XXXII
‘Los Shinobi que eligieron dominar las artes místicas debieron transitar terrenos llenos de trampas, con pocas probabilidades de alcanzar la meta; quienes conseguían librarlas se convertían en enemigos letales’ – AYUMI KOIZUMI, Cronista
Chieko e Hiroshi apenas podían contener los nervios. Estaban en aquella hermosa colina generosa en árboles de diversos tipos que cobijaban a varias especies multicolores de aves que con sus cantos convertían aquel escenario en un espacio realmente mágico. Aquel sitio serviría como punto de encuentro de aquellos cuatro personajes. Los dos enamorados habían logrado una evolución magistral que los hacía partícipes de momentos como ese.
Mitsu había decidido que había llegado el momento de llevar a los dos amados con el líder principal. En efecto, el anhelado encuentro con Hiraku era algo que todos llevaban esperando por meses. Finalmente ocurriría en aquel portal mental en el que las almas interactuaban en una realidad más allá del tiempo y el espacio.
La tatarabuela, quien aparentaba unos 70 años, en realidad acumulaba centenares de ellos, por lo que ambos se sorprendieron cuando, al retornar, parecía una mujer de máximo 30 primaveras. Mitsu notó su expresión y no pudo evitar reír a carcajadas mientras los abrazaba.
<<Mis amados nietos, me divierte notar asombro en sus rostros cuando el simple hecho de que estén aquí conmigo, en este plano, ya es lo suficientemente increíble. Me ven como era en mi etapa humana de plenitud física, lo que es posible porque finalmente todos proyectamos la imagen que deseamos. Ja ja ja ja. Amados míos, disculpen mis risas, no son porque me burle de ustedes; eso jamás pasaría por mi mente. Simplemente es mi naturaleza encontrar el lado divertido en todo.>> Los tres terminaron riendo con enorme gusto, a tal grado que las lágrimas inundaron sus rostros debido a las intensas carcajadas.
Tras retornar a la serenidad, Mitsu anunció lo que todos esperaban. <<Hijos míos, ha llegado el momento de que conozcan a su abuelo Hiraku, el hombre más valiente del mundo, un líder nato, científico, explorador, místico, poseedor de conocimientos alquímicos, experto en control metal y sobre todo… el más guapo de todos los hombres… Bueno, eso no debí mencionarlo, aunque les será complicado comprobarlo porque él prefiere adoptar la forma tradicional del shinobi: en su traje azul oscuro, cubriéndose el rostro. No se preocupen, será cuestión de ganar su confianza para que algún día puedan apreciar sus facciones y comprender por qué su abuela cayó rendida de amor por él>>
Chieko abrazó de nuevo a su rejuvenecida abuela, su maestra en los últimos meses… ¿o habían sido años? La verdad era que en aquel inigualable escenario el tiempo era demasiado relativo, no se comparaba con el tiempo en la tierra.
<<Abuela, dinos… ¿por qué hasta ahora podemos conocer a Hiraku?>> dijo Hiroshi, apreciando en el abrazo de las dos mujeres la unión de los extremos del pasado y el presente.
<<Su abuelo ha sabido evolucionar a un grado superlativo. Sigue descubriendo nuevos niveles existenciales. Esta última ocasión fue a uno tan lejano, que incluso aquí donde los intervalos de tiempo no son absolutos e invariables, sino relativos, tardó bastante tiempo en volver… Deben entender, antes de que entremos a la residencia, que su abuelo siempre ha sido un líder dentro del clan al que todos pertenecemos, el Matsumoto. Únicamente estuvo debajo de su tatarabuelo Hiroshi, pero a lo largo de sus viajes siempre ha sido un estratega, un jefe supremo. Deberán tratarlo con sumo respeto, cumpliendo los antiguos cánones de la cortesía japonesa>>
Chieko sentía una enorme emoción. Quería volver a observar a su abuelo, a quien había visto una vez en sueños. Le intrigaba comprobar si los sueños eran reflejo de las acciones de nuestra alma, y si acaso el poder del abuelo había propiciado aquella visión. En ese sueño se vio a sí misma en la región montañosa de la parte oriental del río Yamashiro, en Kioto. Las nubes dibujaban extraños diseños. Observó al ejército de samuráis que ascendía, y la manera en que eran repelidos por decenas de guerreros Shinobi-no-mono dirigidos por una pareja. Ambos tenían el rostro tapado, pero ella supo de inmediato que eran Mitsu e Hiraku.
Hiroshi también estaba nervioso. Hiraku siempre fue su inspiración para alcanzar los máximos honores en el arte del combate. La precisión y eficacia que logró como guerrero se debió en gran medida en su innato valor, pero también a la influencia que aquella leyenda despertó en él y en muchas generaciones de shinobi.
Mitsu los llevó hasta la entrada de un dojo, invitándolos a pasar.
El legendario general Hiraku los esperaba sentado en el piso de madera, en posición shinobi, con ambas rodillas al frente, descansando sobre sus tobillos.
Chieko e Hiroshi avanzaron para inclinarse, realizando el tradicional saludo nipón de respeto. Después se acomodaron de frente, esperando la reacción del héroe.
