Desde Nicaragua
Miguel Maldonado es un artista que desde pequeño se sintió atraído por la cerámica. Con el paso del tiempo, y con tenacidad férrea, ha dominado su esencia y es capaz de transmitir emociones a través del barro, que despertó en él la atracción por darle forma con sus manos, algo que hoy lo llena de orgullo como artista.
Maldonado llegó a San Juan de Oriente, en el Municipio de Masaya, Nicaragua. Desde pequeño creció rodeado de grandes artesanos, principalmente bajo la tutoría del ceramista Helio Gutiérrez.
En 1999 empezó como artista del barro. Ha expuesto, junto con su maestro Helio Gutiérrez, en “Códice” Galería de Arte Contemporáneo, y exhibido su obra en países nórdicos varias ocasiones. Sus piezas pueden apreciarse en Galería “Rancho Santana” (Nicaragua), “ABRA Gallery” (Estados Unidos) y Galería “Pura vida interior” (Países Bajos).
Ha obtenido premios y distinciones nacionales e internacionales. Su trabajo fue reconocido como el mejor arte cerámico en “The Art and Craft Festival”, en Miami.
Este destacado artista deja al descubierto sus emociones en el barro al transformarlo en grandes obras de arte. Miguel Maldonado es una referencia de talento, distinción y calidad para Nicaragua.
Miguel nos comparte para el Diario del Sureste de México su historia de éxito:
Crecí en un pueblo donde lo cotidiano era elaborar cerámica. Así surge una historia bonita y curiosa: no podía explicarme cómo siendo tan pequeño tuviera tanta admiración y ganas de aprender sobre este trabajo.
Se me convirtió en algo urgente, pues había muchas carencias dentro de mi familia que pude suplir de esa manera para apoyar económicamente en el hogar. Eso me resultaba bonito y especial: practicaba y sentía la conexión entre el barro y mis manos.
En mis obras encuentro un espacio para plasmar una metamorfosis evolutiva de la fuerza, protección, espíritu y obras. Los elementos son esa conexión entre mi espíritu y la tierra.
El reconocimiento a mi trabajo me ha hecho sentirme inmensamente feliz, que se aprecie el detalle en su máxima expresión. Por otra parte, me es satisfactorio el reconocimiento de mi trabajo en competiciones nacionales con otros artistas.
Además, he conseguido exponer en galería “Códice”, en galería “Rancho Santana”, en exposiciones permanentes en el Museo de la “Fundación Ortiz Gurdián”; en Galería “Pura Vida Interior” y en los Países Bajos, “Canciones de Barro”, en Dinamarca; en “Museo de Cerámica Contemporánea”. He recibido otros Reconocimientos en otros eventos.
Soy muy creativo, me encanta el dibujo y el detalle, motiva mi arte en la cerámica. Me encanta la estética, soy extremadamente exigente en lo que hago. También me motiva a vivir; despertarme cada mañana y disfrutar la luz, saber que el barro está a mi lado, dormir con él, amanecer con él, jugar con él; grabarlo, sentirlo, esgrafiarlo, texturizarlo, pintarlo, y pulirlo. Es una inmensa pasión.
Del arte mexicano admiro todo: sus grandes artistas que son los máximos exponentes en el mundo. Deseo llegar a México y exponer mi cerámica, es uno de mis mayores sueños en la vida. Además aprecio su historia, su cultura, su gastronomía, y sus grandes ceramistas.
Creo que el mejor legado que podría dejar a mi país es haber podido llevar la Cerámica al más alto nivel, sintiéndome orgulloso de que nuestro país tiene una de las mejores cerámicas de Latinoamérica.
El Arte en Nicaragua es inmenso. Somos un país que tiene ese oxígeno de vida y ese espíritu talentoso que representa dignamente en cada evento. Soy admirador de los grandes maestros de la Plástica Nicaragüense, de la música, la poesía y la cerámica.
Mi mensaje para los jóvenes es que hagan cerámica, que le den sentido al barro; que no lo vean únicamente como un simple pedazo de lodo sino que construyan sueños, que lo sientan como yo. Depositen en el barro todo lo que su mente y corazón les diga, porque el arte de la cerámica no tiene límites.
Sin duda, los sueños de Miguel Maldonado hoy se reflejan en la constancia y pasión que emerge de sus obras con el barro. Ha demostrado su capacidad para no dejarse vencer, ni ponerse límites, en la búsqueda de grandes y satisfactorios resultados artísticos.
RAFAEL QUINTANA