XXXIII
Siempre Que Llueve
La lluvia lo sorprendió en plena calle y por completo desprotegido.
Tomó el periódico que recién acababa de comprar e intentó cubrirse la cabeza con él.
A medida que sus pasos se apresuraban, el agua que caía a raudales deshizo las letras, las palabras y las ideas aún no descubiertas de aquel diario.
Tuvo la impresión fatal de diluirse igual que aquel indefenso periódico.
Superó el sentido de inexistencia que lo embargaba y se escurrió por la rendija de la puerta de su casa.
En ese preciso instante su mujer lavaba la baldosa de la entrada; el hombre quiso lanzar un grito, pero el caudal, que ya lo inundaba todo, ahogó su voz por completo…
JORGE PACHECO ZAVALA
Siempre queda un toque de asombro al leer sus microficciones, me encantó.