XXXV
UN LARGO SUEÑO
Como el año se estaba muriendo, se contó a sí mismo la más fascinante historia de amor; se fue a dormir temprano y, cuando creyó despertar, el sol radiante ya no era el mismo; las flores parecían perfumar la atmósfera, y el aire que aspiró, aunque algunos no lo crean, parecía provenir de un lugar distante y desconocido, donde finalmente sabía que pertenecía.
Su sueño fue tan largo y profundo, que la gente de la calle entraba a su hogar para verlo dormir: tenía en su rostro esa paz que sólo la dicha del descanso puede dar.
JORGE PACHECO ZAVALA