El Rincón del Tío Salim
Sobrinitos,
En esta ocasión voy a compartir con ustedes cómo fueron mis inicios como animador infantil. Deberemos remontarnos varios años atrás, cuando aún era un niño.
Para que se den una idea, en aquellos tiempos estaban de moda Los Polivoces, una pareja de comediantes integrada por Eduardo Manzano y Enrique Cuenca, a quienes admiraba porque siempre utilizaban humor blanco. Era una etapa de mi vida en la que aún no tenía definida mi vocación.
Justo entonces mi amigo Germán Pasos Sánchez (+) -nieto del famoso Chúcuru Sánchez, comediante con los hermanos Herrera, con el papá de Cholo, antes del teatro regional- y otros compañeros hicimos un cuadro cultural y nos empezaron a invitar a trabajar en las escuelas.
La maestra me dijo aquel día que forráramos una mesa con un mantel que serviría como escenario. Mi compañerito Germán iba a estar escondido debajo de la mesa y él iba a ser mi otra voz, o sea, la del muñeco. Así lo hicimos. Nos fue muy bien ese día, que podría decir fue mi debut como animador infantil. Ahí descubrí que tenía facultad de ventrílocuo.
Ahora, mi debut profesional fue en una casa que estaba frente al asilo Celaráin, cerca de Los Almendros. Ahí fue mi estreno, digamos, profesional y empecé a darme a conocer, la gente empezó a comentar y a recomendarme porque, según ellos, yo trabajaba muy bien. Empecé a ser solicitado para ir a fiestas infantiles. Tendría yo en ese entonces entre 13 y 4 años
En cuanto a la paga, realmente yo nunca puse una tarifa, me daban 20 o 30 pesos en ese tiempo. Ya pasado el tiempo, cuando era un muchacho, inició la administración del alcalde de Mérida, en ese tiempo don Víctor Cervera Pacheco, quien luego fue gobernador de nuestro estado.
En aquella época me contrató para ir a dar funciones en el Parque del Centenario. Su administración me dió como cinco eventos a la semana. Recuerdo a mis compañeros artistas de entonces como Pitibirrin y Bodoque, el oso Yogui, el payaso Lagrimitas, Pedro Herrera y sus marionetas; era la gran época del mago Alan Selem, el mago oficial de la más importante empresa de refrescos de cola.
En ese tiempo, desafortunadamente no había escuelas para poder perfeccionar el arte. Entonces muchas personas me animaron para ir a probar suerte a la ciudad de México. Eso despertó en mí la inquietud de atreverme a dar el paso, así que junté un dinero para comprar mi boleto de tren rumbo a la capital del país. Me acompañó en la aventura mi amigo Alfredo Mézquita, quien ahora es ingeniero… Esa historia la contaré en otra ocasión.
SALIM ALCOCER LIXA