencia y dedicación a la juventud. En 1605 llegaron a la Península los primeros Padres Jesuitas D. Pedro Díaz y D. Pedro Calderón, mismos que esperaron inútilmente durante dos años, ya que la falta de recursos económicos, y la indiferencia del Rey de España y del Supremo Consejo de Indias residente en Madrid, maniataron la voluntad de los peninsulares que no vieron satisfechos sus deseos, sino hasta el año de 1618 en que se fundó el Colegio de San Francisco Javier, siendo Gobernador de la Provincia el Cap. de los Reales Ejércitos Francisco Ramírez Briceño, y Obispo de la Diócesis D. Fr. Gonzalo de Salazar, con fondos de la herencia de D. Martín del Palomar que dejó la suma de $20,000.00 veinte mil pesos y un predio situado en una esquina al norte de la Catedral, cuyo solar abarcaba lo que hoy conocemos como Iglesia de la Tercera Orden, Biblioteca Cepeda, Callejón del Congreso y Teatro Peón Contreras. La licencia para la fundación de este Primer Colegio de Enseñanza Primaria y Secundaria fue otorgada por el Rey Felipe II en Real Cédula fechada el 16 de julio de 1611 en San Lorenzo del Escorial, pero no llegó a abrir sus puertas sino hasta el 10 de mayo de 1618.
Seis años después, en 1624 obtuvo del Gobierno de la Corte el privilegio de conferir grados académicos a semejanza de las Universidades de España. Convertida entonces en la Real y Pontificia Universidad de San Javier, abrió las Cátedras de Humanidades, Filosofía, Teología y Derecho Canónico, otorgando los grados de Bachiller, Licenciado, Maestro y Doctor.
En 1648 este primero y único hasta entonces Centro de Enseñanza Media y Superior estuvo a punto de desaparecer, pues la peste que en aquel año asoló la ciudad de Mérida acabó con seis de los ocho padres que tenían a su cargo las Cátedras, inclusive el Rector.
FUNDACIÓN DEL COLEGIO DE SAN PEDRO
En el año de 1711 la herencia de D. Diego Rodríguez del Olmo, administrada por el Br. y Pbro. D. Gaspar de Güemes como albacea y único heredero, hizo posible la fundación del Colegio de San Pedro, cuya edificación costó $80,000.00 ochenta mil pesos, suma que representaba una fortuna para la época.
Este local fue posteriormente sede del Seminario Conciliar de San Ildefonso, de la Real Contaduría, del Colegio de Indios, de la Universidad Literaria, de la Academia de Ciencias y Literatura, del Colegio Civil Universitario, del Comisariato Imperial y del Instituto Literario del Estado. En la actualidad es asiento de las Oficinas Administrativas de la Universidad de Yucatán, de la Biblioteca Central y de la Escuelas de Matemáticas y de Comercio y Administración.
El Colegio de San Pedro estaba incorporado a la Real y Pontificia Universidad de San Javier, que otorgaba los grados. Fue cerrado en el año de 1726, a la muerte de su fundador, el P. Güemes, a los 15 años de su fundación.
Posteriormente, en el año de 1776 el Dr. José Nicolás de Lara promovió su reapertura, pero no fue sino hasta 1782 que reinició sus actividades, adscrito entonces al Seminario Conciliar de San Ildefonso.
Margarita P. de Hernández
Continuará la próxima semana…