Este observó primero a Chieko, quien se esforzaba por contener las lágrimas. Con delicadeza, Hiraku se dirigió a ella: <<Mi hermosa flor de loto. Eres tan preciosa, tal cual me fuiste descrita por tu abuela Mitsu. Conocerte me llena de felicidad. Eres descendiente directa de nuestra estirpe y has logrado trascender hasta llegar a este plano, lo que siempre resulta admirable.>>
Después observó a Hiroshi, quien estaba a punto de colapsar de emoción al estar frente a su gran ídolo. En tono firme, con un leve movimiento de la cabeza como reconocimiento, Hiraku dijo: <<Tú eres Hibiki Matsumoto, el Shinobi-no-mono enviado para proteger a Chieko. Te saludo y agradezco tus esfuerzos exitosos.>>
<<Los recibo aquí, en este dojo, porque es imperante que culmine el entrenamiento iniciado por su abuela Mitsu. La única manera en que los dos puedan permanecer en este plano existencial de manera permanente es derrotando a sus respectivas némesis. Los diseñadores han decidido que así sea, por lo que no existe manera de evitar la confrontación definitiva con Kadaahi e Hiso. Estos enemigos han purgado su malignidad de maneras espantosas, pero sobrevivieron y han sido transformados en bestias que mantienen los recuerdos y conocimientos de su etapa humana. Ahora, sus rivales claman a gritos venganza contra ustedes. Esa batalla deberá librarse en la Tierra. Ni Mitsu ni yo podemos ir.>>
El ninja hizo una pausa para ofrecerles un té que Mitsu amablemente les entregó a los dos. Al observar el fondo de la taza, Chieko creyó ver el rostro de Hiso… o lo que parecía quedar de ella… Era una versión perturbadora. Entendió entonces las palabras de Hiraku acerca del mal que pronto enfrentaría.>>
Hiroshi hizo lo propio. En el fondo de su taza observó al monstruo que alguna vez fue Kadashi, y el fuego que se desprendía de sus ojos.
El héroe shinobi les explicó con lujo de detalles la agenda de actividades a la que serían sometidos hasta culminar su entrenamiento. Les advirtió que como maestro sería duro, incluso cruel, de ser necesario. Recurriría a todo lo que considerara necesario para transmitirles el máximo conocimiento. Si morían en la Tierra ante sus rivales, desaparecerían del cosmos y jamás podrían regresar a esa realidad.
<<Ha llegado el momento de revelarles al gran secreto. La gran verdad que los llevará a decidir su futuro. La única manera de adquirir sabiduría es saltando de nivel en esta maraña de mundos alternos, de pasajes infinitos. En cada nivel hay un punto común, un momento cumbre que permite decidir si deseas terminar tu viaje, o dar el gran salto a otro. Acceden a esa posibilidad solo quienes, como ustedes, logran descifrar las pistas que nuestros creadores nos han dejado a lo largo de la historia de cada respectivo nivel. Ahora bien, como ya les explicó Mitsu, ustedes viven ahora en la Tierra, no en el planeta, sino en una plataforma plana rodeada de polos helados y cubiertos por un enorme domo. No hay manera de salir por los costados: a través de los muros de hielo, el inclemente clima helado impide la sobrevivencia de los humanos. Por abajo, apenas logramos penetrar 12 kilómetros, y no hay material que pueda romper la roca húmeda que está en el fondo. Por arriba tampoco se puede salir: los humanos intentaron romper el domo utilizando bombas atómicas y no le hicieron ningún rasguño. Existen otras versiones de la Tierra en ese nivel, millones de ellas. Todas están muy cerca, pero ninguna se interconecta, no hay manera física de hacerlo; la única forma es por la vía espiritual.>>
<<Aunque no existe el espacio como siempre nos hicieron creer, sí existe el infinito, porque el nivel donde ustedes se encuentran es solamente uno de muchísimos más que están en otros lugares donde existen millones de opciones. Como podrán suponer, la mayoría de los humanos se quedan atrapados en esa realidad; cuando mueren, simplemente desaparecen. Solo unos cuantos encuentran la opción que ahora se les presenta a ambos.>>
<<¿Cómo logaremos trascender para poder quedarnos aquí?>> prorrumpió Hiroshi.
Hiraku no pareció disgustarse por la interrupción. Por el contrario, pareció agradecido de que su futuro alumno decidiera ir al punto medular.
<<La única manera es venciendo a sus enemigos en combate. Si lo logran, se abrirá el único acceso que existe en el domo, un enorme túnel que deberán recorrer hasta llegar al borde de la Tierra plana. Podrán observar que el domo cubre todo, perdiéndose en el fondo oscuro del vacío. Si agudizan la mirada, podrán observar los otros domos con las versiones alternas de la Tierra. Es un espectáculo fascinante. En ese momento deberán saltar al vacío. Su cuerpo físico desaparecerá para siempre, pero reencarnarán en esta realidad. Nosotros los estaremos esperando.>>
Continuará…
RICARDO PAT